Unas 1.000 personas se reunieron en el barrio al sur de Tel Aviv durante la noche del miércoles y entonaron el Hatikva, el himno nacional de Israel, para protestar contra el manejo gubernamental del flujo de inmigrantes africanos a Israel.
Algunos de los manifestantes destrozaron el parabrisas de un vehículo en el que viajaban tres inmigrantes africanos, quienes no sufrieron heridas durante el ataque.
La policía arrestó a dos personas sospechosas de atacar a un trabajador extranjero durante la protesta.
Los manifestantes también persiguieron a dos extranjeros, pero fueron bloqueados por la policía. También lanzaron dos cohetes a las fuerzas policiales.
Más temprano, unos 100 manifestantes persiguieron a un hombre de izquierda que participaba en una manifestación en contra de la protesta. Los agentes de policía bloquearon la ruta a los manifestantes, que arrojaron botellas y palos a los oficiales.
De acuerdo a lo informado por la Policía de Israel, 12 personas fueron detenidas durante la manifestación.
"Si la esposa de un miembro de la Knesset (Parlamento israelí) hubiera sido violada, todo este lío se habría solucionado, pero nadie se preocupa por nosotros", dijo uno de los manifestantes que fue arrestado.
La gente llevaba pancartas que decían "Sur de Tel Aviv un campo de refugiados" y "Infiltrados, salgan de nuestro hogar".
Uno de los manifestantes que tomó la palabra durante el mitin instó al primer ministro, Benjamin Netanyahu, a "decidir si vivimos en Israel o en Sudán."
Otras manifestaciones contra la inmigración ilegal se llevaron a cabo en Bnei Brak, Ashdod, Ashkelon y Eilat.
Los residentes del sur de Tel Aviv agitaban pancartas que decían: "Nuestras calles ya no son seguras para nuestros hijos", "La locura de nuestra vida: la negligencia, el crimen, la violación y la violencia", "Ayer fue mi hija, mañana será tu hija", y " Yishai, estaba en lo cierto".
Muchos israelíes, entre ellos ministros, atribuyen la creciente violencia en el país a la inmigración ilegal de africanos.
"Tenemos miedo de caminar por las calles", dijo Ayala Silwani, que ha vivido en Shapira durante los últimos 30 años. "Las personas mayores se ven obligadas a permanecer en sus casas, las mujeres tienen miedo de caminar solas, esta es una situación imposible".
Los organizadores de la protesta instaron a los manifestantes a no tomar la ley en sus propias manos y se abstenga de realizar actos de violencia en el vecindario.
"Los infiltrados se están apoderando de nuestro barrio", dijo otro residente, según consignó el portal de noticias Ynet. "Netanyahu debe encontrar una solución inmediata. El primer ministro debe velar para que (a los infiltrados) se les proporcione comida, pero primero debe garantizar nuestra seguridad", agregó.
Miembros de la Knesset pertenecientes al partido Likud también estuvieron presentes en la marcha. El legislador Danny Danon hizo un llamado al gobierno para deportar a los inmigrantes extranjeros. "No debemos avergonzarnos de la palabra expulsión. Podemos enviarlos de vuelta (a sus países de origen)", dijo.
"Los infiltrados son un cáncer en nuestra sociedad. Todos los izquierdistas que presentaron apelaciones del Tribunal Superior (en contra de la deportación de inmigrantes africanos) deberían estar avergonzados de sí mismos", consideró Danon.
Esta mañana, el ministro del Interior, Eli Yishai, dijo que la construcción de un muro en la frontera con Egipto no detendrá la afluencia de extranjeros en Israel. "La valla ha sido violada en el pasado y se violará muchas veces más en el futuro", dijo el funcionario durante una sesión de la Knesset.
La tensión entre los israelíes y los inmigrantes extranjeros alcanzó su punto máximo a finales de abril, cuando una bomba molotov fue lanzada contra un jardín de infantes sudanés en el sur de Tel Aviv.
El comandante de la Policía del Distrito de Tel Aviv, Aharon Aksol, dijo el lunes que en los últimos meses hubo un aumento en crímenes violentos cometidos por inmigrantes ilegales, pero añadió que el fenómeno no se debe atribuir únicamente a los infiltrados que residen en la zona sur de la ciudad, sino a " la sociedad israelí en su conjunto”.
Durante un debate en la Knesset sobre la ola de violencia, Aksol dijo que la creciente tensión entre los residentes del sur de Tel Aviv y los infiltrados era peligrosa. Afirmó que hay que hacer algo para frenar la violencia "o de lo contrario la situación puede deteriorarse”.
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