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La triple frontera: «Por aquí puede pasar un elefante, que nadie le dirá nada»

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Ciudad del Este, 31 Jul (Notimex).- Señalada como centro de financiamiento del terrorismo internacional, la triple frontera que comparten Argentina, Brasil y Paraguay continúa siendo paso libre y sin control para personas y mercancías.

«Aquí puede pasar un elefante, que nadie le dirá nada», afirmó a Notimex Ramón, un taxista que realiza recorridos desde Puerto Iguazú, Argentina, a Ciudad del Este, Paraguay, el tercer centro comercial mundial después de Miami y Hong Kong.

El chofer repite así una de las frases con las que más se promociona una zona por la que se puede deambular sin mayores controles ni vigilancias, pese a que informes de Estados Unidos la ligan con operaciones de grupos extremistas islámicos.

Los gobiernos de los tres países sudamericanos explican una y otra vez el reforzamiento que se ha implementado en los últimos años para controlar el flujo de mercancías que entran o salen de esta ciudad paraguaya.

Sólo que los hechos, de manera recurrente, prueban que los controles son aún insuficientes.

Apenas el mes pasado, una semana previa a la Cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur) que se realizó en Puerto Iguazú y a la que asistieron ocho presidentes latinoamericanos, se encontraron 22 kilogramos de explosivos en la ciudad argentina.

El tema se manejó con sigilo para no causar alarma, pero el origen de los explosivos no pudo ser identificado.

El estratégico puente de la amistad entre Brasil y Paraguay es prueba del descontrol que impera en la triple frontera, constató Notimex en el recorrido de dos horas que va de Puerto Iguazú hasta Ciudad del Este, pasando por Foz de Iguacu.

En todo ese camino sólo se registra el pasaporte en la frontera argentina pero el paso de Foz de Iguacu-Ciudad del Este-Foz de Iguacu es libre.

Los vehículos son revisados sólo al reingresar a territorio argentino, de tal manera que en Brasil podría dejarse cualquier tipo de mercancía.

En Ciudad del Este, una especie de réplica multiplicada del populoso mercado de Tepito en México, abundan los aparatos eléctricos, computadoras y de nuevas tecnologías a precios en promedio una tercera parte más barato que en cualquier otra tienda.

Lo mismo hay perfumes de importación que ropa de marcas internacionales, juguetes, flores de plástico y los típicos productos chinos que han invadido el mercado mundial y que van desde jarrones y llaveros hasta múltiples adornos.

Chinos y árabes abundan en Ciudad del Este y los segundos fueron objetos de fuerte vigilancia desde que un reporte de Estados Unidos señaló en 2001 a la triple frontera como sede de células terroristas islámicas.

Apenas en marzo de este año, el subsecretario para asuntos interamericanos del Departamento de Defensa de Estados Unidos, Rogelio Pardo Maurer, reconoció que no hay evidencia de terroristas en la triple frontera.

«Lo que hemos dicho es que hay redes que apoyan a terroristas y puede haber también extremistas que simpatizan con terroristas, pero no tenemos evidencia de la presencia de células terroristas operativas allí», aclaró.

Los informes se fueron modificando ante la falta de evidencias de presencia terrorista en la zona, pero en la Cumbre del Mercosur el director del antinazi Centro Wiesenthal, Shimon Samuels, puso de nuevo el tema sobre la mesa.

Afirmó que aquí hay grupos que reclutan efectivos y recaudan fondos para grupos como Hezbolá y Hamas y que «los gobiernos limítrofes no hacen nada para impedirlo».

Pero de eso se deslindan personas como Salem, un saudita que vino hace seis años a Ciudad del Este para instalar su local de ropa y que se queja del acoso que siente la comunidad árabe por parte de la policía.

«Nos ven o nos escuchan hablar y ya somos sospechosos de algo, aunque mostremos los papeles de permiso para estar aquí, no han encontrado nada nunca, pero siguen molestando», dice en un atropellado español que a la fecha no ha logrado dominar.

Más evidente que el terrorismo es el flujo indiscriminado de personas y mercancías por la zona, pues a lo largo del Puente de la Amistad pasan diariamente miles de automóviles o personas a pie que llevan y traen mercancía.

Ahí se cuela el tráfico ilegal de personas y los chinos son unas de las víctimas más recurrentes, porque los traen desde su país de origen bajo la promesa de buenos trabajos y acá se encuentran con grupos que les quitan los pasaportes.

Los inmigrantes asiáticos quedan indefensos, porque desconocen por completo el idioma, y son llevados a trabajar en condiciones deplorables.

Por pasar a un chino a la triple frontera se cobran mil 200 dólares desde Buenos Aires, explica Darío, quien oficialmente trabaja como taxista en las calles porteñas, pero que utiliza su automóvil para pescar posibles clientes.

«Soy pasero», se identifica, con lo que quiere decir que pasa cualquier cosa hacia y desde la triple frontera, una zona a la que, presume con orgullo, ha estado trasladando chinos e indocumentados sudamericanos desde hace un par de años.

«Cualquier cosa le llevo, señora, hasta armas, lo que no he pasado yo por ahí, también si quiere conseguir merca (cocaína) buena y barata», aseguró.

Para no dejar ir a una posible clienta, Darío entrega una tarjeta de presentación que ofrece «Taxivoy móvil satelital. Citytour. Paseo de Compras. Mensajería. Viajes larga distancia dentro y fuera del país. Servicio de acompañamiento 24 hrs. Custodia personal».

Fte Notimex

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