No es descabellado creer que el equívoco en el que terminó involucrado Kirchner se cobrará alguna cabeza en el Poder Ejecutivo. Anteayer, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli estaba junto al presidente de la AMIA, Abraham Kaul, cuando éste daba a conocer públicamente que el jefe del Estado le había informado del hallazgo de las cintas. Y no lo corrigió. Muy por el contrario, lo confirmó a LA NACION.
La noticia, además, había comenzado a difundirse desde bien temprano, con lo que el Gobierno tuvo ayer tiempo suficiente como para analizarla y, de ser necesario, desmentirla. Tampoco lo hizo hasta ayer, cuando Kirchner sostuvo que él había sido claro en afirmar que lo que habían aparecido eran remitos de las cintas y no las cintas, aun cuando, después, se intentó desde el Ejecutivo cristalizar el hecho como un desafortunado «malentendido».
La pregunta de más difícil respuesta es ¿quién dijo a Kirchner que diera esa información a Kaul y a la delegación del Comité Judío Americano, justo al día siguiente del décimo aniversario del atentado, acto del que el Presidente había salido fortalecido y apoyado? Porque el sentido común indica que el Presidente no tiene por qué conocer los detalles, pues para eso están sus colaboradores. Y, además, ya el mismo domingo, cuando aún no había comenzado el acto en la AMIA, el diario Página 12 daba como un hecho la próxima aparición de los cassettes.
Es más, todos los abogados que participan del juicio oral por la llamada conexión local del atentado se habían mostrado extrañados anteayer, tras la revelación pública de Kaul. Y todos hicieron referencia a la aparición de remitos de entrega de esos cassettes, ocurrida hace un par de meses. Una noticia vieja, algo que nada agregaba al caso.
Muchos creían advertir en el anuncio una indescifrable operación política. No se equivocaron. Acabó por ser una falacia imposible de sostener, que afecta a Kirchner ante los familiares de las víctimas, a los dirigentes comunitarios judíos, que el domingo le habían firmado un nuevo cheque en blanco, y ante la opinión pública nacional e internacional, que vigila sus pasos con relación a este caso. Y que mina la credibilidad de Kaul ante la comunidad que representa.