Sobreviviente de Holocausto, el Premio Nobel de la Paz de 1986 intervendrá este lunes en una sesión histórica de la ONU, antes de volver a Europa, primero a Davos y luego a las ceremonias en Polonia.
Para él, esta conmemoración tiene un significado particular.
«Los sobrevivientes sentirán que sin duda es su última gran ceremonia. Es una especie en vías de desaparición», dijo en una entrevista con la AFP. «Se veían en los funerales, en los nacimientos de hijos, luego en las bodas de hijos y ahora se reencuentran en los funerales».
Fte Univision
Para el escritor, ciudadano estadounidense que piensa en yiddish, escribe en francés y vive su vida cotidiana en inglés, este aniversario trae también el vivo recuerdo del fin de su propia detención, en Buchenwald, en abril de 1945.
Nacido en una aldea de Rumania, el joven Elie fue separado de su madre y sus hermanos en Auschwitz antes de ser transferido a Buna y luego a Buchenwald, donde su padre murió de disentería.
«Estaba convencido de que no saldría vivo», recordó. Para él, la liberación sobrevino como «un accidente».
«Éramos 400 adolescentes en esa barraca. Todo llegó de golpe. (…) No fue un momento de alegría. Porque con la libertad nos dimos cuenta de que éramos huérfanos. Estábamos simplemente reunidos para decir el kaddish, la plegaria por los muertos».
«Con cada sobreviviente que se va, hay un fragmento de la memoria que es enterrado», agregó. Sin embargo, no cree que la memoria esté amenazada.
«No temo olvidar, tenía miedo al principio, no ahora, porque sé que esta tragedia es la más documentada de la Historia (…). Siempre he creído que quienquiera que escucha un testigo se convierte en testigo a su vez: los hijos de los sobrevivientes, los amigos, los lectores, los alumnos…».
En cambio, «tengo miedo de la banalización de esta memoria, sobre todo cuando se hacen películas», agregó.
¿Ha aprendido algo el mundo en estos 60 años? A sus 76 años, Wiesel duda, sopesando optimismo y pesimismo.
«Las Naciones Unidas tienen una sesión especial (este lunes), es la primera vez, y los jefes de Estado se molestarán en ir a Auschwitz», afirmó. «Pero si alguien me hubiera dicho en 1945 que debería luchar contra el antisemitismo en 2005, jamás lo hubiera creído. Y aquí está de nuevo el peligro».
Para él, el Holocausto seguirá siendo «un acontecimiento único» e incomprensible. Pero ve un elemento que hasta hoy gangrena el mundo: «la indiferencia».
«La indiferencia, ese es el mal para mí. Lo contrario del amor no es el odio sino la indiferencia, lo contrario de la educación no es la ignorancia sino la indiferencia, lo contrario de la belleza no es la fealdad sino la indiferencia, lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia a la vida y la muerte», afirmó.
La indiferencia es para él también el gesto del británico príncipe Harry, que se vistió de nazi para una fiesta de disfraces. O los británicos, de los cuales, según una encuesta. 45% ignora lo que fue Auschwitz.
«Puede ser que no hayamos trabajado lo suficiente. Al mismo tiempo, me dije, ‘¡Este príncipe Harry, qué idiota, pero qué idiota!’ Si quiere escandalizar, que busque otra cosa», afirmó.
«Eso es ignorancia, pero más que eso, es indiferencia, verdaderamente. Eso hace reír, pero es muy duro».
Fte