Itongadol/AJN.- A más de 50 años de la captura de Karl Adolf Eichmann, uno de los nazis más buscados después de la Segunda Guerra Mundial, el Centro Simon Wiesenthal aseguró que la detención de uno de los máximos responsables de la solución final tuvo un “significado universal” y le dio “otra dimensión a lo que había sido el Holocausto y el genocidio cometido por los nazis”
“La captura de Eichmann tuvo una significado universal porque fue la oportunidad que tuvo el pueblo judío que había sido víctima del nazismo, que había sido marcado por Hitler para ser borrado de la faz de la Tierra y que sufrió la muerte de seis millones de sus miembros, lograba llevar a juicio a uno de los máximos responsables de su exterminio y lo llevaba a juicio nada menos que en Jerusalem”, explicó Sergio Widder, director del Centro Wiesenthal para América Latina, en declaraciones a la Agencia Judía de Noticias (AJN).
Cuando hace pocos días fue detenido en Alemania Hans Lipschis un antiguo guardia del campo de concentración de Auschwitz, Widder aseguró que “a partir de la captura de Eichmann se cobró otra dimensión de lo que había sido el Holocausto y el genocidio cometido por los nazis” durante la Segunda Guerra Mundial.
Lo cierto es que el Obersturmbannführer de las SS (Teniente Coronel) Karl Adolf Eichman, quien había sido uno de los máximos responsables de la “solución final” del problema judío establecida por los nazis, había logrado huir en 1946, luego que los estadounidenses lo capturaran al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Eichmann tuvo como principal tarea el envío de los diversos contingentes de judíos que habitaban en los países ocupados por la Alemania nazi a los campos de exterminio, ubicados principalmente en Polonia.
Mientras se ocultaba en diversos lugares de Alemania consiguió un salvoconducto de la Cruz Roja para refugiados a nombre de Ricardo Klement y el correspondiente visado argentino, con el que viajó a la Argentina en 1950.
Luego de trabajar un tiempo en la provincia de Tucumán, en una empresa de origen alemán, se traslado a Buenos Aires, donde realizó diversos tipos de trabajos y después de unos años trajo a su esposa y sus hijos y comenzó a trabajar como mecánico en la planta de González Catán de Mercedes Benz Argentina y vivía en Bancalari, en el partido de San Fernando, ambas localidades ubicadas en el Gran Buenos Aires.
A fines de los años ’50, un judío alemán ciego Lothar Hermann, por intermedio del relato de una de sus hijas identificó a Ricardo Klement como el nazi Adolf Eichmann y lo informó a personas que estaban tratando de encontrar a los jerarcas nazis que permanecían ocultos en América Latina.
Si bien en un primer momento se dudó de la identificación que realizará Lothar Hermann, las autoridades israelíes del área de seguridad decidieron investigar el dato aportado, por indicación del primer ministro Ben Gurión y el Mossad, el servicio de inteligencia israelí, envió personal para realizar una tarea de investigación.
Una vez confirmada la verdadera identidad de Ricardo Klement, Ben Gurión decidió que el Estado de Israel debía capturarlo y juzgarlo y durante los primeros meses de 1960 fueron llegando a Buenos Aires varios miembros del Mosad, según una de las versiones, aunque otros aseguraban que pertenecían al servicio de seguridad Shin Bet.
Planificaron detenerlo cuando bajara del colectivo que lo traía de su trabajo a su casa, pero el problema era como trasladarlo al Estado de Israel.
La celebración del 150 aniversario de la Revolución de Mayo les brindó la oportunidad, pues la delegación israelí que participó de dichos festejos llegó a Buenos Aires días antes de que comenzaran los actos en un avión de la compañía israelí El Al.
El 11 de diciembre de 1960 los agentes israelíes se apostaron con dos automóviles en la cercanía de la parada del colectivo, y cuando Eichmann bajó del transporte de pasajeros, fue abordado por uno de los agentes, quien ante la sorpresa de Eichmann lo detuvo y junto con sus compañeros lo introdujeron en uno de los automóviles y lo llevaron a una casa que habían acondicionado para interrogarlo y mantenerlo escondido hasta que pudieran abordar el avión de El Al.
Si bien en un principio Eichmann insistió en identificarse como Ricardo Klement luego de darse cuenta que lo habían identificado reconoció quien era.
Luego de ocho días, en los que la familia de Eichmann había denunciado su desaparición, el comando que lo tenía detenido lo llevó narcotizado hasta el aeropuerto de Ezeiza, donde estaba el avión de El Al y lo hizo subir como uno de los mecánicos de la aeronave.
Una vez que David Ben Gurión tuvo la confirmación de que Adolf Eichmann se encontraba en territorio israelí lo anunció al mundo entero a la vez que informó que sería juzgado en Israel por los crímenes que había cometido; lo que fue ampliamente difundido por los medios de prensa internacionales.
La reacción del gobierno argentino, que presidía Arturo Frondizi, fue considerar la captura de Adolf Eichmann como un secuestro que violaba la soberanía de la Argentina y exigió que los israelíes devolvieran al jerarca nazi a la Argentina.
Ante la negativa israelí surgió un entredicho diplomático en el que la Argentina declaró persona “no grata” al embajador israelí acreditado en Buenos Aires, aunque no rompió relaciones diplomáticas.
A la vez la Cancillería argentina, por intermedio del embajador Mario Amadeo, presentó el caso en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el que aceptó el planteo argentino a la vez que quedó bien claro que el Estado de Israel nunca devolvería a Eichmann.
El gobierno israelí, por su parte, justificó su manera de actuar en base a que otros jerarcas nazis que habían sido identificados en Sudamérica y por los que las autoridades judiciales de la República Federal de Alemania habían solicitado su extradición para ser juzgados en territorio alemán, nunca fueron extraditados hasta ese momento.
Un hecho que posiblemente facilitó la captura de Adolf Eichmann, según los historiadores que investigaron el caso, es que a diferencia de otros criminales de guerra que llegaron al país con nombres cambiados, Eichamann no mantenía ningún tipo de relación social con ellos y el resto de la colectividad alemana que apoyó a Hitler y formó parte del partido nazi argentino.
El conflicto diplomático entre Argentina y el Estado de Israel se solucionó tiempo después, cuando ambos países volvieron a designar sus respectivos embajadores, luego de gestiones personales que efectuara Golda Meier ante el presidente Arturo Frondizi.
De acuerdo a la opinión de algunos dirigentes comunitarios de aquellos años que la Argentina no hubiera roto las relaciones diplomáticas con el Estado de Israel, pese a las presiones que existieron, se debió principalmente a que el presidente argentino había sido un político firmemente identificado como antinazi y antifascista en los años ’30 y ’40 del siglo XX.
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