EFE.-
Auschwitz, situado a unos 60 kilómetros de la ciudad polaca de Cracovia y liberado el 27 de enero de 1945 por el Ejército Rojo, fue la mayor fábrica de la muerte montada por el Tercer Reich en Europa.
En Polonia el aniversario es doblemente doloroso: por un lado, en el campo, además de un millón cien mil judíos, murieron también cientos de miles de polacos -Auschwitz fue en sus orígenes un centro de reclusión para presos políticos polacos- y, por otro, por las tesis históricas que atribuyen a este país parte de culpa.
En algunos medios extranjeros se ha hablado últimamente, en referencia a Auschwitz y otros, de los «campos polacos», algo que, a juicio del ministro de Asuntos Exteriores, Adam Rotfeld, es una falsificación «intolerable» de la historia, que ofende injustamente a la inmensa mayoría de los polacos y con la que es hora de acabar.
En vísperas del aniversario de la liberación de Auschwitz, Rotfeld señaló que «toda persona y organización que esté dispuesta a demandar a los autores de esas opiniones que denigran a Polonia podrán contar con el apoyo del Ministerio» que dirige.
El eurodiputado Bronislaw Geremek recalcó en el discurso que pronunció en la ONU sobre Auschwitz: «No fue un campo polaco y, aquel que lo define de esa manera, engaña a la gente y ofende a los polacos».
Es posible que al menos en alguno de los medios que han hablado de «campos polacos» se haya hecho simplemente por abreviar, pero «hay que saber que para los polacos es muy importante que se diferencie entre culpables y víctimas», comentó a EFE un diplomáticos europeo.
Esta polémica actual levanta ampollas también porque existe ya una tesis según la cual los nazis eligieron Polonia como lugar para la construcción de sus campos de exterminios más terribles porque era uno de los países con más judíos, pero igualmente con muchos antisemitas.
Los campos de Polonia tuvieron una participación muy importante en el Holocausto, porque en Auschwitz perecieron un millón cien mil judíos, en Majdanek ochocientos mil y en Treblinka otros setecientos mil; en total, tres millones de hebreos de los tres millones y medio que vivían en Polonia antes de la guerra.
Pero en los mismos campos murieron también casi un millón de polacos, la sexta parte de todos los que perecieron en la II Guerra Mundial.
Durante la era comunista en Polonia, el régimen trató de negar el Holocausto y presentó a los víctimas judías polacas como polacos a secas para tratar así de demostrar que los nazis se ensañaron en particular con este país.
Esa maniobra de los comunistas, admiten algunos analistas de este país, pudo ofender a los judíos hasta el punto de inducirlos a pensar que los polacos habían tenido alguna complicidad en su tragedia.
El antisemitismo polaco, común a otros países del este de Europa, hizo que durante la ocupación nazi hubiera muchos individuos que delataron a judíos -incluso a algunos que lograban escapar de Auschwitz-, tantos que se acuñó un nombre para ellos, «szmalcownik», que se puede traducir como «el que vende a judíos».
En Polonia se señala, sin embargo, frente al fenómeno de los delatores, que actuaban por iniciativa individual, el caso de otros países ocupados por los nazis, en particular la Francia de Vichy, cuyo régimen colaboracionista entregó de forma masiva y organizada a judíos franceses.
Dariusz Szymczyzha, ministro polaco de la Presidencia para Asuntos Europeos, declaró hoy a EFE que Polonia «lamenta el que durante la guerra, además de muchos héroes hubiera también gente pequeña». «Pero -añade- nosotros no tuvimos una política de colaboración con los nazis».
La prensa polaca recuerda estos días que 120.000 hebreos fueron salvados por vecinos y amigos polacos, aunque ayudarles equivalía a la pena de muerte. En honor a estas personas hay sembrados en el jardín del museo Yad Vashem en Tel Aviv unos 4.000 arboles por otros tantos polacos declarados «justos entre los justos del mundo».
La organización de periodistas polacos hizo hoy un llamamiento a sus colegas de todo el mundo para que, con motivo de la conmemoración de la liberación de Auschwitz, «corrijan las mentiras y condenen la formulación ‘campos de la muerte polacos'».
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