Itongadol.- Los recientes titulares de un acuerdo entre Rusia y Ucrania sobre la exportación de grano ucraniano centraron la atención en el papel vital de estos proveedores clave en los mercados mundiales de alimentos. Un oportuno documento elaborado por investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalem (HU) sobre el papel político de los alimentos en la Rusia de Putin presenta un análisis detallado de las políticas del Kremlin en materia de seguridad alimentaria desde una perspectiva histórica-política.
El documento muestra cómo la determinación de Putin de desarrollar la agricultura rusa dio, por el momento, sus frutos, no sólo protegiendo a Rusia de las amenazas de sanciones alimentarias, sino también proporcionando un control político sobre los países que dependen de las importaciones de grano ruso.
El artículo se publicó en la revista Journal of Democracy.
Los autores, el profesor Yitzhak Brudny y dos antiguos estudiantes de doctorado, la Dra. Janetta Azarieva y el profesor Eugen Finkel, presentan en este trabajo, «Bread and Autocracy in Putin’s Russia» (Pan y autocracia en la Rusia de Putin), una visión general de las políticas de autosuficiencia nutricional de Putin que ahora permiten a Rusia utilizar los alimentos como escudo y como arma.
Un libro del mismo título será publicado por Oxford University Press.
Este trabajo ofrece una perspectiva importante para entender la política mundial. Como explicó el profesor Brudny, «pone de relieve la importancia de la independencia alimentaria para los regímenes autoritarios… Damos los alimentos por descontado, pero los países no democráticos sólo pueden sobrevivir si mantienen los precios bajos». Y eso es problemático en mercados cerrados sin competencia.
El documento describe cómo todos los acontecimientos importantes de la historia rusa y soviética desde la revolución de 1917 fueron impulsados por la disponibilidad de alimentos o están estrechamente relacionados con ella. De hecho, explica cómo la escasez de alimentos en la URSS durante la década de 1980 condenó los planes del presidente Mijaíl Gorbachov para revitalizar el comunismo.
También muestra que en 1992, Putin, como vicealcalde de San Petersburgo, se comprometió con una política de seguridad alimentaria para la ciudad. El plan fue un desastre, pero en cuanto Putin llegó a la presidencia en el año 2000, emprendió el camino de asegurar la independencia alimentaria de Rusia frente a las importaciones. El éxito de sus políticas se debe en gran medida a las habilidades y experiencia profesional del Ministro de Agricultura (1999-2009) Aleksei Gordeev.
Pero la autosuficiencia total conlleva sus propios problemas. El sistema es vulnerable, explicó Azarieva: «Unas pocas empresas agroindustriales, controladas por el Estado, monopolizan a su vez la producción de alimentos en Rusia… la falta de competencia se traduce en subidas de precios». Putin respondió, según ella, aumentando los salarios y las prestaciones sociales, todo ello financiado con los considerables ingresos de Rusia por el gas y el petróleo.
Sin embargo, los ingresos del país procedentes de las exportaciones de grano disminuyeron, aunque Occidente no impuso sanciones a la entrada o salida de alimentos de Rusia. No tiene sentido sancionar las importaciones de alimentos cuando un país es autosuficiente, señaló Azarieva.
Pero las sanciones a los bancos sí afectan a la red internacional necesaria para que las exportaciones rusas sigan fluyendo. Además, los silos no se están vaciando lo suficientemente rápido como para almacenar la próxima cosecha abundante.
Los países de las antiguas repúblicas soviéticas esperan ansiosamente los suministros, al igual que Turquía, y los países del norte de África y más allá. Se trata de un complejo entramado interdependiente.
Este documento ayuda a aclarar y contextualizar muchas de estas complejidades.