El sábado 2 de diciembre falleció el director de la Revista «La Luz», David Elnecavé, luego de una larga y penosa enfermedad.
Miembro de una familia cuyo origen se remonta al siglo XIII en España, David Elnecavé era la tercera generación de periodistas comunitarios judíos, en 1982 se hizo cargo de la dirección de la Revista reemplazando a su padre Nissim, quien había hecho lo propio en 1955, sucediendo en el cargo a David Elnecavé, el fundador de la Revista «La Luz», en marzo de 1931.
Durante los casi 25 años que tuvo la responsabilidad de conducir el emprendimiento familiar, David Elnecavé junior, como en su momento se lo identificó para diferenciarlo de su abuelo, se caracterizó por mantener la independencia editorial y la identificación con el ideal sionista de la publicación. A la vez que continúo la senda de su padre y su abuelo imprimieron a lo largo de los años, que sus páginas estuvieran abiertas a todas las actividades educativas, culturales y sociales de la comunidad; sin por ello dejar de lado la tradición que la relacionaba con la comunidad sefaradí.
Al igual que su padre y su abuelo, David además de ejercer el periodismo comunitario era un azkan, un dirigente voluntario, que dedicó su esfuerzo a mantener la continuidad judía colaborando con diversas instituciones, entre ellas la AMIA, de la que fue miembro de su Asamblea de Representantes.
A los pocos años de haber asumido la responsabilidad de dirigir «La Luz», consideró que la especificidad de la prensa comunitaria judeoargentina necesitaba «periodistas» que además de poseer los conocimientos técnicos tuvieran una formación judía adecuada para la tarea que realizaban. Para que pudiera lograrse propuso a la AMIA que fundará una escuela de periodismo comunitario, lo que fue aceptado por la institución. Desgraciadamente el atentado a la AMIA, modificó diametralmente la estructura de la comunidad, y ese proyecto tuvo que discontinuarse.
Otra de sus aspiraciones fue que aquellos que formaban parte de las redacciones de los medios comunitarios se unieran y pudieran realizar actividades en conjunto, para lo cual se impuso crear la «Asociación de periodistas y medios comunitarios judíos», logrando que un grupo de colegas lo acompañara en la fundación de la entidad, de la que fue designado su presidente. Nuevamente los cambios que se produjeron en la comunidad dificultaron su continuidad, pero todavía algunos de quienes continúan perteneciendo a las redacciones desde esos años – fines de los ’80 y principios de los ’90 – recordamos los encuentros con ministros y parlamentarios israelíes que visitaban la comunidad, o con dirigentes personalidades que se destacaban en el quehacer comunitario.
Acompañado por su madre Bruria; sus hijos Alejandro, Dalia y Ariel; su esposa Rosita Nagelberg; familiares, amigos y colegas, sus restos recibieron sepultura en el cementerio de la Asociación Comunidad Israelita Sefaradí de Buenos Aires, en la localidad de Bancalarí.
EACh.
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