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Entrevista. Uruguay se convirtió en el primer país de Latinoamérica en conceder el divorcio judío

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 Itongadol.- El Rabinato de Uruguay estableció que las parejas judías que se casen deben firmar un Acuerdo Rabínico Prenupcial. El mismo determina que en el caso de que la pareja se divorcie civilmente, el marido estará obligado a entregar inmediatamente a su esposa un contrato de divorcio judío.

“Desde los años 90 que estoy en esta comunidad trato de hablar con todos los rabinos de Uruguay y los que vinieron al país, planteando que soluciones halajicas hay. Una de estas es un Acuerdo Prenupcial que de haber un divorcio por ley civil, la pareja se compromete a firmar el divorcio por ley judía”, contó en diálogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN), Sara Winkowski, quien es integrante del Consejo General de la Kehilá de Uruguay y vicepresidente del Congreso Judío Mundial (CJM) y posee una larga trayectoria en el activismo por los derechos de las mujeres.
“Estamos trabajando en el tema desde los años 60. Tratando siempre de solucionar la gran discriminación que hay contra la mujer en el tema del divorcio por ley judía”, contó Winkowski, quien en anteriormente presidió el Consejo Internacional de Mujeres Judías, una organización fundada en 1912, y que mantiene 48 filiales en el mundo abarcando a dos millones de mujeres.
Winkowski explicó que “según la ley judía no puede haber divorcio si el marido no firma de propia voluntad que otorga el mismo”. “Hay muchos maridos que se niegan a hacerlo por venganza o porque quieren dinero. Nosotros nos ocupamos del tema y hay organizaciones internacionales también que lo hacen”, agregó.
Consultada sobre si encontraron dificultades para conciliar las leyes civiles uruguayas con las religiosas judías, la vicepresidente del CJM, expresó: “Esto tiene validez como cualquier contrato, por ejemplo: un alquiler”. “Tiene validez para quien se mueve dentro del marco del judaísmo, al que es judío pero no cree en ningún marco judío, no le interesa”, profundizó.
Para Winkowski, “el problema es que según la ley judía, cuando el marido no firma, la mujer queda en Aguná”. Esto significa que “queda encadenada a un matrimonio no deseado que le impide casarse por civil, porque en ese caso sería considerada una mujer adultera y sus hijos serían bastardos”. “Es un problema muy serio, para quien quiera seguir viviendo dentro del marco del judaísmo”, consideró.
Consultada sobre si encontró oposición en sectores o las diferentes corrientes del judaísmo, Winkowski contó: “No encontré oposición alguna. Contrariamente todos los rabinos con los que hablé, de todas las corrientes, me dieron la razón”.

“Hablé con el Rabino Shem Tov de Luvabich y estaba de acuerdo. Inclusive en Israel cuando era presidenta hablé con el Gran Rabino Shlomo Amar, quien estuvo tan de acuerdo que hasta le propusimos hacer una reunión de grandes rabinos del mundo para encontrar soluciones halajicas”, relató y prosiguió: “La reunión estaba programada y tres días antes, cuando ya había varios rabinos en Israel, la misma se canceló por presiones de grupos ultraortodoxos, pero en los personal nunca encontré a ningún rabino que se opusiera”.

“La presión vino de los ultraortodoxos”, indicó y agregó: “Según entendí fue porque nosotras nos habíamos ofrecido a colaborar en la organización de esta conferencia para mandar las invitaciones y eso al grupo le pareció que era una injerencia demasiado muy fuerte de las mujeres”.
Uruguay se convirtió así en el primer país de Latinoamérica en adoptar esta medida. Si bien en el resto del mundo ya lo hicieron países como “Sudafrica, Canadá y en Estados Unidos lo hizo el Estado de Nueva York”.  En este marco, la dirigente contó que por ejemplo en Norteamérica “la situación es hasta la inversa”, es decir que “no hay matrimonio por ley civil si previamente no se firmó el divorcio religioso”. “Se logró que la jurisprudencia no autoricé un divorcio sino está firmado por ley religiosa”, indicó.
Por último Winkowski comentó: “Ojalá otros países puedan copiar esta iniciativa, porque es muy importante”. “En momentos en que en todo el mundo estamos luchando por la continuidad del pueblo judío no podemos permitir que una pareja de jóvenes que quieren volver a casarse y formar familia no puedan volver a hacerlo”, consideró. “Debemos reconocer que el porcentaje de divorcios hoy en día es de uno de cada dos o uno cada tres matrimonios, a diferencia de la época de mi madre o abuela”, advirtió.

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