Itongadol.- Concluido el escrutinio sobre casi la medianoche, el presidente de la AMIA, Leonardo Jmenitzky, dialogó con ItonGadol sobre su evaluación de la elección en la que votaron 8.000 socios menos que en la anterior. Además, culminó con un balance de su gestión.
El oficialista Bloque Unido Religioso se impuso el domingo en las elecciones con el 76.69 por ciento de los votos (consiguió 4.990 de los 6.471 votos efectivos), lo cual le adjudicó 70 bancas en la Asamblea de Representantes de Asociados.
-¿Cómo evalúa la elección que acaba de efectuarse?
-Creo que fue de un modo normal. La elección anterior tuvo cuatro meses de campaña, esta elección tuvo un mes de campaña o ni siquiera eso. Hubo mucha gente que fue informada por AMIA, pues los tiempos apremiaban y se enteraron muy tarde. Nosotros sabíamos que iba a haber elecciones, pero había mucha gente que tenía incertidumbre. Por otro lado, cambiaron también las reglas de participación. Mucha gente tuvo que venir de diversos barrios a ponerse al día y votar acá, y mucha gente no quiso hacerlo. (El presidente de la AMIA se refiere que, hasta la elección anterior, los morosos podían pagar lo que adeudaban en el lugar donde votaban, cosa que el INAES estableció que sólo podía efectuarse en la sede de la AMIA). Todo esto son reglamentaciones que surgieron de acuerdo a las disposiciones que nos fue imponiendo el INAES, algunas de último momento, modificando ciertos manejos de los padrones.
-¿Hubo un intento de campaña de desprestigio hacia la AMIA en el último año, a partir del pedido judicial de suspender las elecciones?
-Creo que sí hubo un intento de desprestigio, pero de todos modos AMIA tiene la suficiente identidad que no puede ser desprestigiada. AMIA es muy grande hace, muchas cosas y las hace muy bien, es demasiado seria. Hemos tenido una veeduría del INAES y creo que muy pocas instituciones de la Argentina pueden soportar una veeduría de esta naturaleza. AMIA pudo dar respuesta a todos los requerimientos. AMIA no puede ser desprestigiada, creo que lo intentaron, pero vamos a ver que AMIA inmediatamente recobra su normal funcionamiento y su rol de institución más importante dentro de la comunidad judía de la República Argentina.
-¿Cuál es su balance?
-El primer tema que me parece importante es que hemos tratado de evitar siempre, aunque fuera un intangible, que AMIA no fuera presa política de nadie. O sea, defender la independencia política de AMIA. Estoy hablando de todos los partidos, no hace falta que dé nombres, pero es fácil darse cuenta de que en AMIA se quería jugar una guerra política. Aún muchos de los que estaban de acuerdo con nosotros en estar contra el Memorándum, querían usar el Memorándum como un elemento de acción política extra AMIA, cosa que hemos tratado de evitar permanentemente. Creo que hemos conseguido, en gran parte, conservar esa independencia de la AMIA, lo cual también tiene un costo. El costo es que estás alejado del poder. Creo que eso fue valioso, cómo el trabajo que se hizo para frenar el Memorándum con Irán. No hay que olvidarse de que la gestión de Borger comenzó y nosotros la seguimos y, finalmente, se consiguió la declaración de inconstitucionalidad y afortunadamente el Gobierno Nacional no apeló. Era lógico que no apele, pero por otro lado estábamos dispuestos a ir a la Corte Suprema para conseguir un dictamen favorable para nuestra posición. A nivel del trabajo propio de AMIA, creo que el centro habitacional que se inauguró durante esta gestión es un primer paso para replicar ese proyecto, porque hay mucha gente que tiene problemas de vivienda. Es un proyecto ejemplar que está muy bien llevado a cabo. La Casa de la Cultura, que es un proyecto que está en marcha, es muy interesante porque se financia a través de mecenazgo, o sea que las empresas pueden aportar fondos para el proyecto deduciéndolo de sus impuestos.
-Eso es parte del balance, pero ¿usted cómo se siente?
-Me hubiera gustado hacer muchas más cosas. Tuvimos una situación difícil. Empezamos con el tema del Memorándum, que fue muy duro; seguimos con el problema del rabino Benhamú, que no se terminó pero que creo que está bien encaminado y en su momento generó muchos problemas; después vino la muerte de fiscal Alberto Nisman, que fue un tema que nos afectó mucho porque nuestro trabajo respecto al Memorándum tenía mucho que ver con el fiscal y su desaparición significó un vacío para nosotros en ese momento; después todos estos temas judiciales que empezaron a poco de iniciada mi gestión; el pedido de siete asambleas extraordinarias, que estaban con firmas falsas, lo cual denotaba que la actitud no era solucionar problemas sino otra cosa. Eso fue una actitud permanente hasta que llegó a impedir dos elecciones y llegar a esta situación de elecciones a través de la procuraduría del INAES. Todo eso afectó mucho a la AMIA. La gente estaba, diciéndolo en criollo, atajando penales. Quería hacer una reestructuración administrativa de AMIA, trabajando en gestión de calidad, y lo empezamos, pero en medio de eso me enfermé y no lo pude seguir. Me quedé con muchas ganas de hacerlo.