La información llegó a oídos de un agente de inteligencia argentino en Medio Oriente por boca de un familiar del comando suicida. Incluso la fuente aportó detalles: explicó que días después de la voladura de la AMIA, en la que murieron 85 personas, se realizó en un pequeño pueblo del valle de Bekaa una ceremonia en la que los parientes del terrorista suicida lo homenajearon, a punto tal que lo recuerdan como un héroe de su lucha.
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Una plaza en ese pequeño poblado hoy lleva su nombre. Toda esta informaicón fue revelada a LA NACION por fuentes allegadas a la investigación.
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Estos datos, reunidos por la inteligencia argentina desde hace unos cinco meses y que el juez federal Juan José Galeano tiene en un legajo reservado y en la causa AMIA, fueron corroborados por la información que aportaron la CIA, el Mossad y otros servicios de inteligencia extranjeros.
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Este intercambio, al parecer, resultó más fluido luego de que el 16 del corriente el jefe de la SIDE, Miguel Angel Toma, se reunió en Washington con su par de la CIA, George Tenet, para restablecer los vínculos entre ambos servicios.
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En realidad, y según las fuentes consultadas, las relaciones eran casi inexistentes desde hace un año, cuando por una rencilla interna de la SIDE un agente filtró el rostro y la identidad de Ross Newland, el último delegado de la CIA en la Argentina, a un diario porteño, lo que desató una guerra de nervios.
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Los informes extranjeros sumaron indicios a la información de la SIDE y ahora el juez Galeano está trabajando para convertir esas hipótesis que se basan en informes de inteligencia en pruebas judiciables, es decir, respaldadas por hechos, declaraciones u otras evidencias.
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Por ejemplo, se sabe que el libanés entró en la Argentina por la Triple Frontera, desde Ciudad del Este, hacia Foz do Iguazú y desde allí a Puerto Iguazú, con un grupo de personas.
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Lo hizo ilegalmente, es decir, sin necesidad de presentar ninguna documentación. También la inteligencia argentina precisó que estuvo en Buenos Aires alojado y ahora se realizan tareas para investigar los cruces de llamadas que se realizaron desde teléfonos que pudo haber utilizado el suicida.
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Este hombre está identificado, pero las fuentes se negaron a revelar su nombre para no entorpecer la búsqueda de nuevas pistas y no poner en peligro la vida de agentes que permitieron obtener la información.
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Todos estos datos, una vez corroborados y evaluados por Galeano, formarán parte de una resolución que abarca la pista internacional de la causa, que contendrá los fundamentos para pedir la detención de quienes tomaron en Irán la decisión política del ataque, es decir, los ideólogos del atentado, de quienes lo financiaron desde Ciudad del Este y de quienes habrían dado apoyo logístico desde la embajada de Irán en Buenos Aires.
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Pedidos de captura
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En ese sentido, la pista internacional sumó indicios desde que se descubrió que por lo menos 17 correos diplomáticos de la embajada iraní llegaron a Buenos Aires los días previos al atentado y el último grupo abandonó el país el 17 de julio de 1994 a la noche, un día antes del atentado. Todos con diferentes destinos.
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Los datos que fundamentan las sospechas surgen de las declaraciones de testigos realizadas en el exterior, del testigo C, de informes de la Dirección Nacional de Migraciones, de las revelaciones de ex mujahiddines refugiados en Europa. Ellos dieron un panorama de la forma en que se organizan y deciden los atentados en el exterior y los nombres de quienes los hacen. Hablaron de las relaciones de entonces de los grupos fundamentalistas islámicos y el movimiento chiita con base en el Líbano con el régimen iraní y cómo difunden la revolución islámica en el mundo desde la década del 80.
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Esas pruebas avalarían el pedido de captura de al menos tres ex funcionarios iraníes encumbrados en el régimen hace ocho años y ex diplomáticos de ese país. El conocimiento de la identidad del suicida es un paso más, pero aún hay huecos que impiden hablar de un esclarecimiento del caso.
.Era un joven libanés que vivía en el valle de Bekaa, casi en la frontera con Siria. El muchacho, como su familia, integraba las milicias del Hezbollah y toda su vida se había preparado para ofrendarla en defensa del islam.
