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La contradicción de George Soros: Entre su identidad judía y su rol como defensor del “Mundo Libre”

Por Iton Gadol
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Por León Halac

George Soros es una de las figuras más influyentes y controvertidas del mundo contemporáneo. Filántropo, magnate de los mercados financieros y autoproclamado defensor de la «sociedad abierta», su vida y acciones generan admiración y rechazo en igual medida. Sin embargo, cuando se examina su comportamiento a través del lente de su identidad judía y su relación con el Estado de Israel, emergen profundas contradicciones que vale la pena explorar.

Soros y su relación con la identidad judía

Soros ha sido descrito por muchos como un «judío vergonzante». A pesar de haber sobrevivido a la ocupación nazi en Hungría, y de ser testigo de la persecución y muerte de millones de judíos, su relación con el judaísmo ha sido distante. En varias ocasiones, ha afirmado no sentirse vinculado al judaísmo en un sentido religioso o cultural, y ha sido crítico con el sionismo. Este distanciamiento ha generado un profundo malestar en la comunidad judía, especialmente por su apoyo a organizaciones que se perciben como críticas o incluso hostiles al Estado de Israel, como “Breaking the Silence” y “B’Tselem”.

Estas organizaciones, aunque se presentan como defensoras de los derechos humanos, son vistas por muchos dentro de Israel y la diáspora judía como herramientas utilizadas para deslegitimar al único Estado judío. Sus acciones y testimonios, en lugar de fomentar un debate constructivo, a menudo son aprovechados por movimientos antisionistas para debilitar la imagen de Israel en el escenario internacional.

El apoyo financiero y moral de Soros a estas organizaciones ha llevado a que se le acuse de traicionar a su propio pueblo, ya que su influencia está alineada con fuerzas que, intencionalmente o no, buscan erosionar la legitimidad de Israel en un contexto global donde el antisemitismo sigue en aumento.

El doble rol de Soros: ¿Defensor del Mundo Libre?

Soros se presenta, en contraste, como un defensor del «mundo libre». A través de su red de fundaciones, “Open Society Foundations”, ha promovido la democracia liberal, los derechos humanos y el pluralismo en todo el mundo. Esta agenda, en teoría, busca fomentar sociedades abiertas y transparentes donde se respeten los derechos de todas las personas. Sin embargo, su activismo a menudo ha sido criticado por estar más alineado con una agenda globalista y elitista que no siempre respeta las dinámicas democráticas locales.

Este enfoque, aunque aparentemente altruista, plantea una contradicción. Mientras critica al nacionalismo israelí y al sionismo, promueve una intervención global que busca moldear el destino de las naciones según su visión. Esto revela un “doble estándar”, donde las críticas hacia Israel se exacerban, pero las mismas actitudes hacia otros actores políticos no son abordadas con la misma dureza.

La Pirámide de Maslow y la Necesidad de Poder

El comportamiento de Soros puede entenderse en parte a través de la pirámide de Maslow. Habiendo alcanzado las necesidades más básicas, como la seguridad y la estabilidad económica, Soros parece estar impulsado por una necesidad de

“autorealización” que, en su caso, está ligada al poder y la influencia global. Su deseo de controlar y moldear el mundo según su visión es un reflejo de esta búsqueda de “poder y trascendencia”.

A lo largo de su vida, Soros ha demostrado una capacidad asombrosa para adaptarse y sobrevivir, pero también para ejercer su influencia de manera fría y calculada. Su capacidad para destruir economías, como ocurrió con la libra esterlina en 1992, y sus especulaciones contra monedas en Asia, muestran que está dispuesto a tomar decisiones que, aunque rentables para él, causan un daño significativo a millones de personas. Esta “racionalidad extrema” es preocupante cuando se combina con una falta de sensibilidad hacia los efectos colaterales de sus acciones.

La Contradicción Fundamental

La contradicción entre su identidad judía, su distanciamiento de la causa judía y su pretensión de defender el «mundo libre» es evidente.  Soros parece creer que, al apoyar organizaciones críticas de Israel, está fomentando un diálogo que mejorará la situación en Oriente Medio. Sin embargo, como demuestra la historia, el antisemitismo no responde a la razón ni a los hechos. Los judíos, por mucho que intenten desligarse de su identidad o ser leales a regímenes u organizaciones externas, siguen siendo perseguidos.

El caso de “Don Isaac Abravanel”, un cortesano judío que sirvió fielmente a la Corona española y que, a pesar de su lealtad, fue obligado a huir durante la expulsión de los judíos en 1492, es solo uno de los muchos ejemplos de cómo los judíos que intentan integrarse en las élites políticas terminan siendo traicionados. Del mismo modo, Soros parece haber olvidado que el antisemitismo se reinventa constantemente, como ocurrió con “Francisco de Quevedo” en España, quien, a través de la Inquisición, persiguió a los «nuevos cristianos» bajo la excusa de que la sangre no se podía cambiar.

Soros, al intentar protegerse o alinearse con sectores que él percibe como menos hostiles, está cayendo en la misma trampa que muchos cortesanos judíos a lo largo de la historia. Al apoyar movimientos que atacan a Israel, parece creer que está comprando seguridad para sí mismo y para los ideales que promueve. Pero, al igual que los cortesanos del pasado, su distanciamiento de la causa judía no lo exime de ser una figura controvertida, especialmente cuando su **ego** y su necesidad de poder siguen siendo los motores principales de sus acciones.

Conclusión

George Soros es una figura cuyo legado estará marcado por contradicciones profundas. Su comportamiento como judío que se distancia de Israel y su búsqueda de influir en la política global revelan una mente brillante pero atrapada en sus propios temores y ambiciones. Mientras que muchos lo ven como un defensor de la libertad, otros lo perciben como alguien que, en su afán por controlar el destino del mundo, está dispuesto a sacrificar tanto a su propio pueblo como a las sociedades que dice querer mejorar.

Es crucial reflexionar sobre el verdadero impacto de sus acciones y sobre la naturaleza de su poder. ¿Es Soros un filántropo altruista, o es simplemente un hombre que, como tantos otros antes que él, está “impulsado por el deseo de controlar el destino de millones” en función de sus propios intereses?

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