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Un inusual camino de la violencia a la paz

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KFAR SABA, Israel.- Cuando era chico, Bassam Aramin sólo pensaba en pelear contra Israel. Con sus amigos de la ciudad palestina de Ramallah, su única distracción consistía en lanzar piedras contra soldados israelíes. Piedras que con los años se convirtieron en peligrosas bombas molotov.

Israel era para él una fuerza ocupante, sin rostro, que debía ser desplazada de su tierra por medio de la violencia. Al menos eso era lo que había escuchado durante toda su niñez.

Hoy, con 38 años, y después de un cambio que él define como «valiente», Bassam trabaja para terminar con la violencia a ambos lados de la frontera y condena la guerra «entre hermanos» que desangra, por estos días, a los territorios palestinos.

No fue un camino fácil. Cuando tenía 17 años, Bassam fue encerrado en una cárcel israelí, en Hebrón, después de haber atacado a un jeep militar. Saldría de allí sólo siete años después, con su juventud perdida y con mucho resentimiento.

«Cuando salí de la cárcel, me sentía más agresivo y violento que nunca», dijo este ex militante palestino a LA NACION, durante una entrevista en la ciudad israelí de Kfar Saba, en donde participó de una reunión con periodistas latinoamericanos.

«Pero después me casé y empecé a tener hijos. Y con ellos cambié mi forma de pensar. Me di cuenta de que la violencia sólo trae más violencia y sangre y de que con ella no íbamos a llegar a nada», contó Bassam, que ahora tiene seis hijos. «No quiero que ellos vivan la vida que viví yo.»

Desde entonces, este palestino musulmán pone todas sus energías en tratar de convencer a su pueblo de que es posible terminar con la ocupación israelí sin usar las armas.

Por un lado, ayudó a crear un grupo mixto, Combatientes por la Paz, que integran unos 120 ex soldados israelíes y ex militantes palestinos -la mayoría de los cuales, como él, estuvieron presos en cárceles de Israel-, que quieren poner fin a la ocupación israelí.

Por otro lado, Bassam trabaja junto con el Centro Peres para la Paz (fundado por el ex premier israelí Shimon Peres) organizando partidos de fútbol entre chicos palestinos e israelíes.

-¿Cómo recuerda su propia niñez?

-Cuando yo era pequeño, solamente luchábamos. No teníamos nada para divertirnos, sólo tirábamos piedras y molotov. Yo sé cómo piensa un niño palestino porque lo viví en carne propia. Por eso ahora quiero hacer cosas para que los chicos palestinos no sean violentos, para que piensen en otra cosa que no sea la violencia.

-¿Cómo concilia este mensaje de paz con la constante denuncia de la ocupación israelí?

-El hecho es que aquí hay territorios ocupados y hay niños que viven muy mal. Ellos ven la ocupación, ven a los militares, oyen a sus padres y ven desde sus casas el muro [que separa a Israel de Cisjordania]. La ocupación es la que les ha enseñado la violencia. Nosotros les enseñamos a luchar por la libertad, pero sin violencia.

-Esta postura contra la violencia, ¿es criticada dentro de la sociedad palestina?

-Sí, hay gente en contra nuestra, a la que nos cuesta convencer de que estamos trabajando para la paz. Pero, como ya pagamos un precio, al estar presos tantos años, la gente nos respeta. Pero todavía tenemos un camino muy largo que recorrer. También luchamos contra lo que piensa la gente en el extranjero, para la cual los palestinos son violentos. Pero no saben que no es fácil vivir bajo una ocupación militar.

-¿Qué opina de la violencia actual entre Al-Fatah y Hamas?

-Esto es consecuencia de la ocupación israelí. La gente tiene hambre, no tiene dinero y se enfrenta. Se están matando entre hermanos. Y, desafortunadamente, esta violencia va a crecer.

-¿Cree que estos ataques mutuos van a aumentar?

-Sí, desafortunadamente, esta violencia va a crecer.

Por Dolores Tereso
Enviada especial

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