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Discurso completo del nuevo presidente de la AMIA

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Itongadol/AJN.- Señora embajadora de Israel en la Argentina, representantes de asociados, socios, Rabinos, dirigentes comunitarios, invitados especiales, amigos: 
Quisiéramos iniciar este discurso manifestando nuestro reconocimiento y agradecimiento a quienes nos precedieron en la conducción de AMIA. A los históricos, y a quienes hoy culminan su ciclo luego de cumplir una tarea, abnegada, digna y eficiente. En la persona de nuestro querido presidente, Guillermo Borger, saludamos a todos los miembros salientes y les deseamos sean bendecidos con larga vida, salud y bienestar, por el loable trabajo que desarrollaron en el ejercicio de sus respectivos mandatos.

También deseamos agradecer a todos los miembros de esta nueva comisión directiva, por compartir el compromiso de trabajar estos próximos tres años por el bienestar de la comunidad y de la sociedad a través de nuestra gestión en AMIA; gestión que estará caracterizada por el diálogo, la búsqueda de consensos y un profundo respeto por todos los miembros de la kehilá. Por lo demás, queremos expresar que nos reconforta que coincidamos en reconocer la necesidad de mantenernos alejados de la política partidaria nacional a fin de evitar posibles injerencias que, eventualmente, podrían interferir con la normal consecución de los objetivos propios de nuestra institución.

Ahora, para comenzar con nuestras reflexiones, quisiéramos expresar que la existencia de AMIA y las funciones que la misma provee a la comunidad se encuentran enraizadas en la más prístina tradición de nuestro pueblo. El Rabino Israel Salanter, zijrono librajá, decía: “El hombre nació para satisfacer sus necesidades espirituales y, en este contexto, hay que saber que las necesidades materiales de mi vecino son parte de mis necesidades espirituales”.

En una cultura caracterizada por un individualismo a ultranza y en la cual la obsesión más extendida es la búsqueda de la propia felicidad; la tradición de Israel se destaca, por contraste, cuando nos enseña todo lo contrario: “que nacimos para dar y no para recibir”. En otras palabras, que aprovechar verdaderamente la vida consiste en detectar las necesidades de nuestro prójimo y buscar el modo de satisfacerlas. De hecho, nuestras únicas posesiones, aquellas que no podemos perder, están constituidas por lo que damos y no por lo que recibimos.

No se trata de dar aquello que nos sobra; se trata de dar aquello que nuestro prójimo necesita. Por eso nuestro foco de atención está puesto en la gente: a veces basta con una pequeña ayuda a fin de brindar el impulso necesario para que una persona se ponga en marcha; en otros casos, el apoyo requerido es mucho mayor; por ejemplo, cuando se trata de personas discapacitadas. AMIA viene desarrollando una tarea encomiable en esta área y por nuestra parte esperamos redoblar los esfuerzos para multiplicar y facilitar las posibilidades de integración a una vida plena. Porque, desde una perspectiva centrada en nuestra Sagrada Torah, lo importante no son los resultados en términos absolutos sino la medida en que cada ser humano utiliza sus propios recursos a fin de dar lo mejor de sí mismo, según sus posibilidades.

La Amia ha sido por décadas fuente de asistencia social, de solidaridad, de servicio y de protección. Ha motorizado y apoyado con recursos propios, en sociedad con otras Instituciones de la Comunidad Judía, con Organizaciones de la Sociedad Civil argentina, y también con el Estado, innumerables proyectos comunitarios en todo el país, necesidades familiares, asistencia para los mayores y generado un continuo apoyo para las escuelas de la red escolar comunitaria, programas de actividades culturales muy vastos, cursos de capacitación, desarrollo para profesionales de enseñanzas especiales y, obviamente, lo que fue el origen de nuestra institución, y que continúa siendo su columna vertebral, el kever Israel y la asistencia espiritual a las personas que pasan por esas difíciles circunstancias. Desde hace años tiene el honor de contar con un servicio ejemplar como la “Red de Empleo”, reconocido como tal a nivel nacional e internacional. En forma invariable ha ratificado su solidaridad inquebrantable con el Estado de Israel y con sus esfuerzos para construir una sociedad armónica, en un contexto de paz.