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Ese terrorista suicida fue identificado por los servicios de inteligencia argentinos como el conductor que se inmoló manejando una Trafic cargada con por lo menos 300 kilos de explosivos contra el frente del edificio de la AMIA, en Pasteur 633, el 18 de julio de 1994.
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La información llegó a oídos de un agente de inteligencia argentino en Medio Oriente por boca de un familiar del comando suicida. Incluso la fuente aportó detalles: explicó que días después de la voladura de la AMIA, en la que murieron 85 personas, se realizó en un pequeño pueblo del valle de Bekaa una ceremonia en la que los parientes del terrorista suicida lo homenajearon, a punto tal que lo recuerdan como un héroe de su lucha.
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Una plaza en ese pequeño poblado hoy lleva su nombre. Toda esta informaicón fue revelada a LA NACION por fuentes allegadas a la investigación.
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Estos datos, reunidos por la inteligencia argentina desde hace unos cinco meses y que el juez federal Juan José Galeano tiene en un legajo reservado y en la causa AMIA, fueron corroborados por la información que aportaron la CIA, el Mossad y otros servicios de inteligencia extranjeros.
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Este intercambio, al parecer, resultó más fluido luego de que el 16 del corriente el jefe de la SIDE, Miguel Angel Toma, se reunió en Washington con su par de la CIA, George Tenet, para restablecer los vínculos entre ambos servicios.
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En realidad, y según las fuentes consultadas, las relaciones eran casi inexistentes desde hace un año, cuando por una rencilla interna de la SIDE un agente filtró el rostro y la identidad de Ross Newland, el último delegado de la CIA en la Argentina, a un diario porteño, lo que desató una guerra de nervios.
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Los informes extranjeros sumaron indicios a la información de la SIDE y ahora el juez Galeano está trabajando para convertir esas hipótesis que se basan en informes de inteligencia en pruebas judiciables, es decir, respaldadas por hechos, declaraciones u otras evidencias.
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Por ejemplo, se sabe que el libanés entró en la Argentina por la Triple Frontera, desde Ciudad del Este, hacia Foz do Iguazú y desde allí a Puerto Iguazú, con un grupo de personas.
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Lo hizo ilegalmente, es decir, sin necesidad de presentar ninguna documentación. También la inteligencia argentina precisó que estuvo en Buenos Aires alojado y ahora se realizan tareas para investigar los cruces de llamadas que se realizaron desde teléfonos que pudo haber utilizado el suicida.
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Este hombre está identificado, pero las fuentes se negaron a revelar su nombre para no entorpecer la búsqueda de nuevas pistas y no poner en peligro la vida de agentes que permitieron obtener la información.
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Todos estos datos, una vez corroborados y evaluados por Galeano, formarán parte de una resolución que abarca la pista internacional de la causa, que contendrá los fundamentos para pedir la detención de quienes tomaron en Irán la decisión política del ataque, es decir, los ideólogos del atentado, de quienes lo financiaron desde Ciudad del Este y de quienes habrían dado apoyo logístico desde la embajada de Irán en Buenos Aires.
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Pedidos de captura
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En ese sentido, la pista internacional sumó indicios desde que se descubrió que por lo menos 17 correos diplomáticos de la embajada iraní llegaron a Buenos Aires los días previos al atentado y el último grupo abandonó el país el 17 de julio de 1994 a la noche, un día antes del atentado. Todos con diferentes destinos.
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Los datos que fundamentan las sospechas surgen de las declaraciones de testigos realizadas en el exterior, del testigo C, de informes de la Dirección Nacional de Migraciones, de las revelaciones de ex mujahiddines refugiados en Europa. Ellos dieron un panorama de la forma en que se organizan y deciden los atentados en el exterior y los nombres de quienes los hacen. Hablaron de las relaciones de entonces de los grupos fundamentalistas islámicos y el movimiento chiita con base en el Líbano con el régimen iraní y cómo difunden la revolución islámica en el mundo desde la década del 80.
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Esas pruebas avalarían el pedido de captura de al menos tres ex funcionarios iraníes encumbrados en el régimen hace ocho años y ex diplomáticos de ese país. El conocimiento de la identidad del suicida es un paso más, pero aún hay huecos que impiden hablar de un esclarecimiento del caso.
.Era un joven libanés que vivía en el valle de Bekaa, casi en la frontera con Siria. El muchacho, como su familia, integraba las milicias del Hezbollah y toda su vida se había preparado para ofrendarla en defensa del islam.
