Dos o tres veces por semana suena el teléfono en el negocio de libros usados de Eliasaf Robinson para ofrecerle una edición rara o una colección inédita de libros.
Muchas veces el supuesto tesoro resulta ser una pila de libros en descomposición. Por eso, Robinson debe revisar bien cada ejemplar que le traen.
«La gente tiene libros en su casa. Para algunos son solo objetos. Para otros son piezas nostálgicas de las que no pueden desprenderse y para pocos son una fuente de sabiduría. Estos últimos no me los van a vender pero espero las llamadas de todos los demás», expresó el dueño de la librería.
La idea original del negocio fue de su padre, o quizás de su abuelo. Pero Eliasaf la entendió muy bien y continúa con el negocio familiar.
Robinson ofrece un amplio catálogo para sus clientes: libros raros adquiridos el último mes, libros religiosos, libros de temas específicos, y diarios y revistas de mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX.
Además, los clientes reciben cada mes una impresión de los nuevos libros que pueden ser de su interés.
Fuente: Haaretz
Traducción: Leila Mesyngier