Toda esta reseña, que refiere al trabajo y compromiso de décadas de acción y de miles de personas involucradas en ella, representa la esencia de su historia, su presente y su futuro. Por esta razón trabajaremos para incrementar los logros de la institución en todas las áreas mencionadas y para ello buscaremos optimizar los recursos disponibles de modo tal que podamos obtener de los mismos el mayor rendimiento posible, a fin de brindar más y mejores servicios en favor de la gente. Obviamente, educación, asistencia social y espiritual, y el fortalecimiento de los valores judíos, serán nuestras prioridades.

Sin embargo, también debemos recordar que un hecho trágico, criminal, imborrable en nuestros corazones, como lo fue la masacre consumada el 18 de julio de 1994, ha colocado a nuestra entidad en medio del escenario público de una manera que nada tiene que ver con los objetivos de la misma.

Cayeron en ese cobarde ataque terrorista 85 almas, centenares de personas sufrieron heridas y decenas de familias quedaron envueltas en una tragedia que subleva nuestros corazones y nos lleva a clamar por justicia. Porque si ya es lacerante haber sido víctimas del terrorismo, ser víctimas de la impunidad multiplica nuestro dolor.

No creemos en la buena voluntad de Irán, ni de aquellos ciudadanos de ese país que están imputados por el asesinato de tantas personas; no hemos visto en ellos gestos de cooperación ni intención de esclarecer lo ocurrido. Hablamos de aquellos sobre quienes recaen denuncias internacionales de promover el terrorismo, que usan la negación del holocausto como un instrumento de política exterior y que se han rehusado sistemáticamente a colaborar con la justicia argentina. No hay ningún indicio que nos lleve a suponer que tengan la intención de hallar la verdad y, mucho menos, de enjuiciar y castigar a los culpables. Todo lo cual, digámoslo de paso, nos genera una profunda tristeza ya que no podemos comprender que las naciones del mundo no expresen su más enfática condena moral a quienes no vacilan en rechazar la existencia de la más grande tragedia humana ocurrida en el siglo pasado, y a quienes ven en el terrorismo una vía de acción política.

Lo antedicho no se basa en apreciaciones personales o antojadizas, solamente estamos refiriendo algunas de las conclusiones que se desprenden de los avances realizados por la justicia argentina y que fueran recientemente confirmados por el dictamen de la fiscalía a cargo del Dr. Nisman.

En consecuencia queremos expresar que consideramos inconveniente el acuerdo firmado con Irán y ratificar que continuaremos luchando por el esclarecimiento de la causa porque ello constituye un deber irrenunciable que nos compromete a insistir en este reclamo de justicia que es, también, un reclamo por la vida y la dignidad de nuestra sociedad.

Para ir concluyendo y, aunque sea brevemente, deseamos recordar la gesta de aquellos que fundaron las primeras colonias agrícolas en el interior y sentaron las bases para la construcción de nuestra comunidad. Nos referimos a quienes tanto aportaron al desarrollo del país que los había acogido y al restablecimiento de aquel judaísmo que traían desde la vieja Europa. Sembraron trigo y sembraron idishkait y su esfuerzo se continuó a través de sus descendientes, ya sea en los centros urbanos provinciales a los que fueron emigrando o en Buenos Aires; seguramente, muchos de quienes hoy estamos aquí somos tributarios de esa historia que tiene a Moisés Ville como referencia inolvidable. Vamos a trabajar para intensificar los lazos con las comunidades del interior y estaremos muy cerca de ellas, para honrar el legado de nuestros ancestros, vale decir, para mantener viva la llama de aquella continuidad por la que tanto se esforzaron y por la que tanto hicieron.

La palabra iehudí deriva del verbo lehodot que significa agradecer o reconocer. Es parte de nuestra esencia reconocer el bien que recibimos y es por lo tanto la oportunidad de agradecer a nuestros padres y abuelos que, a través de enormes sacrificios y renunciamientos personales, consiguieron que el judaísmo en Argentina fuera una realidad. Agradecer a nuestro país que, en aquellos años difíciles, abrió generosamente sus puertas a nuestros antepasados y permitió que la vida judía pudiera desarrollarse en su seno e integrarse con libertad a la ininterrumpida tarea de construir la nación. Agradecer a Di-s quien constantemente, desde nuestro nacimiento, nos colma con todo lo necesario para cumplir con nuestro principal desafío: ser buenas personas y elegir y hacer el bien, tanto para nuestra comunidad como para la sociedad en su conjunto.

Ya para terminar, sólo nos resta invocar la ayuda de Di-s, para que nos ilumine con su sabiduría, nos de la fortaleza necesaria para hacer lo correcto y nos aleje de toda vanidad.

Am Israel Jai.

Muchas Gracias y Shalom.

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