Estas fueron las palabras de Gazi Kaplan, uno de los directivos y creadores de la compañía Tivall (productora de comida vegetariana y sustitutos de la carne), cuando llegó el momento de la privatización del kibbutz Lohamei Hageta´ot.
«Yo estaba en contra del cambio. Peleé contra él. Aguanté lo más que pude pero no alcanzó», dice Kaplan desde su oficina en Petah Tikva. Como tantos otros, Lohamei Hageta´ot fue privatizado. Los sueldos van directo al bolsillo de cada trabajador y los servicios pasaron a ser concesiones privadas.
Con el «cambio» (integración al modelo capitalista que se utiliza en el lenguaje del kibbutz), Kaplan pasó a ganar un sueldo muy elevado. Y aunque no confesó de cuánto se trata, el resto de los habitantes aseguran que en unos años será rico. «La plata nunca fue una motivación para mi», sostuvo.
«Yo apreció lo que Gazi hizo por el kibbutz», dice una mujer de Lohamei Hageta´ot. «Pero él puede permitirse ser un idealista. Sus hijos tienen el futuro asegurado. Yo no tengo nada que ofrecerles a los míos. El cambio es nuestra gran oportunidad».
Traducción. Leila Mesyngier
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