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Ese terrorista suicida fue identificado por los servicios de inteligencia argentinos como el conductor que se inmoló manejando una Trafic cargada con por lo menos 300 kilos de explosivos contra el frente del edificio de la AMIA, en Pasteur 633, el 18 de julio de 1994.
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La información llegó a oídos de un agente de inteligencia argentino en Medio Oriente por boca de un familiar del comando suicida. Incluso la fuente aportó detalles: explicó que días después de la voladura de la AMIA, en la que murieron 85 personas, se realizó en un pequeño pueblo del valle de Bekaa una ceremonia en la que los parientes del terrorista suicida lo homenajearon, a punto tal que lo recuerdan como un héroe de su lucha.
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Una plaza en ese pequeño poblado hoy lleva su nombre. Toda esta informaicón fue revelada a LA NACION por fuentes allegadas a la investigación.
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Estos datos, reunidos por la inteligencia argentina desde hace unos cinco meses y que el juez federal Juan José Galeano tiene en un legajo reservado y en la causa AMIA, fueron corroborados por la información que aportaron la CIA, el Mossad y otros servicios de inteligencia extranjeros.
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Este intercambio, al parecer, resultó más fluido luego de que el 16 del corriente el jefe de la SIDE, Miguel Angel Toma, se reunió en Washington con su par de la CIA, George Tenet, para restablecer los vínculos entre ambos servicios.
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En realidad, y según las fuentes consultadas, las relaciones eran casi inexistentes desde hace un año, cuando por una rencilla interna de la SIDE un agente filtró el rostro y la identidad de Ross Newland, el último delegado de la CIA en la Argentina, a un diario porteño, lo que desató una guerra de nervios.
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Los informes extranjeros sumaron indicios a la información de la SIDE y ahora el juez Galeano está trabajando para convertir esas hipótesis que se basan en informes de inteligencia en pruebas judiciables, es decir, respaldadas por hechos, declaraciones u otras evidencias.
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Por ejemplo, se sabe que el libanés entró en la Argentina por la Triple Frontera, desde Ciudad del Este, hacia Foz do Iguazú y desde allí a Puerto Iguazú, con un grupo de personas.
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Lo hizo ilegalmente, es decir, sin necesidad de presentar ninguna documentación. También la inteligencia argentina precisó que estuvo en Buenos Aires alojado y ahora se realizan tareas para investigar los cruces de llamadas que se realizaron desde teléfonos que pudo haber utilizado el suicida.
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Este hombre está identificado, pero las fuentes se negaron a revelar su nombre para no entorpecer la búsqueda de nuevas pistas y no poner en peligro la vida de agentes que permitieron obtener la información.
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Todos estos datos, una vez corroborados y evaluados por Galeano, formarán parte de una resolución que abarca la pista internacional de la causa, que contendrá los fundamentos para pedir la detención de quienes tomaron en Irán la decisión política del ataque, es decir, los ideólogos del atentado, de quienes lo financiaron desde Ciudad del Este y de quienes habrían dado apoyo logístico desde la embajada de Irán en Buenos Aires.
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Pedidos de captura
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En ese sentido, la pista internacional sumó indicios desde que se descubrió que por lo menos 17 correos diplomáticos de la embajada iraní llegaron a Buenos Aires los días previos al atentado y el último grupo abandonó el país el 17 de julio de 1994 a la noche, un día antes del atentado. Todos con diferentes destinos.
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Los datos que fundamentan las sospechas surgen de las declaraciones de testigos realizadas en el exterior, del testigo C, de informes de la Dirección Nacional de Migraciones, de las revelaciones de ex mujahiddines refugiados en Europa. Ellos dieron un panorama de la forma en que se organizan y deciden los atentados en el exterior y los nombres de quienes los hacen. Hablaron de las relaciones de entonces de los grupos fundamentalistas islámicos y el movimiento chiita con base en el Líbano con el régimen iraní y cómo difunden la revolución islámica en el mundo desde la década del 80.
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Esas pruebas avalarían el pedido de captura de al menos tres ex funcionarios iraníes encumbrados en el régimen hace ocho años y ex diplomáticos de ese país. El conocimiento de la identidad del suicida es un paso más, pero aún hay huecos que impiden hablar de un esclarecimiento del caso.
.Fte La Nacion
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