Desde la AMIA, la ayuda actual más importante es la alimentaria. «Pero realmente estamos desbordados», insiste Kaul y describe una situación que ya se volvió común: «La crisis es tal que la clase media se encuentra con que tiene las paredes de su casa, tiene la misma ropa, pero no tiene trabajo. Entonces no puede pagar el gas, la luz, se encuentra con dificultades para pagar las expensas».
La demanda de ayuda es tal que se piensa en una nueva etapa de asistencia: «Montos para que se puedan cubrir los primeros 3 meses de las necesidades que estas familias actualmente no pueden sobrellevar», explica Kaul.
Para el dirigente, el panorama social es parte de la realidad argentina: «La comunidad judía como tal es integrante de la sociedad argentina y en su mayoría pertenecía a la otrora clase media. Y está padeciendo exactamente las mismas dificultades que el resto de la sociedad». Entre los problemas que detectan están las dificultades por la falta de trabajo: no poder comprar comida y remedios.
Desde su creación —hace 108 años— la AMIA se ocupó de atender la pobreza. «Lo que ha ocurrido en esta última etapa es que la cifra ha superado todas nuestra posibilidades de asistir estas necesidades» dice Kaul. Y aclara: «Estamos desbordados ante tantos pedidos de ayuda».
La ayuda aumentó en los 3 últimos años. Durante el 2000 alcanzó a 1,7 millones de pesos, en el 2001 llegó a 1,8 y este año ya roza los 2,4 millones.
Fondos que —según la institución— provienen de la cuota mensual que aportan los jefes de familia asociados y que construyen una red que llega a 50.000 personas. Como fuentes de ingresos, también se cuentan las donaciones que se hacen en el momento de los entierros en los cementerios judíos que administra la AMIA y otros aportes que hacen particulares.
Pero esta ayuda no sólo se limita a la ciudad de Buenos Aires. AMIA es responsable por las 54 comunidades que hay en el interior del país. También en esas comunidades distribuyen alimentos en el interior. Además del apoyo a las familias, desde la mutual están dando apoyo a las escuelas de la comunidad. «Porque los padres no pueden afrontar los aranceles pero tampoco la red de escuelas de la ciudad puede absorber a los que se caen de la enseñanza privada. Entonces tenemos que salir a apoyar y defender la continuidad de la educación de los chicos», explica Kaul.
Para el dirigente, la situación no parece mejorar. «Al contrario, notamos que tiende a empeorar porque los que tenían algo de ahorros para mantenerse ya los están agotando y piensan en buscar ayuda. Nosotros somos muy creyentes —dice—, sabemos que Dios no nos va a abandonar y de alguna manera vamos a conseguir el apoyo de otros sectores.»
Fte Clarin