Itongadol.- En el hospital Ziv de la ciudad israelí de Safed atienden constantemente a heridos llegados de la guerra civil en Siria, pero esta vez sucedió un hecho totalmente distinto: el parto de una joven siria de 20 años, que dio a luz un bebé de 3,2 kilos.
La madre pidió expresamente ayuda a Israel cuando ya estaba en medio del trabajo de parto. Por ello, una ambulancia del Ejército israelí la trasladó desde la frontera en la zona de Kuneitra, en la que reside, hacia el hospital en Safed.
Al contactarse los soldados con el hospital, por primera vez no pidieron hablar con la sala de Trauma y Medicina de Emergencia para informar cuál era la herida y qué órganos parecían afectados. Se comunicaron con la sala de partos.
“Por supuesto que es algo mucho más alegre que todo lo demás que hemos visto”, expresó el director de hospital, Óscar Embón, “En general tratamos casos graves, con chicos mutilados, con grandes tragedias.”
Según un comunicado publicado por el hospital, la joven madre contó que en la aldea en que reside, en la zona de Kuneitra, existe el toque de queda y no se logra acceso al hospital. “No había ninguna partera en la aldea que pudiera ayudarme”, relató la mujer. “Cuando sentí las contracciones, pedí que me llevaran a la frontera, con la esperanza de que el Ejército israelí me permita recibir ayuda médica. Afortunadamente, una patrulla israelí me divisó.”.
La joven siria admitió que temía llegar a Israel, pero que lo que más la preocupaba era su bebé. El niño nació sano y la madre recibió un excelente trato.
“No siento que estoy en un país enemigo; todos me ayudan y me cuidan”, destacó la joven
Para el doctor Embón, la condición de enemigos “puede ser más apropiada para las relaciones entre regímenes, no entre pueblos”.