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Shavuot, por el Rabino Sergio Bergman

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 Itongadol.- Shavuot —literalmente semanas— es la segunda celebración de los Shloshet HaRegalim, consideradas las tres festividades mayores, que son las tres fiestas en las que, en tiempos del Beit HaMikdash —Gran Templo—, se peregrinaba a Jerusalem. Judíos de todas partes llevaban ofrendas en Pesaj y Sucot, y primicias en Shavuot.

 
Shavuot —literalmente semanas— es la segunda celebración de los Shloshet HaRegalim, consideradas las tres festividades mayores, que son las tres fiestas en las que, en tiempos del Beit HaMikdash —Gran Templo—, se peregrinaba a Jerusalem. Judíos de todas partes llevaban ofrendas en Pesaj y Sucot, y primicias en Shavuot.
 
Reguel significa pierna, y sobre estos tres pilares se sostiene la narración de la historia de la civilización judía.
 
Pesaj expresa, desde una perspectiva espiritual, el tiempo de la libertad y el cuestionamiento, y desde lo agrario coincide con la primavera en Israel, es el momento de la primera cosecha de haces de cebada.
 
Shavuot, la más corta de las tres, coincide con el fin de la siega, es el período en el que se ofrendaban las primicias del trigo y, espiritualmente es el tiempo de dar y recibir Torá, a partir de la entrega de la Ley en el monte Sinaí.
 
Sucot, la fiesta de las cabañas, coincide con el final de la cosecha, de la recolección de la vendimia. Entonces se ofrecían los demás cereales. Sucot,  a partir del ingreso a Israel simboliza la promesa cumplida que no consiste en ocupar la tierra sino en cosechar su fruto.
 
Pesaj y Shavuot conforman la entereza de la redención: Pesaj: libertad física vinculada a la salida de Egipto, Shavuot: relacionada a libertad espiritual a través de la llegada al Sinaí y a la recepción de la Torá. A través de este proceso se comprende que para que haya libertad tiene que haber Ley. 
 
En Shavuot se cristaliza la idea de ser libres para recibir la Ley y transformarnos en hijos del pacto por generaciones, porque Shavuot es la fiesta de las semanas que se esperan para que la Torá sea entregada. 
 
Así, Shavuot ilumina el sentido de Pesaj, salir de Egipto para llegar al Sinaí. Salir del pacto de servidumbre, de opresión, de los faraones para ir al otro pacto. Nacimos después de Mitzraim y somos hijos de esa alianza: nosotros también estuvimos en el Sinaí. Ese cambio nos constituye en pueblo a partir del pasaje de los acuerdos tribales al proyecto nacional. 
 
Pero Shavuot cobra fuerza a partir de la dimensión autorreferencial, de conciencia personal, que es el Shavuot de uno, en el presente año: es lo que cada uno hace con Shavuot. La entrega de la Torá fue para todos, pero la recepción es singular, es una elección. Uno es libre de comprometerse con la Ley.
 
Dice la Torá que todos nosotros estábamos el día de la entrega de la Torá. La recibieron los que estaban y los que vendrán, los que estaban de acuerdo y los que no.
 
Esto nos enseña que la Torá fue para los que estaban y es para todos los que pertenecemos a este pueblo en sus generaciones. La interpretación es una atribución humana, por lo tanto dinámica, culturalmente influenciada por las épocas, por los acontecimientos relevantes de cada generación, en un diálogo permanente entre Di-s y el Pueblo de Israel, en una revelación continua.
 
Hay una revelación.
 
Hay una propuesta.
 
Hay una aceptación.
 
En el Monte de Sinaí aceptamos, firmamos, rubricamos un pacto. Para ser judíos debemos elegir ser parte de este Brit. 
 
 A su vez, en esta festividad se lee el texto de Meguilat Rut.
 
Su contenido se relaciona con los componentes agrícolas de Shavuot, por una parte, ya que Rut vuelve de Moav en la época de la Ketzirá, de la cosecha, legislada éticamente a partir de las leyes de Leket, Peá y Shijejá.
 
Leket: Lo que se cae durante la cosecha, no se levanta. De allí tomaban los necesitados: las viudas, los huérfanos, los extranjeros. 
 
Peá: El campo es cuadrado y se cosecha en círculo para que queden las peot —esquinas— sin levantar, por el mismo principio. 
 
Shijejá: La rebusca, lo que te olvidaste no se puede retornar para tomarlo. Queda disponible para quien lo necesita.
 
Meguilat Rut nos enseña acerca de un judaísmo que siempre estuvo abierto a la elección, tanto para los que nacieron judíos como para los que no. Rut es la primera persona en el texto bíblico que, perteneciendo a otro pueblo decide adoptar la fe y al pueblo de su suegra. 
 
La elección no es algo que quede circunscripto al ámbito netamente personal sino que se asume una responsabilidad colectiva. Este libro reconfirma que el judaísmo no es una etnia y que todos deberíamos poder decir, como Rut: 
 
"Tu pueblo es mi pueblo, tu Di-s, mi Di-s, donde tú vayas, yo iré…"
 
Tal es la importancia de Rut, que de su descendencia nació el rey David, de quien, según la tradición judía, vendrá el Mesías.
 
Jag Sameaj
Rab. Sergio Bergman
 

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