Miguel Pons presidirá la audiencia este jueves, cuando se lea el veredicto. Este juez fue uno de los magistrados «ascendidos» hace más de una década, cuando el menemismo reformó la Justicia penal y, especialmente, designó a la mayoría de los hombres que ocuparían los estratégicos sillones del fuero federal, entre ellos Galeano.
Pons ganó fama cuando se tiró contra su colega María Servini de Cubría y pidió su juicio político por su actuación en el Yomagate. También investigó al ex presidente Carlos Menem. Poco después sería ascendido a uno de los nuevos tribunales orales.
Los otros dos jueces llegaron al mismo cargo desde la provincia. Gerardo Larrambebere era juez federal en Morón, donde investigó el ataque al cuartel de La Tablada, y Guillermo Gordo pasó por varios cargos hasta ser juez y camarista en Lomas de Zamora, la misma zona en la que habían trabajado los policías acusados, según se encargarían de recordar los abogados querellantes.
Pons y Gordo aplicaron duras penas al ex secretario federal de Dolores Roberto Schlagel y a los ex policías bonaerenses que intervinieron en el caso del empresario Guillermo Coppola. También anularon varias causas por drogas por procedimientos policiales irregulares. Son de los mal llamados jueces «garantistas». Se supone que todos los jueces deben velar por las garantías.
Larrambebere y Pons anularon en 1997 una causa instruida por Galeano. La acusada se había negado a declarar pero sin embargo se le hizo escribir algo en un papel para cotejar esa letra con su firma y así acusarla.
Los tres jueces se turnaron todas las semanas durante casi tres años para presidir las audiencias. Escucharon a 1.284 testigos. Algunos de los sobrevivientes se quejaron por el duro tono de sus preguntas.
Un familiar de las víctimas, Sergio Burstein, llegó a exagerar: «Lo único que falta es que nos terminen acusando a nosotros de haber puesto la bomba.» Estaba disconforme con el apartamiento de los fiscales.
Los tres jueces que decidirán la suerte del caso AMIA fueron cuestionados por los abogados querellantes por haber puesto el ojo en la dudosa investigación de Galeano. Pero los magistrados tan equivocados no estaban. En el juicio se descubrió que le habían pagado al principal acusado (Telleldín) para acusar a los ex policías.
Por el contrario, los magistrados fueron elogiados por los propios acusados cuando hablaron en la última audiencia. «Con ustedes se abrió una ventanita de justicia», les dijo el ex policía Marcelo Albarracín.
Fte Clarin
Lucio Fernández Moores.