I) De la rabia a la posibilidad de pensar
Va a ser muy difícil contener la rabia. No encontramos demasiadas razones para hacerlo. Más bien, lo contrario. No es una birome ni una computadora la que imprime estas palabras. Es un buril de acero caliente más duro que el acero, prismático y puntiagudo, que deja grabada cada letra, cada concepto, en el papel que semeja madera, piedra, pared, cielo, tierra… memoria.
Memoria de antes, memoria de ahora con la esperanza que el después sea distinto.
El siglo XX ha sido trágico, el más trágico ejemplo. El hombre puede ser el más feroz de los seres vivientes. Así lo demostró en la Shoah, bajo el marco de las Leyes de Nuremberg.
En este nuevo siglo que nos toca vivir, aparecen acontecimientos bárbaros que muestran y demuestran que la memoria de las tragedias no transmite contenidos didácticos. No hay aprendizaje. La ética es una lejana abstracción carente de poder. Para entrar al hecho en sí, que es imprescindible darle estado público del encuadre orientador de nuestra querida Hebraica. Vayamos por partes, pese a la urgencia ardiente del buril.
II) Breve crónica humanista de una casa judía
En 1926, año de su creación, Alberto Gerchunoff le pone nombre a nuestra casa: Sociedad Hebraica Argentina. Por favor, paremos un instante en cada palabra. Una pertenencia judía a nuestro país: hebreos argentinos. Argentinos hasta la médula y adyacencias, con un bagaje genético, de Moisés a la fecha – en la fecha están nuestros padres y abuelos – que nos permite decir junto a Eliahu Toker, despacito, con el corazón judío a flor de piel: “Bendita torre de la diversidad de los semejantes, de la fascinante multiplicidad de los idiomas, de los rostros, de las manos, de los pensamientos, a lo largo de las generaciones, a lo ancho de las geografías.
Que entre otros ejemplos significativos, en 1933, en pleno ascenso de Hitler al poder, un presidente de Hebraica, León Dujovne, decía en el Luna Park ante 30.000 personas, en nombre de la comunidad judeo-argentina: “Esta Asamblea comunitaria denuncia ante la opinión honesta del mundo y de esta libre República, la conducta de esos elementos del pueblo alemán y sus círculos oficiales, empeñados en aniquilar a los judíos alemanes , que han contribuído al progreso de la ciencia y de la economía alemana.”
III) La extranjerización del judío
Al volver al tema específico que nos moviliza, la rabia retorna. Más que apaciguarnos por estar en el ámbito de Hebraica, necesitamos, con creciente urgencia, dar cuenta de los hechos y denunciarlos con la fuerza de nuestras convicciones. Es la necesidad de poner en palabras, en lenguaje visceral, un acontecimiento maldito – definido en el subtítulo de este punto III): “extranjerizar “.
Protagonistas ? nuestro consocio, el diputado Waldo Wolff y el aún no asumido, el diputado Leopoldo Moreau. Lugar? Cámara de Diputados de la Nación. Fecha 3/XI/017.
Un día antes de cumplirse 79 años de la trágica “Noche de los Cristales” en la Alemania nazi. Leopoldo Moreau, en medio de un discurso obsceno, entre otros disparates, acusó al Sr. Wolff, a propósito de conceptos muy distintos a los suyos, de ser “agente del Mossad… de ser un denunciante serial… de negociar venta de armas con Israel… de servir a los intereses políticos de la derecha israelí y de otros lugares del mundo… Nos preguntamos: dónde tenía el brazo derecho en esos momentos.
Waldo Wolff contestó públicamente a semejantes agravios…. Envió una carta documento para que se retracte de inmediato. Asimismo, como en nuestro país, el antisemitismo está penado por la Ley, hará la denuncia que corresponde. “Esta demonización, dice Wolff, es muy peligrosa… el judaísmo ha sobrevivido al nazismo y va a sobrevivir a Moreau… la extranjerización del judío fue y es típica del nazismo… confundir una identidad, una religión con una nacionalidad… no lo voy a permitir… Yo nací en este país… mi padre está sepultado en la Argentina… mis abuelos se escaparon de Alemania… Este es mi país… este es mi país.
IV) Diputado electo, Leopoldo Moreau, queremos que sepa:
Para nosotros Ud. es un vulgar antisemita. Practica el más antiguo de los racismos. Aquí nada tienen que ver, nada de nada, las inclinaciones y posturas partidarias suyas o del Sr. Wolff. No son objeto alguno de este análisis.
Los nazis no reconocen opositores. Los transforman en enemigos que es necesario destruir, rechazando públicamente su pertenencia, extranjerizarlos. En los campos de exterminio nazis, que no necesitaban ser clandestinos, a los judíos antes de asesinarlos se los identificaba con un número. ¿Ud. olvidó todo esto, o nunca lo supo, o su materia prima antisemita volvió a revivir con toda su virulencia? Escribimos esto con enorme rabia y con enorme tristeza. Cuando volvió la democracia en 1983, nuestro primer ilustre invitado fue el Dr. Raúl Alfonsín. En nombre de la democracia recuperada, le entregamos una réplica del Moisés de Miguel Angel, símbolo de la justicia e igualdad entre los hombres. Es increíble que Ud. haya pertenecido al mismo partido que Alfonsín. Escribimos esto en nombre de nuestros miles de socios, de los directivos, de los funcionarios y empleados, en nombre de la Sociedad Hebraica Argentina, Sarmiento 2233, Buenos Aires, República Argentina.
Esta casa de cultura de puertas abiertas desde hace 91 años, cuyo Socio Honorario Nº 1 es Albert Einstein, tiene por su historia y compromisos, la necesidad de combatir el antisemitismo con todas sus fuerzas y denunciar a sus activistas. En esta maldita ocasión, al acusar al Sr. Wolff, ha agraviado a cada uno de nosotros. Queremos que lo sepa.
Sociedad Hebraica Argentina
Nota urgente
Mientras concluimos estas lineas llega la información de una nueva y gravisima agresión antisemita, durante la entrega de los premio Martín Fierro de la radio, al periodista Alfredo Leuco le gritaron "judío de mierda". Esperamos que se identifique al responsable y se lo juzgue, es imprescindible el castigo a los responsables, la impunidad produce mas barbarie.
En nombre de la Sociedad Hebraica Argentina, nuestra profunda solidarización al Sr. Alfredo Leuco.