Itongadol/AJN.- Ayer, sábado, dio comienzo el VI Simposio Internacional de Estudios Sefaradíes, organizado por el Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí.
En el acto inaugural, el presidente del CIDiCSeF y codirector del evento, Mario Cohen, dio la bienvenida y puntualizó que el mismo coincide con el 40° aniversario de su entidad y el cuarto de siglo de la Universidad Maimónides en Buenos Aires, histórica sede del encuentro.
“Me siento muy feliz de compartir con ustedes el simposio en nombre de la Fundación Científica Felipe Fiorellino, que fue creada en 1980, y del Consejo Superior Universitario de la Universidad Maimónides, de la cual soy vicepresidente, y con toda la familia somos voluntarios con la obligación de hacer justicia”, expresó Esther Saragusti, quien luego narró el desarrolló de esta última a lo largo de los años, a partir de la idea del doctor Ernesto Goberman, quien creó carreras en su momento cuestionadas, como enfermería, kinesiología, etc.
“Con el CIDiCSeF tengo un cariño especial, pues me siento muy identificada porque soy sefaradí”, agregó quien fue designada “miembro de honor” de esa institución.
Luego, José Menascé, miembro fundador y presidente honorario del CIDiCSeF, se refirió a los inicios del mismo y a la situación de los sefaradim hace cuatro y cinco décadas.
“Era una época en la cual pusimos toda la pasión y el esfuerzo por evitar la decadencia y desaparición de la cultura sefaradí y de sus organizaciones comunitarias: movilizamos a la juventud para lograr comisiones de cultura en las asociaciones comunitarias, tal como sucedió en ACISBA (Asociación Comunidad Israelita Sefardí de Buenos Aires), donde se produjeron dos Exposiciones del Libro Sefaradí, una en Buenos Aires, en la casa de la calle Las Heras, y otra en la ciudad de (San Miguel de) Tucumán, con el apoyo de la comunidad sefaradí y la universidad locales y los organismos de cultura provincial y municipal; y fundamos un organismo político -la Federación Sefaradí Latinoamericana (FESELA)- para lograr el renacimiento de la población sefaradí y su enorme acervo cultural”, contó.
“Dentro de ese marco faltaba, evidentemente, una política y acción culturales específicas y como consecuencia de todo ello insistí en la creación de un organismo necesario e inevitable para impedir la desaparición de ese riquísimo patrimonio”, continuó el veterano dirigente.
“Poco y nada era lo que existía del ambiente, nos encontramos ante una ausencia de elementos registrados y clasificados e inmensas lagunas bibliográficas”, como algunos pocos libros y trabajos científicos, admitió.
“Largos diálogos en ladino y las infinitas enseñanzas del rabino Mijael Molho, de (el Centro Comunitario) Chalom, además de mi pasión, me dieron la fuerza para concretar el proyecto, y así nació el Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefaradí en 1975, en un local de la calle Larrea, que nos facilitara cierta dirigencia comunitaria”, relató su presidente honorario.
“Redactamos un reglamento tomado de los cánones de lo que tienen las academias nacionales y establecimos tres áreas de trabajo: Lengua, Historia y Musicología; se programaron respectivos cursos de enseñanza, haciéndose cargo Eleonora Alberti de esta última, con las dos restantes a mi cargo, y Salomón Sadi z”l se hizo cargo, con gran dedicación y eficiencia, del trabajo administrativo”, prosiguió.
“Desde esa época de limitados medios humanos y escasos recursos financieros fuimos creciendo a través de la realización de cursos, conferencias, artículos publicados en distintos medios y exposiciones fotográficas y audiovisuales; hubo un liderazgo internacional, especialmente en América Latina; y en 1984 lanzamos la revista Sefárdica, término que acuñamos para designar el contenido específico de la misma”, completó Menascé, quien finalizó con “un cálido recuerdo y permanente agradecimiento al gran número de colaboradores y allegados que estuvieron durante todos estos años”.
Acto seguido dio inicio el simposio con la exposición del especialista en Historia de la Cultura José Emilio Burrucúa “Rembrandt y la piedra gloriosa. La representación prohibida de D’s”, sobre el único libro que fuera ilustrado por el prestigioso pintor holandés: La piedra gloriosa (1655), escrito por su amigo Samuel Manasés ben Israel.
Rembrandt realizó cuatro estampas grabadas sobre una misma plancha, con un revolucionario sentido para representar al Creador.
El acto de apertura concluyó con la actuación de Berta Guindin, quien entonó varias canciones del acervo musical ladino.