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Aún puedo sentirlo
Por Rafael Eldad*

Atentado a la Embajada de Israel.
Aún puedo sentirlo
Por Rafael Eldad*

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Este viernes se cumplirán 14 años del atentado contra la Embajada de Israel. Días después de la tragedia, los escombros no dejaban de emanar esa pestilencia a destrucción. El olor a muerte y desolación no me dejó durante meses. En realidad, aún puedo sentirlo.
La bomba explotó mientras volvía a la Embajada, donde me desempeñaba como agregado cultural, proveniente del edificio de la AMIA. Había estado presentando al enviado israelí que venía de participar, en Madrid, de los intentos por reflotar el proceso de paz en Oriente Medio.
Al llegar desesperado a la calle Arroyo, me encontré con mi esposa que, junto a otros, padecía la angustia y el pánico que generan el no saber. Ella no sabía que yo no estaba en el edificio y suponía que me encontraba bajo los escombros. Pero la alegría que debió significar nuestro encuentro careció de sentido en aquel preciso instante. Me trepé a la montaña formada por los restos de mampostería y muebles y comencé a intentar ayudar con la ilusión de sacar a gente con vida. Sin embargo, fue en vano.
Lo primero que debía ser hecho era evaluar la situación general y comenzar a buscar a todo el personal. Tener un registro de su paradero. Saber quiénes habían logrado sobrevivir y a qué hospitales habían sido trasladado los heridos.
Las semanas que siguieron representaron los momentos más difíciles de mi vida. Debí avisarle a mi amigo y entonces cónsul Dany Karmon, que se encontraba internado, que su
esposa había fallecido. A los padres de David Ben Rafael, que llegaron de Estados Unidos, que su hijo, quien era ministro consejero, no había sobrevivido, y acompañar a los padres de mi secretaria, Marcela Doblas, quien perdió su vida bajo los restos de la Embajada.
Debieron pasar varios meses para que tomara real conciencia de la envergadura de la tragedia.
Primero el shock y el asombro y luego la solidaridad y las muestras de toda la sociedad argentina fueron impresionantes. Jamás olvidaré las imágenes de la concentración de decenas de miles de argentinos aquel jueves 19 de marzo en rechazo al terrorismo y en homenaje a las víctimas y sobrevivientes. Esas muestras de solidaridad y cariño siguen hasta hoy en día.
Una experiencia como ésta a la cual lamentablemente se sumó, dos años más tarde, la de la voladura de la AMIA dejó una herida muy profunda en mí. Aún hoy me pregunto: ¿por qué tanta crueldad hacia instituciones cuya única tarea es acercar a los pueblos y crear más entendimiento?
A 14 años de esta tragedia, tengo más preguntas que respuestas. Sigo viendo los rostros de mis compañeros en mis recuerdos y cada vez extraño más la calidez y camaradería que reinaba en aquella casa.
Volví hace un año y medio a Argentina, esta vez como embajador, con la ilusión de devolverle a Israel el esplendor de la representación que vivía en Arroyo 910.
*Embajador de Israel en Bs As.-
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