Las palabras pronunciadas anoche por el presidente George W.
Bush, en las que acusó al primer ministro israelí, Ariel Sharón, de «torpedear los esfuerzos de Estados Unidos y sus aliados para promover la paz en Oriente Medio» y crear un Estado Palestino libre», han sido recibidas con un silencio sepulcral en Israel.
En Jerusalén, las palabras de Bush se han traducido en fuerte bronca de los embajadores de Estados Unidos y de Reino Unido en Israel al ministro de Exteriores israelí, Simón Peres, a quien han exigido la retirada de las tropas de Ramala, sin conseguirlo por ahora.
El embajador de Reino Unido, Gerard Cowper-Coles ha ido al grano al recriminar a Peres que el asedio militar por séptimo día consecutivo al presidente palestino, Yaser Arafat, «empeora los esfuerzos por la paz y también perjudica los preparativos militares contra Irak».
El tono más fuerte lo empleó el embajador de EUUU, Daniel Kurtzer, quien afirmó no entender qué sentido tiene continuar el bloqueo de la Múkata, a lo que Peres contestó que Israel no puede retirar al Ejército de Ramala a pesar de la resolución 1435 de la ONU que le insta a llevarlo a cabo.
El embajador de EEUU insistió a Peres sobre «cuáles son los planes de Israel con respecto a Ramala y de qué forma el asedio a Arafat ayuda a los esfuerzos del Cuarteto de Madrid para llevar a cabo las reformas en el seno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP)».
Peres reiteró que Arafat «no corre ningún peligro» y que Israel se vio obligado a llevar a cabo dicho operativo, con un título tan cinematográfico como «Una Cuestión de Tiempo», por el atentado de Tel Aviv del jueves pasado en el que murieron seis israelíes.
En cuanto a las divergencias con EEUU, Peres explicó que «no hay diferencias entre nosotros. EEUU e Israel son dos países distintos y no siempre se puede estar de acuerdo en todo».
Sobre la posible implicación de Israel en un posible ataque a Irak, el ministro de Exteriores aseveró: «Israel no va a encabezar ningún frente bélico, pera va apoyarlo si le fuera solicitado».
Poco después de la reunión de Peres con los diplomáticos occidentales, el jefe del equipo negociador palestino, Saeb Erekat, negó que hubiera negociaciones con Israel para la liberación de Arafat, tal y como afirmó el ministro de Exteriores de Israel.
Contra todo pronóstico y aunque las razones sean diversas, las voluntades de EEUU, la Unión Europea y de los diversos grupos palestinos coinciden en que Israel debe ordenar el levantamiento del cerco a Arafat sin más preámbulos, antes de hablar de reformas, de posibles primeros ministros en la ANP o del cese de la violencia.
Ariel Sharón calla y envía a la cara amable del Gobierno, Peres, a que le caiga el chaparrón.
Mientras Israel decide cómo responder a las exigencias de su principal aliado, los palestinos se preparan para la vuelta a la desobediencia civil contra Israel, que el cerco a Arafat ha desencadenado de forma espontánea.
Manifestaciones en clara violación de los asfixiantes toques de queda y las caceroladas con las que irrumpe a la calle la población civil palestina parecen decir «basta» a la ocupación militar.
Por lo pronto y ante la práctica inexistencia de la ANP, los palestinos han creado «Comités para Asuntos Sociales» en los diferentes barrios de Ramala por iniciativa de dirigentes políticos y de la sociedad civil.
Es la primera vez que un cuerpo civil palestino asume responsabilidades que antes competían a la ANP.
Uno de los líderes más respetados de la sociedad civil palestina, el doctor Mustafá Barguti, dijo hoy que «el pueblo palestino está listo y con renovado vigor para la desobediencia civil contra Israel, para una resistencia no violenta contra la ocupación militar», y así se verá «en las próximas semanas y en los próximos meses».
Añadió que los cercos militares y los toques de queda «han constituido la última gota que ha desbordado el vaso» y «esta política de castigo colectivo no se ha visto nunca en la historia, ni en los peores días de apartheid en Suráfrica».
Fte EFE