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Keren Hayesod. Por favor, acepta mis disculpas… porque he pecado

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 Cada uno, judío o gentil, ha pecado y probablemente pecará también en el futuro. Esta es la naturaleza del ser humano y el hecho de que somos solamente humanos es absolutamente aceptable para nuestro Señor. 

De acuerdo a la tradición judía, debemos cumplir supuestamente las 613 leyes – “hacer” y “no hacer” – mencionadas en la Biblia (los cinco libros de Moisés). Además, muchas de estas leyes fueron ampliadas por la Ley Oral, la Mishná y el Talmud. Si bien algunas de estas leyes se pueden cumplir sólo en Eretz Israel (la Tierra de Israel), y algunas de ellas solamente cuando el Templo sea reconstruido después de la llegada del Mesías, nosotros, el Pueblo Judío, hemos sido bendecidos con un código completo de leyes a obedecer y vivir de acuerdo a ellas. 
Como se puede notar, nadie cumple estas leyes todo el tiempo (no haciendo el “hacer” y haciendo el “no hacer”), y por ello nos transformamos en pecadores. La mayoría de las veces podemos ser perdonados. Mas, ¿a quién debemos dirigir nuestro pedido de perdón?
Aquí hay una verdadera e importante distinción. La regla es clara:
Si tu pecado se refiere a la violación de una ley relacionada a otro ser humano (bein adam lejaveró), la persona contra la cual has pecado debe perdonarte en primer término y luego después puedes solicitar el perdón del Señor. 
Si tu pecado implica la violación de una ley relacionada con el Señor (bein adam laMakom), sólo puedes ser perdonado por el Señor. 
Un factor muy importante es lo que es llamado de kavaná (intención), lo que significa que realmente debes ser serio en tu disculpa y, aun más importante, verdaderamente quieres abstenerte de repetir el pecado nunca más.
Estas son las (verdaderas) reglas generales.
Si tú, Dios no lo permita, has cometido un pecado que es imperdonable o que no es pasible de misericordia, una serie de castigos pueden ser impuestos sobre ti, tanto por una persona como por el Señor, dependiendo de la severidad y de la naturaleza del pecado – si fue dirigido contra una persona o contra el Señor. Pero este no es el lugar para entrar en disquisiciones sobre este asunto tan complejo. 
Así como existe un sistema de castigos, existe también un sistema de recompensas para cuando actúas correctamente y te abstienes de hacer las cosas erradas. Algunas de estas recompensas te son otorgadas durante tu vida y otras, en el otro mundo (beolam habá). 
Una de las razones por las cuales fuimos enviados al exilio, (tanto al de Babilonia como al exilio a Europa), fue de que pecamos, especialmente en lo relacionado a nuestra conducta hacia el prójimo (Bein adam lejaveró). Ello quiere decir que hay mucho odio entre las personas, sin ninguna razón que lo justifique – puro odio por el simple hecho de odiar (sinat jinam). Este es un pecado tan grande que, por este motivo, el Pueblo Judío fue enviado de su patria al exilio.
Yo creo que una de las razones por las cuales hemos regresado a nuestra Tierra Santa, es porque el Señor nos ha perdonado y nos está dando una nueva chance. La chance de actuar de manera agradable con nuestros semejantes, la chance de perdonar cuando hay necesidad de perdonar – de vivir aquí para siempre hasta la llegada del Mesías. 
Nos estamos acercando a las Grandes Festividades Judías – Rosh Hashaná y Yom Kipur, Año Nuevo y el Día de la Expiación. Estos son días de oración y reflexión para todos nosotros, cuando podemos pedir el perdón de nuestros semejantes así como el perdón del Señor, y tenemos la esperanza de ser perdonados por nuestros pecados. 
Es de suma importancia que seamos perdonados, de modo que nunca más seamos forzados a abandonar la Tierra Santa, la tierra prometida a Abraham, Isaac y Yaacov.
Es sabido que las personas se comportan mejor cuando están satisfechas, viviendo en su propio, amado y cuidado entorno. Esta es, probablemente, una de las principales razones por la cual nosotros, el Pueblo Elegido, debemos permanecer en nuestra patria, nuestro entorno natural. De esta manera, estaremos satisfechos y observaremos las reglas y leyes que nos diera el Señor. Y entonces, Él nos hallará dignos de recibir, finalmente, al Mesías para el bien de toda la humanidad. 
Por lo tanto, nuestra misión común, mis queridos amigos y colegas, es conservar al Pueblo Judío en la Tierra y de traer muchos más judíos de vuelta al hogar, lo antes posible, de los cuatro cantos de la tierra. 
Les pido disculpas por pedirles nuevamente – pero necesitamos su ayuda para hacer exactamente eso: traer mi Pueblo de vuelta a casa a fin de prepararnos para la llegada del Mesías. 
Y ojalá que pronto podamos estar todos juntos sentados en la Sucá (tabernáculo), después de la llegada del Mesías del Señor y nos regocijemos juntos. 
Que sean bendecidos. 
 
https://www.kh-uia.org.il/Es/Getinvolved/Friendsofisrael/Paginas/default.aspx
 

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