El acuerdo de Sharm el Sheik marca el final oficial de la Intifada, aunque esto no asegura que no vaya a haber conflictos y enfrentamientos en el futuro porque en definitiva no se ha definido nada de la cuestión principal: ¿Dónde vamos después de Gaza? En vedad, fue más una cumbre de gestos para establecer un cese del fuego que para desarrollar un acuerdo de índole político que defina que compromisos tiene cada una de las partes. Eso no se ha hecho. Tampoco se ha aclarado mucho de que manera Israel va a coordinar con la Autoridad Nacional Palestina la retirada de la Franja de Gaza.
No obstante no es mi intención menospreciar o subestimar la importancia del acuerdo porque introduce a Egipto al corazón del proceso de paz, crea un ambiente mejor y reivindica la postura de Israel que Arafat era un enorme obstáculo en este proceso de paz. Además, en este momento hay una nueva estrategia palestina de intentar llevar a Israel a la mesa de negociaciones. La estrategia anterior era opuesta: lucha armada hasta doblegar a Israel. Hasta grupos terroristas como Hamas y la Jihad tiene una nueva táctica. Ellos quisieron poner fin a la intifada y entrar en el juego político. Creo que Hamas está intentando copiar al Hezbollah. Es decir un partido político que tiene diputados en el parlamento pero al mismo tiempo mantiene una opción militar independiente.
El problema más importante es hasta donde pueden llegar los palestinos y los israelíes a la hora de las concesiones. Por el lado israelí dependerá del partido que esté en el poder a la hora de la negociación. Creo que Israel no podrá ir más allá de los parámetros del presidente Clinton del mes de diciembre de 2000 que nosotros habíamos negociado. Aquel fue el límite más lejano de lo que puede ser el margen de compromiso de Israel. No creo que el premier Ariel Sharon pueda llegar a eso. Me parece que él ve la retirada de Gaza como la introducción a un acuerdo interino de largos años y esa no es la visión palestina. Abu Mazen ya dijo que quiere inmediatamente empezar a negociar el acuerdo final y que se opone a la creación de un Estado palestino con fronteras provisionales, que es lo que dice la Hoja de Ruta. Siempre he pensado que los palestinos nunca estarán dispuestos a entrar en esa situación rara de un Estado con fronteras provisionales porque sospecharán, lógicamente, que eso es una trampa, porque en esa situación podrá venir un gobierno israelí y decir que eso queda así definitivamente.
A toda esta situación hay que sumar a Irán, al que yo veo más como un enemigo del proceso de paz que como un enemigo de Israel. Irán piensa que el proceso de paz puede llevar a la creación de un espacio de paz y seguridad entre israelíes y árabes y eso puede marginarlo, volviéndolo a enfrentar con sus enemigos naturales que son los Estados árabes y no Israel. Sabemos, desde los tiempos en que le enviaron el barco Karim I a Arafat, cuando él todavía estaba liderando la causa palestina, que Irán intenta estimular a Hezbolah en el Líbano y a las facciones palestinas más radicales para que sigan en la lucha armada. También existe la posibilidad que si se calienta el tema iraní se pueda desviar la atención y se entorpezca el avance del proceso entre israelíes y palestinos.
Fte: Revista Horizonte para una convivencia en Medio Oriente