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AMIA/Elecciones. Un lamentable y vergonzoso proceso que debe convertirse en punto de inflexión

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Itongadol.- La designación, en la noche de ayer, jueves, de una nueva Comisión Directiva de la AMIA conlleva, simultáneamente, un hecho y una esperanza: fue un poco decoroso cierre a un lamentable y vergonzoso proceso que alejó a la gente a la comunidad más que acercarla y debe ser un punto de inflexión para evitar que ello alguna vez se repita.
La Asociación Mutual Israelita Argentina fue fundada en 1894 como Jevre Kadisha y, salvo por el ominoso atentado del año de su centenario, quizá nunca en sus 119 años fue sumida en semejante oprobio comunitario, nacional e internacional como en los últimos dos años, a manos de numerosos, irresponsables y egoístas dirigentes judíos.
Ya nadie se acuerda, y en comparación quedó casi como una anécdota, el “escrache” opositor ante la asunción de esta conducción, en 2008, solo porque la ortodoxia había llegado al poder, en alianza con la misma gente que esta vez, a excepción de la que responde al rabino Sergio Begman.
Un millonario derroche propagandístico para quedar en la oposición, la politización de esta campaña (y la de la DAIA, en el medio), la “campaña sucia” de sinat jinam (odio gratuito entre hermanos), la exportación de la problemática electoral interna a los medios de comunicación nacionales y discursos fundamentalistas y maquiavélicos del tipo “Yo o el caos” saturaron la campaña de los fallidos comicios de 2011 (no pudieron ponerse de acuerdo para armar una Comisión Directiva y tras casi un año de idas y vueltas volvieron a llamar a las urnas) y en menor medida, es cierto, en esta última.
Antes los judíos eran entre sí “hermanos”, ahora son “oscurantistas”, “muertos, enterrados y con matzeive”, “asimilacionistas”, “traidores” y demás epítetos incalificables.
Pero ese lamentable y vergonzoso proceso finalizó y, como dijo el flamante presidente electo, Leonardo Jmelnitzky, es momento de “diálogo y consenso” entre todas las partes, incluidos quienes prefirieron constituirse en oposición antes de sumarse al tradicional “gobierno de pared a pared” que incluya a los diferentes sectores.
Esa misma dirigencia comunitaria que dio pena también supo unirse en estos años, tanto cuando se agredió a un maestro ortodoxo en el Iom Haatzmaút de 2011 como cuando se firmó el Memorándum de Entendimiento con Irán, o sea que se puede…
El desafío es superar las diferencias y trabajar en conjunto para encontrar soluciones en aquellos momentos y temas que no implican amenazas externas.

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