Hay temas que trascienden los tiempos y los ropajes de una época en particular o de un espacio geográfico determinado. Se trata de temas universales sobre la condición humana, que tocan las hebras esenciales que hacen a los dilemas y problemáticas del ser humano.
El arte es siempre el espacio prínceps para que ellos puedan ser reflejados y tratados, pues no tiene las ataduras de la mera reflexión, así como tampoco es de su interés forjar una opinión preconcebida sobre los tópicos que trata; sobre todo cuando se refieren a problemáticas inherentes a lo humano. Por ende, muchas de las veces, rozan aspectos oscuros que se encierran también en lo humano -cabe señalar que nos referimos al verdadero arte, aquel libre, en contraposición con el propagandístico-.
Tal vez no sean tantas las obras artísticas que logran trascender sus tiempos y continuar vigentes en su núcleo temático. Hoy estamos frente a una de ellas, que pertenece a la rama del arte teatral.
Arte en el cual es indiscutible que su calidad artística está compuesta por la posibilidad de creación múltiple, si se me permite el término, pues tanto el texto, como el director que se ocupa de la concreción palpable del mismo, así como los actores que lo reviven y la puesta en escena que lo enmarca, realizan una creación colectiva que especulariza aquellos puntos nodales de la condición humana, haciéndolos cercanos, transmisibles y presentes para el público espectador.
Estas líneas que siguen versan sobre la obra teatral “Mírele Efros” creada por la pluma de Jacob (Iaakov) Gordin y hoy recreada en el auditorio Ben Ami con el auspicio del Departamento de Cultura de AMIA, bajo el nombre de “Mírele Efros y sus hijos”, con la adaptación y dirección del talentoso y prestigioso Manuel Iedvabni.
El arte de seleccionar y recrear un texto teatral.
Percibir que en un texto existen aquellos temas trascendentes a la época a la cual se refieren y en la cual fueron primeramente escritos, requiere un talento particular, así como también adecuarlo a una tónica teatral presente, pues implica una re-creación, una nueva creatividad que se sobreimprime a la que ya existe en la obra textual original, haciendo resurgir, para el público actual, la esencia viva de la obra primigenia y en ese resurgimiento la hace recobrar vigor en una nueva creación.
Podemos afirmar que el director es, entonces, un creador de la obra misma. Hoy, el director Manuel Iedvabni crea nuevamente para nosotros la obra de Jacob Gordin escrita en 1898 en ídish.
Por su parte, Manuel Iedvabni ha puesto en escena y ha dirigido ya más de sesenta obras de autores argentinos y extranjeros. Entre ellas se destacan: “La pared”, “Chéjov-Chéjova”, “Una relación tan delicada”, “Una bestia en la luna”, “El Diablo y el Buen Dios”, “Dreyfus”, “Gueto”, “Fantasía para Piano”, “¿En qué idioma me estás hablando?”, “El Alcalde de Zalamea”, “El Avaro”, “Grande y pequeño”, “Hamlet” -presentada en el teatro Centro Cultural de la Cooperación- y en el 2009 con sumo éxito, en el Teatro Cervantes “Un informe sobre la banalidad del amor”. Muchos galardones ha recibido, entre ellos, ha sido premiado con el ACE, María Guerrero, Florencio Sánchez, Trinidad Guevara y a la Trayectoria por la Asociación Argentina de Actores.
Cabe destacar que él ha sido fundador de tres ámbitos independientes de teatro: Teatro del Centro (1968), Teatro Contemporáneo (1980) y Galpón del Sur (1985).
El dramaturgo
Por otro lado, Jacob Gordin fue un revolucionario de la dramaturgia judía, así como un entusiasta traductor al ídish, adaptando al teatro obras de grandes escritores clásicos, tales como Schiller, Tolstoi, Victor Hugo, Strindberg y otros.
Nacido en una familia de “Jasidim” (piadosos), adhirió siendo muy joven al movimiento iluminista – “Hashkalá”. Emigró en 1891 a Nueva York donde escribió su primera y exitosa obra teatral “Siberia” en 1891 (“Mirele Efros” la había escrito en Rusia). Entre sus propias obras célebres podemos mencionar: “Di shvue” (El juramento, 1900), “Got, mench un taivl” (Dios, hombre y demonio, 1903), “Jasie, di iesoime” (“Jasie, la huérfana”, 1903), “Elisha ben Avuia” (1906), “Der fremder” (El extraño, 1906), “On a heim” (Sin hogar, 1907).
