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Medio Oriente. Túnez y el fantasma de la “Primavera Árabe”

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Itongadol/AJN.- (Por Roxana Levinson, desde Israel) Allí donde hace cuatro años se iniciara la “Primavera Árabe”, los jóvenes tunecinos vuelven a protestar por la violencia policial y de grupos terroristas, expresan frustración y decepción de un gobierno corrupto y que sólo protege a las élites. Para muchos, incluso de clase alta, la opción es ISIS.

Con algunos matices, la historia parece repetirse, cuatro años después. Ridha Yahyaoui se llama el joven que esta vez dio el impulso a la protesta social. Ridha murió electrocutado cuando protestaba, subido a un poste de electricidad, porque su nombre fue borrado de un concurso de contratación de docentes en Kasserine.

Las autoridades impusieron el toque de queda en Kasserine, que muy poca gente respetó. Como consecuencia de las extendidas manifestaciones en varios puntos del país, un oficial de policía murió, varios manifestantes resultaron heridos y unos 200 fueron detenidos.

El primer ministro, Habib Essid, abandonó el Foro de Davos y regresó a su país, donde llevó a cabo una reunión de emergencia de su gabinete, extendió el toque de queda a todo el país, balbuceó algunas medidas económicas supuestamente novedosas y pidió a la gente “paciencia”.

El efecto devastador de aquel 17 de diciembre de 2010, cuando Mohamed Bouazizi se inmoló por la confiscación de su puesto de frutas, se extendió no sólo a todo el territorio de Túnez sino también a buena parte de la región. En aquella mal llamada “Primavera Árabe”, el fuego que quemó a Bouazizi en su indignación y humillación, arrasó también con dictadores que llevaban decenios encumbrados en el poder y a los que nadie imaginaba derrotados, tras las rejas o linchados.

Entre la policía y los terroristas

La ONG International Alert llevó a cabo recientemente una encuesta en dos barrios del sur de Túnez, Douar Hicher y Ettadhamen, en la que casi el 95% de los jóvenes que participaron dijeron que desconfían de las instituciones del Estado y de la policía. Según la encuesta, esta pérdida de confianza se deriva del aumento de la corrupción, incluso después de la revolución, la indiferencia de los funcionarios locales y la continua marginación. La mayoría de los jóvenes de esos barrios no tienen acceso a beneficios sociales básicos, tales como seguro de salud, bienestar social e infraestructuras públicas.

El país tiene una tasa de desocupación del 15 %, pero entre los jóvenes uno de cada tres está sin empleo.

La falta de una política social para reducir las desigualdades sociales sólo alienta más a los jóvenes a abandonar el país. En un país donde el 50% de la población tiene menos de 35 años, no se hace nada para traer recuperar la confianza de los jóvenes.

Según el Banco Mundial, el 25 % de la riqueza de Túnez está controlada por una élite, y la marginación persiste, lo que induce a un rechazo a la clase política y la sensación de que el gobierno sólo protege a esos grupos privilegiados.
La brutalidad policial persistente contra los jóvenes del sur de Túnez es otra razón que los lleva a sentirse encerrados, como si estuvieran bajo arresto domiciliario. Están atrapados entre activistas armados de grupos radicales y la policía. Les temen a ambos.

Principales conclusiones de la encuesta

Los datos más destacados de la encuesta realizada por International Alert en Douar Hicher y Ettadhamen indican que:

La revolución no mejoró la vida de los jóvenes en esos dos barrios y un 46% de los encuestados creen que la situación se ha deteriorado

La confianza en los partidos políticos es muy baja (98,8% de los encuestados consideran que los políticos sólo sirven a sus intereses personales), pero los jóvenes todavía creen en el poder de las elecciones para lograr un cambio.

El auge del yihadismo es una preocupación para los jóvenes de estos barrios, pero muchos todavía simpatizan con esta causa. Un 80,5% de los encuestados afirman conocer al menos una persona de su barrio que se fue a Siria para participar en la yihad.

Cuando la opción es ISIS

Si bien la inseguridad económica y la exclusión social son factores que fomentan la radicalización, no son los únicos. En barrios de clase alta y media también se da este fenómeno y el de los jóvenes que se ofrecen como voluntarios para combatir en Siria.

“¿Cómo se explica esto? La razón es que ellos crecieron en un país sin valores morales. Durante el régimen anterior, un hombre de familia podría ser humillado delante de sus hijos por el empleado más bajo de una administración, sin poder defenderse. La figura del padre se hizo añicos. Todos ellos crecieron sin un sentido de respeto a la ley debido a la corrupción ", dice a “Middle East Monitor”, Mohamed, profesor de lengua extranjera en el barrio de clase alta La Marsa. “Esta situación está siendo plenamente explotada por el Estado Islámico”, agrega.

Desde 2011, la permeabilidad de las fronteras ha animado a miles de jóvenes tunecinos a huir al extranjero. Se van a Europa, Siria o Libia. Según la ONU, Túnez es el país de donde proviene la mayor cantidad de militantes extranjeros que luchan con ISIS, tanto en números absolutos como en proporción a su población. Hay ahora unos 5.500 ciudadanos tunecinos luchando en Siria y Libia. Según un estudio de la cadena CNN, alrededor de 8.800 jóvenes tunecinos fueron detenidos en la frontera.

En las zonas rurales – que con frecuencia son los bastiones de las milicias – los habitantes son muy vulnerables. Hace algunas semanas, en las poblaciones de Kasserine y Jelma, cerca de Sidi Bouzid, un grupo armado asesinó a dos pastores que se negaron a darles sus ovejas. El grupo justificó los asesinatos diciendo que “trabajaban para la policía”.

En 2011 las protestas se iniciaron en Sidi Bouzid. Hoy en día, en 2015, el epicentro es Kasserine, la región más pobre del país. La tasa de desempleo juvenil es la más alta, el número de estudiantes universitarios no supera el 3%, y el 60% de la población no tiene seguro de salud.

En sus respuestas a la encuesta, los habitantes de Kasserine piden, en primer lugar, la lucha contra la corrupción. También sugieren que los ciudadanos deberían estar más involucrados en el proceso de seguridad y reforzar la cooperación entre los habitantes y la policía, sobre todo cuando se trata de compartir información. Además, solicitan que se reabra el caso de los “mártires de la revolución”, ya que un tercio de las víctimas de la represión policial durante el levantamiento contra el entonces presidente Ben Ali en 2011 eran de Kasserine.

La represión policial de las últimas manifestaciones ha vuelto a poner en marcha el círculo vicioso de enfrentamientos entre los jóvenes y la policía, que generan más represión y luego más manifestaciones y enfrentamientos.

A la pregunta "¿Cuál cree usted que es la forma más eficaz de luchar contra la inseguridad?" un 99,4 por ciento de las personas encuestadas en Kasserine respondió claramente: el respeto a los derechos humanos.

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