Siete ex parlamentarios iraníes exiliados les escribieron una carta al líder supremo de su país, Seyyed Ali Jamenei; el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama; y la alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea (UE), Catherine Ashton; en la cual les piden un diálogo transparente sobre el polémico programa nuclear (en la foto, el reactor de Bushehr) que lleva adelante Teherán, supuestamente con fines pacíficos, pese al escepticismo mundial.
“Tras la reciente elección presidencial en los Estados Unidos, los pueblos del mundo que hace mucho tiempo anhelan la paz y la seguridad internacional, junto con muchos políticos que se oponen a la guerra, esperan de ustedes responsabilidad, prudencia y un mayor pragmatismo en relación a frenar la escalada de las tensiones por el programa nuclear de Irán”, comenzaron su texto.
“Dado el momento de crítica importancia de las negociaciones”, los ex miembros del Parlamento iraní, de acuerdo a su “profundamente arraigado sentido del deber y convicciones”, subrayaron tres puntos, a saber:
En primer lugar, “en este momento creemos que un diálogo transparente y bilateral entre los gobiernos de los EE.UU. e Irán sobre el programa nuclear de Irán sería beneficioso y efectivo, y por ello apoyamos este debate; además, creemos que conversaciones directas y continuas, sin intermediarios, podrían ser elevadas a los más altos niveles de ambos gobiernos” porque “al ofrecer más garantías en la búsqueda de una solución pacífica al conflicto, las conversaciones podrían crear un terreno fértil para discusiones serias sobre muchos problemas pendientes y complicados entre las dos naciones”, propusieron.
En segundo término, “el programa nuclear iraní es un tema muy complejo y controvertido, afectado por problemas internacionales y regionales que incluyen más de tres décadas de relaciones hostiles entre los Estados Unidos e Irán”, y “en vista de la abundancia de buena voluntad entre los pueblos de ambas naciones creemos que si los líderes políticos de ambos lados lo resuelven, encontrar una solución realista y pacífica al problema no está fuera de alcance y asegurará el éxito de la próxima ronda de negociaciones”, prosiguieron los ex legisladores iraníes, encabezados por el ex vicecanciller residente en París Ahmad Salamatian.
Finalmente, “un principio básico de cualquier negociación eficaz es reconocer explícitamente que la meta es un resultado de ganar y ganar”; por lo tanto, enumeraron cuatro temas a tener en cuenta para resolver el conflicto:
Primero, “de acuerdo a la reglamentación internacional y las obligaciones del tratado, Irán tiene derecho a enriquecer uranio con propósitos pacíficos; este derecho debe ser verdadera y explícitamente reconocido e implica que Irán pueda enriquecer uranio hasta un 5 por ciento”.
Segundo, “si se va a detener el enriquecimiento de uranio al 20 por ciento y su acopio deberá ser controlado por la AIEA”, entonces “debe dársele a Irán una garantía a largo plazo” que “le proporcione suficiente combustible para reactores de investigación, que sólo tienen funciones científicas y médicas”.
Luego, “Irán debería tomar la medida para crear confianza de aceptar la implementación del Protocolo Adicional; además, su programa nuclear debe ser objeto de inspecciones técnicas y jurídicas ciertamente imparciales por parte de la AIEA”.
Por último y “en simultáneo que la detención del proceso de enriquecimiento al veinte por ciento”, las potencias atómicas, conocidas como P5 +1, deberían “crear un cronograma específico para levantar las sanciones internacionales impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU, la UE y los EE.UU. relacionadas con el programa nuclear” iraní.
“Es obvio que el caso del programa nuclear iraní se ha convertido en un tema crónico y complejo que si no se resuelve pronto puede poner en peligro la paz internacional y los intereses a largo plazo de Irán, los Estados Unidos y los países europeos”, advirtió la carta que también firman los ex miembros exiliados del Parlamento Islámico iraní Hasan Yousefi Eshkevari, que reside en Bonn; Rajabali Mazrooei, con domicilio en Bruselas; Esmail Gerami Moghaddam, habitante de Kuala Lumpur; Seyed Aliakbar Mousavi, que vive en Maryland; y Nouradin Pirmoazen y Fatemeh Haghighatjoo, quienes se encuentran en Boston.
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