La obra que hoy los aúna a ambos ha sido presentada en la AMIA hace 20 años bajo la dirección de Lia Yelin y con la actuación de Betti Dimov -que hoy encarna el rol protagónico, al igual que en aquel entonces. No exageraríamos si afirmáramos que en esta oportunidad Betty se revela como una actriz con mayúscula.
Debemos destacar que Iedvabni le ha impreso, a la obra, su sello, al transformarla y condimentarla con un tono ágil y humorístico, sin dejar de lado el melodrama original, pero no tornándolo lacrimógeno.
“Mírele Efros y sus hijos”
En principio podemos decir que los temas que esta obra aborda son tan añejos como nosotros. Se trata principalmente en ella, del poder, del orgullo y cómo éstos pueden corrosionar los lazos.
Las palabras del director, que el programa del espectáculo pone en nuestras manos ya nos sitúa en la pista con poderosa síntesis, casi al modo de un subtítulo de este núcleo esencial de la pieza teatral que vamos a presenciar. Allí nos dice “La lucha desenfrenada por el poder y el dinero dentro de una familia”.
Mírele Efros (Betti Dimov) es una empresaria judía, quien siendo viuda amasa un imperio comercial y cría a sus dos hijos Iósele (Gustavo Schultz) y Dannie (Ariel Lotersztein) en la abundancia. Una conflictiva relación entre la supremacía y la sumisión con su nuera Sheindele (Myriam Poteraica muy bien caracterizada y creíble) desemboca en la entrega de todo el poder -económico y personal- a sus hijos.
Si bien estos son los centros neurálgicos de la pieza teatral, ésta también nos habla del amor de una madre, del esfuerzo, del intento de la búsqueda de la felicidad de sus hijos, así como de la difícil tarea que este deseo conlleva para toda madre, en cualquier tiempo y espacio históricos, pues ¿qué camino seguir? ¿Cómo lograr su felicidad? ¿Qué hacer para lograrla? ¿Hasta dónde hacer para colmarla?
Y como hemos afirmado antes, esta obra posee trascendencia, en tanto hace resonar temas que atraviesan los momentos históricos y también al espectador. He aquí otro tema que cabe remarcar, porque en el momento en que fue escrita, culturalmente, se hallaba entre una de las pocas que lo planteaba. Hoy tal vez sea más frecuente tratarlo como temática, pero sigue siendo un tema difícil en la práctica: el rol de una mujer sola que intenta insertarse en el mundo comercial de modo autosuficiente.
Mirele:- “Tuve que convencer a los hombres de que una mujer no sólo sirve para esposa, para tener y criar hijos o para sirvienta y todas las deudas se pagaron rublo sobre rublo. Por eso ahora, mi crédito es ilimitado.”
Sin dudas esta problemática está fuertemente entrelazada con el poder, ayer tal vez era más impactante escuchar hablar de ello, pero hoy no es menos vigente, ya que para salirse de los espacios que por siglos la cultura prevalente le ha designado como propios, relegándola de otros, para los cuales no necesariamente está destinada la mujer.
La puesta en escena y las actuaciones
Para la puesta en escena, que multiplica los espacios escénicos en un pequeño escenario, Iedvabni ha elegido un telón de fondo chagalliano que nos proporciona una atmósfera con tintes surrealistas acentuando simbólicamente de ese modo la absurda lucha por el poder.
Las actuaciones de todos los personajes se articulan de un modo compacto y natural. Entre los actores ya mencionados nos resta señalar a Myrtha Schalom (una revelación), en el rol de Malke, la sirvienta; Adrián Wasergold (muy convincente), como Reb Zalmen, el administrador; Alberto Dobinsky (muy simpático con su “¿Cuál es la direferncia?”) como Reb Nujem, consuegro de Mírele; Lidia Goldberg (talentosa), su esposa y Eitan Benzaquen (dulce y cariñoso) como el nieto.
Han hecho posible esta realización además: Rosa Rapoport en una muy buena traducción, María Vidal y Lucio Tirao (síntesis de ingenio y talento), en la escenografía y vestuario, Héctor Calmet (un Maestro), en el diseño de luces, Miguel Rur en la banda sonora, Marina y Nora Roncari, operadoras de luces y sonidos, Lucila Piffer y Paula Zaurdo en la asistencia de dirección.
En síntesis: ¡Un espectáculo digno de ser visto!
Las funciones se realizan los días Domingos a las 19hs.
Auditorio Ben Ami – Jean Jeaures 746
Reservas al 4961-052
Socios de AMIA y Jubilados precios especiales