Por Ben-Dror Yemini (Yediot Ajaronot 10/10/2019)
La Europa de nuestros días tiene un doble rostro. Por un lado, hace solamente una semana, y casi sin que repercuta en Israel, decidió la Corte de Justicia europea para los Derechos Humanos (ECHR) que la negación del Holocausto no es parte de la libertad de expresión y no es un derecho humano básico. El demandante; Odu Pastorus; es miembro del partido de extrema derecha NPD, que ya ha sido sentenciado en todas las instancias en Alemania. Por otro lado, el antisemitismo continúa aumentando. Ayer, durante Yom Kipur, el antisemitismo llevó a un atentado en una sinagoga.
¿Qué es antisemitismo? Se trata de un tema caliente en Alemania durante estos días. Exactamente hace una semana marcharon neonazis por la ciudad de Dortmund mientras pedían que los palestinos destruyan a Israel. Por otro lado, ellos discuten si la campaña del BDS es antisemitismo. El Bundstag ya lo decidió, hace unos meses, que la respuesta es positiva. Así también decidieron muchos países de Europa que han adoptado la definición práctica del antisemitismo. Grupos de extrema izquierda, también en Israel, dirigen una campaña en contra de tal decisión y en contra de la definición antisemitismo (IHRA).
La discusión se ha reforzado debido a una serie de decisiones relacionadas por posturas políticas, o racistas, y entre los que defienden la libertad de expresión y creación. ¿Qué sucedería si una ciudad de Alemania le otorgase un premio a este Pastorus y luego nos enterásemos que se trata de un activista o movimiento antisemita? ¿Sería justo cancelar un premio por sus ideas a pesar que la creación cultural en sí misma es premiada?
No se trata de una pregunta teórica. La municipalidad de Dortmund canceló un premio literario otorgado a la escritora británica de ascendencia paquistaní, Camila Shamsi, debido a que se enteraron que apoyaba al movimiento BDS. La cancelación fue protestada, especialmente en Gran Bretaña. Pasados unos días, y durante la semana pasada, la municipalidad de Aquisgrán canceló un premio honorable al artista Wallid Raed, ya que se comprobó que también él apoyaba al BDS. La cantante Nirit Somerfeld, de nacionalidad alemana e israelí, escuchó un aviso que le decía que su actuación sería cancelada o interrumpida si presentaba durante el acto sus ideas políticas. Somerfeld ha firmado una petición que pide la anulación de la decisión del parlamento alemán, siendo que ella apoya los boicots contra Israel. Un poco antes, durante el verano, en el festival de música Open Source se canceló una invitación al raper norteamericano Taleb Kawli, ya que evitó pronunciarse en contra del BDS.
Estos acontecimientos endurecen la discusión. Permítanme argumentar que la cancelación de premios o de invitaciones ayudan tanto como vasos de aire para un muerto. Y eso es debido a que Shamsi, Raed, Somerfeld o Kawli están convencidos en lo profundo de su corazón que son personas justas que están actuando en favor de los derechos humanos. La mayoría de sus amigos de su círculo cultural, los grupos literarios y artísticos, los apoyan. Ellos no pueden comprender por qué razón se le niega un premio a un hombre que está actuando en favor de “la justicia para los palestinos”. Ellos están convencidos que no pertenecen al departamento de los negadores del Holocausto como lo es Pastorus. Ellos son iluminados y el otro es oscuro.
Por lo tanto es necesario aclarar: No hay diferencia alguna entre los neonazis que llaman a la destrucción de Israel y los líderes del BDS, cuyas posiciones son similares totalmente. La definición práctica del antisemitismo es muy importante y también lo es la medida adoptada por el parlamento alemán. Pero es más importante, mucho más importante, imponer la conciencia que la campaña del BDS no es una lucha por la justicia sino que es el engaño más enorme de la época moderna. Los líderes del BDS, Omar Bargoutthi, Ali Abunima y el profesor Aza Abu Jallil, confiesan que el objetivo del movimiento es la destrucción de Israel. Lo que dicen los líderes de Irán, Hamás y los neonazis de una forma barbárica, lo dicen los líderes del BDS de forma mucho más compleja. “No hay ningún significado al fin de la ocupación”, dice Ahmed Mora, “sino que el objetivo es el fin del Estado judío”.
Se trata de una campaña para la destrucción de un solo estado entre todos los estados del mundo y, por lo tanto, si eso no es antisemitismo entonces no queda claro que si lo es. Parte de los que apoyan el BDS apoyan el principio de autodeterminación para los dos pueblos (palestino e israelí) pero ellos son “idiotas útiles” de la campaña ya que los líderes se oponen. Ellos no están de acuerdo con un diálogo honesto y con la libertad de expresión, sino por el contrario, ellos están ocupados en cerrar bocas. Explotan seminarios cuando hay portavoces israelíes incluso cuando el portavoz actúa para conseguir la paz. Está permitido criticar Israel pero el BDS no es solamente crítica y el hecho que buenas personas apoyen tal movimiento es una luz de alarma para todas las sociedades democráticas ya que cuando las mentiras triunfan, no triunfa la verdad.
La mayoría de los que apoyan el BDS entienden que la negación del Holocausto y las llamadas para la destrucción de Israel, por parte de los neonazis, son manifestaciones antisemitismo. Ha llegado la hora que ellos comprendan que los pedidos parecidos realizados por los líderes del BDS también son manifestaciones de ese antisemitismo.