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Itongadol/AJN.- Comencemos con un asunto de vida y muerte. Si no hubiese dos Estados, habría uno. Sino hubiese uno, sería árabe. Si fuese árabe no podríamos ni hablar sobre el destino de nuestros niños y el de ellos.
Un Estado árabe desde Jordania al Mediterráneo. No un Estado binacional. A excepción de los palestinos y los israelíes, que se han infringido tanto daño mutuamente por tanto tiempo, hasta de repente dar vuelta la página a una cohabitación harmoniosa coigualitaria en un Estado parece delirante.
Además, dos Estados ausentes, y como la igualdad del binacionalismo es una fantasía, los prospectos de un Estado árabe que deshaga nuestro sueño sionista se vislumbra a lo largo.
En un intento por demorarlo, la tierra desde el río al mar podría ser gobernada por una dictadura judía fanática, caracterizada por un fanatismo racial, forzando su voluntad tanto sobre la mayoría árabe como sus oponentes judíos. Se enfrentaría al boicot internacional, a un baño de sangre global o ambos, hasta que se le fuerce a dar paso a lo inevitable: un Estado árabe.
Entonces, ¿qué tal una solución de dos Estados? Muchos pueden argumentar que esto no puede pasar de este lado del horizonte. Para ellos Yasser Arafat era demasiado fuerte y malvado para tal solución, y su razonable y pensante sucesor, el líder de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas, es demasiado débil. Por lo tanto, predican mantener la opción de dos estados viva a través del "manejo el conflicto".
Por desgracia, el verano pasado experimentados el significado de esto. Nos sentencia a la próxima guerra del Líbano y la que le seguirá; a la próxima guerra de Gaza y muchas que le seguirán; así también como una tercera, cuarta y quinta Intifada en Jerusalem y Cisjordania, todas derramándose a nuestras calles. El colapso resultante de la Autoridad Palestina significaría la emergencia de Hamas o un sucesor más extremo, con víctimas incontables de ambos lados. Esto es de lo que se trata el "manejo del conflicto".
En vez de esto, la resolución del conflicto merece una mirada más cercana. En los últimos 100 años no ha habido momento más prometedor para terminar el conflicto que hoy.
No es que nuestros vecinos se han convertido al sionismo. Ni que de repente han apoyado nuestro derecho a esta tierra. Pero la mayoría de los jugadores regionales – Egipto, Jordania, Arabia Saudita, otros en la región como África del Norte – se enfrentan a una amenaza destructiva que es comúnmente reconocida como más ominosa que Israel. Tanto Irán como el Estado Islámico son responsables de noches sin sueño en las capitales de esos Estados. Contra este panorama, Israel es ahora percibido como parte de la solución, si se puede legitimar la solución con nosotros al terminar la ocupación y lidiar con las aspiraciones palestinas para tener un Estado.
*Amos Oz es coautor de "Los judíos y las palabras" y autor de muchas otras obras de ficción y no ficción.