Itongadol.- (Por Waldo Wolff, ministro de Seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) El 30 de setiembre de 1938 se firmaba el Pacto de Múnich.
Alemania había anexado la región Checa de los Sudetes a su territorio y los jerarcas Goering por Alemania, Daladier por Francia, Mussolini por Italia y Chamberlain por Inglaterra firmaban un pacto en el que justificaban esta invasión ante la enfática promesa del nazismo de que está sería la última provocación.
Mientras el mundo asistía a esta pantomima de pacto del que -entre otras locuras- no participó el anexado, el enorme Sir Winston Leopold Spencer Churchill decía solo desde su banca parlamentaria mientras el canciller británico era recibido por una multitud boba que lo aclamaba en el aeropuerto de Heathrow “Neville Chamberlain pudo elegir entre la deshonra y la guerra, eligió la deshonra y nos llevará a la guerra”.
Europa -una vez más- ya está copada por sectores fascistas escudados falsamente en el Islam como dice sin pelos en la lengua el gran Marcelo Birmajer que persiguen primero judíos, seguirán luego con cristianos, mujeres liberales y toda la cultura occidental.
Los judíos son los Checos del 38 de estos días y tan pocos que levantamos la voz, aprendices del gran Churchill.
El 1 de setiembre de 1939 Alemania invadió Polonia y comenzaba la Segunda Guerra Mundial. Las palabras de Chamberlain “traigo paz para nuestros tiempos” aclamadas menos de un año antes caían en el saco de los enormes errores de la historia.
La Tercera guerra mundial ya empezó, en silencio y otra vez con gran parte del mundo cómplice.
Aquella vez solo ingresó occidente en la defensa del mundo libre después de que Japón atacara Pearl Harbour. Parece que el 11/9 como el 7/10 no alcanzaron a sacudir al mundo libre.
“El antisemitismo es una pasión, y estas no se apaciguan con la lógica”, reza un refrán tan sabio como popular.
Vendrán tiempos perores y habrá que pelear. Hasta tanto, los judíos estamos tan solos como los Checos en 1938.