Itongadol.- En la 39º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires se efectuó un acto cultural dedicado al Estado de Israel, con la participación de la embajadora acreditada en la Argentina, Dorit Shavit, y un intercambio de pareceres entre el productor de contenidos audiovisuales Yair Dori y el filósofo Darío Sztanszrajber sobre el amor, el tema del stand del Estado judío este año.
A partir de una anécdota personal, cuando una persona le preguntó qué idioma se habla en Israel, la diplomática se refirió al renacimiento del hebreo y a la importante producción literaria de su país: “En verdad, el hebreo estuvo dormido casi 2.000 años, pero ha resucitado hace unos 200 y es el idioma oficial de Israel, un idioma bien conocido por las comunidades judías de la Diáspora, que incluye saludos y deseos, así como insultos y lenguaje obsceno, pero también una amplia literatura, tanto en prosa como en verso, y no es un secreto que hasta hemos soñado en hebreo”.
“Quien contribuyó al renacimiento del idioma fue Eliezer ben Yehuda, quien obligó a sus hijos y alumnos a hablar y escribir en hebreo, inventó muchas palabras que la vida moderna necesitaba y en el hebreo faltaban; con el tiempo se movilizaron más personas e instituciones para enriquecer el idioma, como la Academia del Idioma Hebreo: el 70 por ciento de las innovaciones que propone se insertan en la lengua hablada”, precisó.
La embajadora agregó que son fuente de innovaciones en el idioma los espectáculos artísticos, la denominación de elementos militares y también “la calle, que contribuyó especialmente a la jerga”.
“Mucha gente no creyó en la posibilidad de recrear una lengua muerta; sin embargo, la pelea con el ídish terminó con la victoria absoluta del hebreo; por lo menos, en Israel”, prosiguió.
“En el marco de la resurrección de la literatura hebrea, a partir de finales del siglo XVIII, con la figura de Moshé Mendelssohn, podemos distinguir tres épocas: la del iluminismo, enfocada en Alemania y después en Galitzia, Polonia y Rusia; la del renacimiento, que incluyó ambas guerras mundiales y la Revolución Rusa, cuando el centro de gravedad giró hacia los Estados Unidos y Éretz Israel; y la del Estado de Israel, a partir de su establecimiento”, aleccionó Shavit, quien respecto de la última era enumeró al premio Nobel Shmuel Iosef “Shai” Agnón, Jaím Najman Bialik, Shaúl Chernijovsky, Natán Alterman, Lea Goldberg y Abraham Shlonsky, cuyos rostros pronto aparecerán en el nuevo papel moneda israelí.
“En el Estado de los judíos, Medinat Israel, hay una abundancia maravillosa y única de escritura literaria, a un nivel superior y excepcional; el año pasado, por ejemplo, fueron publicados más de 6.300 libros y 330 nuevas revistas y publicaciones, lo cual significa que, en promedio, se publica un nuevo libro cada 80 minutos o anualmente cada 1.200 ciudadanos”, especificó.
“No podemos olvidar que ese número incluye también a nuevos inmigrantes, que aprenden el idioma, consiguen leerlo y escribirlo; en este sentido, Israel está en el honorable segundo lugar del mundo en publicación de libros: el 90 por ciento está escrito originalmente en hebreo, mientras que el resto son traducciones de la literatura mundial, incluso del castellano”, se enorgulleció la embajadora.
“En el inicio del sionismo y luego de la Guerra de la Independencia, la literatura trató especialmente temas nacionales, políticos, sociales y colectivos, mientras que las generaciones más jóvenes prefirieron escribir sus vivencias personales; asimismo, los temas más tratados son: el conflicto palestino-israelí, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, memorias, ocio, salud, deportes y viajes”, detalló.
Shavit contó que como “el mercado israelí es limitado -solamente ocho millones de habitantes, y por supuesto, no todos son lectores de libros-, fue establecido el Instituto de Traducción de la Literatura Hebrea para difundir está riqueza cultural fuera de Israel”, el cual “representa a 320 escritores y está capacitado para traducir a 70 idiomas”.
“Muchos libros fueron traducidos al español, y los escritores más conocidos acá son Amos Oz, Alef Bet Yeoshua, David Grossman, Meir Shalev y también el satírico Efraím Kishón, que es un buen ejemplo de un inmigrante que aprendió el hebreo de una manera admirable y supo jugar con la lengua”, finalizó la embajadora, antes de “recomendar calurosamente la literatura hebrea, aunque las traducciones son como un beso a través de un velo, como dijo Bialik”.
A continuación, Sztanszrajber conversó con Dori respecto a su reciente autobiografía, “De infiernos y paraísos”, en la cual relata tanto su niñez y juventud en la Argentina como su vida a partir de su aliá a los 20 años, concretando su ideal sionista.
Popularmente conocido como un destacado productor de espectáculos y pionero de la introducción de la cultura latina en Israel y el resto del mundo, cuando cumplía con su servicio militar en el ejército israelí fue herido en combate -perdió su mano derecha y la visión de uno de sus ojos- y los egipcios lo apresaron por casi un año.
Estos hechos también son relatados en el libro y fueron comentados durante la conversación, previo a la cual, el autor del prólogo, Bernardo Kliksberg, se refirió con cálidos conceptos a Dori y su obra.
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