El régimen dictatorial y autoritario que gobierna la teocracia iraní acaba de organizar una vergonzosa conferencia, en la ciudad de Teherán, con tono marcadamente antisemita y racista. Durante esa reunión, fueron analizados en forma harto tendenciosa aspectos del horrible Holocausto sufrido por el pueblo judío a manos del régimen nazi que gobernó Alemania.
Asistieron invitados de diversos orígenes, incluso representantes del Ku Klux Klan norteamericano y de algunas otras instituciones de corte racista, cuyo evidente denominador común resultó ser el odio contra los judíos. Esos participantes expresaron con sus actitudes e intervenciones sus propios resentimientos, pretendiendo, sin lograrlo, minimizar desaprensivamente una execrable y cobarde era de violencias que, muy lejos de ser un mito como descaradamente sostuvieron los organizadores, debe ser tenida por todos como lo que realmente fue: la más grave agresión contra los derechos humanos de los tiempos modernos.
En la conferencia en cuestión, el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, un irrespetuoso fanático radical, reiteró algunas de las expresiones, plagadas de falsedades y cinismo, que ya ha hecho públicas en otras circunstancias y que son por todos conocidas respecto del Estado de Israel. Anunció, una vez más, que «será eliminado del mapa», lo cual es ciertamente inconcebible.
Por su desgraciado contenido, esa absurda afirmación afecta negativamente la imagen de nuestro país, que cuenta en su población a a una gran colectividad judía para la cual aquella conferencia representa un injusto insulto. Pero también mancilla la imagen del mundo musulmán, en general, que obviamente no lo merece.
Lo cierto es que la lamentable reunión a la cual se hace referencia parece haber tenido más repercusión externa que interna, razón que impone la más categórica condena a sus organizadores y a sus conclusiones de la reunión. Ahmadinejad, cabe recordarlo, es un «aliado estratégico» de la administración del venezolano Hugo Chávez, que ciertamente no ha tomado la distancia que correspondía de tan absurdo encuentro, lo que tampoco puede ni debe ser ocultado.
La Nacion