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Yitzhak Rabin, una década después

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Así al menos lo revela un estudio publicado por el Instituto Israelí de Democracia, presentado al presidente del Estado, Moshe Katzav, en un acto con el que se dio inicio a las ceremonias recordatorias del magnicidio.

Pero sería errado afirmar que hay homogeneidad o que todos echan de menos a Rabin.

«Paloma en la paz, halcón en la guerra»

Hay quienes le guardan rencor por las concesiones territoriales a los palestinos y quienes le culpan hasta hoy por los atentados de los últimos tiempos.

Pero el tono general que se capta en la calle es de respeto. Y muchas veces, de nostalgia y dolor.

«Traumático»

Paul Chamah
Con la desconexión de Gaza que ha hecho el gobierno de Sharon, de cierta forma se ha recuperado parte del camino que Rabin había intentado para el futuro de Israel
Paul Chamah

Paul Chamah, periodista de 33 años de edad, está convencido de que «mucho cambió en Israel desde el asesinato».

Analizando la situación política, sostiene que «muchas veces sentimos que se perdió la ilusión de un cambio a pesar de que este último año, con la desconexión de Gaza que ha hecho el gobierno de Sharon, de cierta forma se ha recuperado parte del camino que Rabin había intentado para el futuro de Israel».

También Dani Translateur, de 25 años, estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad de Tel Aviv, habla en términos fuertes al resumir la década transcurrida desde el asesinato.

Translateur aclara que es una persona de derecha y que no estaba de acuerdo con todos los puntos de vista de Rabin, pero agrega de inmediato que «nada es como para llegar al punto de poder asesinar a una persona y me resulta especialmente traumático que un judío mate a otro judío y más que un judío mate a un Primer Ministro en Israel».

No cree que todo sería hoy mejor si Rabin estuviese con vida, como suponen sus firmes seguidores, «porque no creo que el proceso de Oslo haya sido la mejor idea» y destaca que «lo que hay que recordar es más que nada, el trauma del asesinato, no el tema de la política de Rabin.»

En este punto, Julio Bircz (49) del kibutz Ein Hashlosha, está de acuerdo. «Probablemente la situación no hubiese sido diferente, ya que de todos modos no dependía sólo de Rabin ni sólo de Israel, pero era una chance para la paz y se perdió».

Reacciones mesiánicas

Oren Levy
No pocos, creen que lo que hizo el detestable asesino fue una misión. Yo estoy bastante decepcionado de lo que sucede.
Oren Levy

En el Café Hillel del principal centro comercial de Jerusalén, nos acercamos a Oren Levy, quien lo dirige. Le pedimos su opinión sobre el asesinato, hoy, 10 años después.

Oren acepta interrumpir por unos minutos su trabajo y se sienta a nuestro lado. Parece medir sus palabras y prefiere hablar del presente, no tanto del pasado.

«Lamentablemente todavía una parte de la población israelí tiene un enfoque mesiánico que habla de que toda la tierra de Israel es nuestra y las reacciones en ese sector ante el asesinato, no son buenas».

«No pocos, creen que lo que hizo el detestable asesino fue una misión. Yo estoy bastante decepcionado de lo que sucede. La mayoría condena, pero parece que su voz es demasiado débil».

Le comentamos que según un sondeo recién publicado, la quinta parte de la ciudadanía israelí considera que se podría dar amnistía al asesino de Rabin.

Y Oren es categórico: «Me parece inconcebible que haya siquiera quienes piensen que se podría poner el libertad a un asesino tan detestable».

«Creo que después de algo así, el asesino no debe salir nunca de prisión. Debe podrirse allí hasta su último día».

Como un padre

Hirit Cohen
Yo tenía 15 años cuando lo mataron. Y me parecía que había muerto un padre.
Shirit Cohen
Entre las jóvenes que trabajan en el lugar, está Shirit Cohen, de 25 años. Ella y su hermana melliza Liron, suelen cantar animadamente mientras preparan bandejas y cafés.

Pero Shirit se sienta ante nuestro micrófono a hablar de Rabin y le cambia la cara.

«Yo tenía 15 años cuando lo mataron. Y me parecía que había muerto un padre. En los discursos sobre la paz, él siempre decía que trataba de lograrla por el bien de los niños».

«Sentíamos que se preocupaba por todos. Cuando murió, sentimos una gran inseguridad», afirma.

Una cliente del café, Shelly Levin, aclara que no concordaba en todo con Rabin ni mucho menos, «pero nunca pensé que alguien podía matarlo por discrepar».

Su amiga, Shira, que vive en el asentamiento de Efrat , admite que tiene mucho para criticar a Rabin.

«No me gusta que lo idealicen, porque eso no se hace y porque se equivocó mucho»- recalca, pero de inmediato agrega: «No obstante, entre eso y pensar siquiera en aprobar el asesinato, hay años luz».

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