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España y el pueblo judío comparten una larga historia

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Palabras de la Ministra de Asuntos Exteriores de Israel, Excma. Sra. Tzipi Livni, en la inauguración de la Casa Sefarad-Israel en Madrid.-
Me llena de satisfacción estar presente en el acto de inauguración de la Casa Sefarad-Israel y deseo agradecer al Gobierno de España y al Ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos por la iniciativa de fundarla. También agradezco especialmente a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Doña Esperanza Aguirre, y al Alcalde de Madrid, Don Alberto Ruiz Gallardón, por todo el apoyo que han brindado a este proyecto.

España y el pueblo judío comparten una larga historia y un legado común con sus luces y sus sombras. España, cuna de la esplendorosa creatividad del judaísmo hispano. Las raíces de las dos espléndidas culturas, la española y la judía, se nutrieron en las mismas fuentes; sus ramas se entrelazaron para ofrecer, cada una a su manera, hermosas flores.

El historiador español José Amador de los Ríos señaló, ya en el siglo XIX, que «difícil será abrir la historia de la península Ibérica, ya civil, ya política, ya religiosa, ora científica, ora literariamente considerada, sin tropezar en cada página con algún hecho o nombre memorable, relativo a la nación hebrea».

Del rabino Moshé Ben Maimón –Maimónides– nacido en Córdoba, se dijo que «Nunca dio un solo hombre tanto a su pueblo y a la humanidad toda como Maimónides». Los descendientes de quienes fueran expulsados de España, denominados hasta el día de hoy «judíos sefardíes», preservaron a través de generaciones el idioma judeo-español a través de miles de kilómetros y centenares de años de aquella Sefarad medieval, manteniendo fielmente los rezos tal y como fueron concebidos en España.

Unos 500 años después de la expulsión de los judíos de España, en marzo de 1992, hace 15 años, durante la histórica visita del Presidente Herzog a España, S. M. el Rey D. Juan Carlos I declaró que «El establecimiento de las relaciones diplomáticas entre nuestros dos países cerró entonces una página del pasado y abrimos plenamente las puertas a un renovado espíritu de los antiguos lazos entre Sefarad y el pueblo judío y a los de la España actual con Israel».

La Casa Sefarad-Israel de Madrid simboliza por tanto las dos dimensiones: por un lado la historia de tantos años, esplendorosa y compleja, entre el pueblo español con su majestuoso pasado judío que es parte esencial de la herencia española, y la impronta española, hasta nuestros días, dentro del legado judío. Y por otro lado, la Casa Sefarad-Israel alude a las renovadas relaciones y perspectivas, después de 500 años, entre España e Israel, dos democracias jóvenes en ambos extremos del Mediterráneo. Es por ello que la Casa de Sefarad-Israel hunde sus raíces en el pasado, se alimenta de la historia, y mira hacia el futuro.

Tanto el pueblo español como el pueblo judío tienen una historia jalonada de episodios dolorosos, cada uno a su manera. La emotiva descripción del poeta español León Felipe habla del sufrimiento del pueblo español durante la guerra civil y la lucha por la democracia;

«Mirad: allí no queda nada.

Al borde de las aguas

Cenagosas… una espada

Y lejos… el éxodo,

Un pueblo hambriento y perseguido

Que escapa.»

Estos versos son también reflejo fiel del pueblo judío en Europa. Pero España e Israel no sólo comparten pesares. Coinciden en valores democráticos, de libertad y de paz. Ambos combaten el terrorismo que golpea sin pausa y sin piedad a los dos pueblos. Comparten, estoy convencida, su interés por cooperar intensamente en múltiples sectores, que se verán ampliados los próximos años.

Esta asociación entre España e Israel no es inmune a las discrepancias, especialmente en lo que atañe a Oriente Próximo. Los últimos años volvimos a tomar conciencia de que también en la actualidad, la situación de Oriente Próximo se proyecta en las relaciones entre nuestros países.

En España, al igual que en otros países de Europa o del mundo, se ha abierto una preocupante brecha entre la realidad israelí, las amenazas con las que tenemos que enfrentarnos y los valores que conducen al Estado de Israel, y por otro lado la forma con la que se muestra a Israel en las pantallas de televisión y las portadas de los periódicos. Algunas voces sostienen la opinión de que el conflicto israelí-palestino es la madre de todos los males de Oriente Próximo. Pero la realidad es mucho más compleja.

Israel paga con vidas humanas el precio del extremismo. Todos los países moderados, entre los que se cuentan España e Israel, han de actuar decididamente y a su debido momento, contra los extremismos.

Paralelamente, Israel seguirá actuando para establecer la paz con los palestinos y con sus vecinos, asumiendo riesgos, y en el futuro tendrá que defenderse también de aquellos que se niegan a reconocer su derecho a ser un país independiente, de aquellos que buscan nuestra destrucción.

Actualmente, mientras el conflicto de Oriente Medio se convierte en un conflicto entre extremistas y moderados, el desafío es grande y más que nunca complicada, aunque también parece que tenemos por delante la oportunidad de crear un futuro mejor. En esta ocasión, Europa puede y debe jugar un papel central.

Israel y los sectores árabes moderados se comunican directamente, incluso en estos momentos complicados, entre otros factores, en virtud de las históricas conversaciones de paz de Madrid de hace 15 años. El verdadero objetivo que tenemos ahora, y que precisa del apoyo europeo, es el de fortalecer a los sectores moderados, desarrollar la economía e instaurar los valores de libertad, tolerancia y democracia.

Nos rezagamos con el establecimiento de nuevos lazos entre España e Israel, y es por ello que compartimos la responsabilidad de aumentar los esfuerzos dedicados a un mejor acercamiento. El Estado de Israel es el hogar nacional del pueblo judío; por eso, esperamos que la Casa Sefarad-Israel, ponga de relieve el gran valor cultural de los judíos sefardíes y la cultura judía en general y recorra también, los caminos de Israel y de sus ciudadanos.

Es de esperar que las relaciones entre España e Israel sigan ampliándose y desarrollándose sin relación con las frustraciones y las dificultades de Oriente Medio, junto con el esfuerzo para conseguir la paz y el desarrollo en la zona. La Casa Sefarad-Israel ha de aportar la realización de un sueño, una importante actividad de intercambio entre España e Israel, ambos con un fecundo legado histórico, compartiendo los mismos valores y, así lo creo, un amplio abanico de intereses comunes.

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