Itongadol/AJN.- Israel expresó dudas respecto a que el plan de alto al fuego para Siria funcione. Un alto funcionario sugirió que una partición sectaria del país sería preferible.
Si bien Israel se mantuvo formalmente neutral en la guerra civil de Siria, aún tiene cierta influencia entre las potencias mundiales que han montado las intervenciones armadas y que el viernes acordaron un "cese de hostilidades" a comenzar dentro de una semana.
El acuerdo, asegurado en una conferencia de seguridad de Múnich, ya se vio acosado por las recriminaciones entre Rusia, que apoya al presidente sirio Bashar Al Assad y que quiere ver su dominio restaurado, y las potencias occidentales que han llamado al cambio en Damasco involucrando algunos grupos de oposición.
"La situación en Siria es muy compleja, y es difícil ver cómo el asesinato de guerra y la masa no se detienen", expresó el ministro de Defensa israelí, Moshe Ya\’alon, en Munich al reunirse con sus homólogos europeos y el rey de Jordania, Abdullah.
"Siria – como la hemos conocido- no se unirá de nuevo en el futuro y tengo sospechas de que veremos enclaves, ya sea organizada o no, formada por los diversos sectores que viven y luchan allí", agregó.
Ram Ben-Barak, director general del Ministerio de Inteligencia de Israel, señaló la partición como "la única solución posible" al conflicto.
"Creo que en última instancia Siria debe convertirse en regiones, bajo el control de quien esté allí – los alauitas dónde están, los sunitas donde se encuentran", explicó Ben-Barak a la radio del Ejército de Israel, refiriéndose a secta minoritaria de Assad y la mayoría musulmana, respectivamente.
Con la ayuda de Rusia, las fuerzas del gobierno sirio y sus aliados rodearon las zonas controladas por los rebeldes de Alepo. "Eso daría a Al-Assad un control efectivo de la región oeste de Siria", dijo Ben-Barak, aunque gran parte de esta zona está dominada por insurgentes del Estado Islámico (ISIS).
Aunque comparta las preocupaciones extranjeras sobre los avances de los Estados islámicos, Israel se preocupa de que la amenaza común de los insurgentes cree un eje de facto entre las potencias mundiales y su archienemigo, Irán, que también tiene tropas ayudadndo a Al-Assad.