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Conmemoración de 67º aniversario de la victoria de los Aliados y el Ejército Rojo sobre la Alemania nazi

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Sherit Haplitá, Generaciones de la Shóa y la DAIA conmemoraron el 67º aniversario de la victoria de los Aliados y el Ejército Rojo sobre la Alemania nazi.
El acto, efectuado en el auditorio del edificio de la AMIA, se inició con la entonación del Himno Nacional Argentino y el Hatikva, luego de la cual se dio lectura al mensaje del presidente honorario de Sherit Hapleitá y vicepresidente de la Federación Mundial de Combatientes Judíos, Partisanos y Prisioneros de Campos, José Moskovits, quien se hallaba presente, pero decidió no pronunciarlo por motivos de salud.
“Hermanos y hermanas de la Shoá, lamentablemente el círculo de sobrevivientes es cada vez más pequeño y muy pronto, y por suerte, la organización de los actos en memoria de la victoria de los Aliados y el Ejército Rojo sobre la Alemania nazi quedará en manos de la DAIA y de Generaciones de la Shoá”, anticipó.
“Tengo la esperanza que ambas instituciones vayan a formar un buen shídaj (unión, en ídish) en el futuro e incluyan siempre a Sherit Hapleitá, mientras exista”, agregó Moskovits, quien propuso que, “en los años venideros, cada una de las embajadas que represente a un país que fue atacado y ocupado por el régimen nazi pueda participar de la organización de este acto porque -al fin y al cabo- sufrimos todos”.
“No sé cuantas veces más tendré la oportunidad de hablarles, pero insisto una vez más: nuestro deber y mandato es recordar y honrar a los que dieron su vida en la lucha contra la bestia nazi, y sobre todo quiero pedirles a los miembros de los cuerpos diplomáticos y a las autoridades nacionales: no abandonen al Estado de Israel”, afirmó el presidente honorario de Sherit Hapleitá después de un resumen de su vivencia personal.
A continuación se procedió a prender seis velas en memoria de los soldados caídos luchando contra el nazismo, las víctimas civiles de los países ocupados por los nazis, los millones de víctimas asesinadas por el régimen nazi por su origen, religión, cultura u orientación sexual, los partisanos de todas las naciones, las comunidades judías desaparecidas y los 50 millones de víctimas, y por los sobrevivientes de las dos guerras libradas por el nazismo: contra los Aliados y contra los judíos, luego de lo cual se les rindió un minuto de silencio.
Acto seguido hizo uso de la palabra el vicepresidente 1º de la DAIA, en ejercicio de la presidencia, Ángel Schindel.
“Hoy nos hemos congregado para conmemorar el triunfo de la justicia, del bien sobre el mal, de la libertad sobre la tiranía. Este acto tiene un matiz diferente al que poseen las conmemoraciones que recuerdan el exterminio de seis millones de nuestros hermanos, como lo fuera hace pocos días Iom HaShoá. Sin minimizar el horror, sin olvidar a nuestros mártires, el aniversario que hoy recordamos es también una celebración, la del fin del régimen genocida que hizo un culto del odio, que sólo trajo oprobio y sufrimiento a la humanidad. Setenta y dos millones de seres humanos perecieron durante la Segunda Guerra Mundial, de los cuales cuarenta y siete millones eran civiles”, detalló.
“Por ello, es nuestro deber moral el rendir homenaje a los millones de combatientes, de diversas nacionalidades y credos, que integraron las fuerzas aliadas y que ofrendaron sus vidas enfrentando al nazismo y sus aliados”, agregó el dirigente comunitario.
“Es significativo recordar hoy que en los ejércitos aliados combatieron un millón y medio de judíos y que más de 200.000 de ellos murieron en acción. Aquellos que caían prisioneros eran ejecutados de inmediato si se descubría su condición judía”, memoró.
“Hoy no podemos olvidar la indiferencia de buena parte del mundo y de aquellos gobiernos que hicieron oídos sordos al llamado de nuestros hermanos perseguidos”, ni “la negativa del alto mando aliado de bombardear las vías férreas que conducían a los campos de exterminio. ¿Cuántas vidas podrían haberse salvado?”, se preguntó Schindel.
“La historia nos enseña trágicamente que la indiferencia frente al mal siempre favorece a los victimarios. Por ello, señalamos nuestra profunda preocupación ante el significativo crecimiento de expresiones políticas de extrema derecha neonazi en algunos países, particularmente en Grecia, donde han recibido un preocupante respaldo electoral. Resultan alarmantes las expresiones de negacionismo de la Shoá y de culto a su satánico inspirador y líder. No lo debemos permitir. Las naciones democráticas del mundo deben pronunciarse sin dilaciones. No permitamos que el cáncer se expanda”, finalizó.
El presidente de Sherit Hapleitá, Francisco Wichter, miembro de la denominada “Lista de Schindler”, contó cómo se enteró de la rendición de los nazis y la manera en que se desarrolló la lucha contra el nazismo.
“Haber sobrevivido fue el destino de pocos. Hubo muchas cavilaciones: ¿qué hacer?, ¿adónde dirigirse?, ¿a quién buscar?, ¿cómo nos recibirán los otros? Aquellas tierras que hemos abandonado han absorbido ríos de sangre, lágrimas y cenizas humanas. No hay tumbas ni lápidas con nombre, quedó un vasto cementerio”, describió.
“Sentimos algo de orgullo: haber logrado lo propuesto, lo necesario. La venganza: haber sobrevivido a Hitler. No sentimos odios ni revanchas, es destructivo. A los únicos que no perdonamos es a los nazis, sus colaboradores y los hipócritas iluminados del mal absoluto, negadores de lo innegable, del Holocausto-Shoá”, prosiguió el sobreviviente.
“A esta altura de nuestra vida, somos cada vez menos los sobrevivientes veteranos. Nadie puede decir que nos quejamos, pero no olvidamos. Es nuestro legado. También el legado de los presentes, que trasmitan a generaciones futuras que no permitan que hechos semejantes se repitan”, concluyó.
Diana Wang, presidenta de Generaciones de la Shoá, explicó que una de las misiones de esa entidad es “recordar este tipo de fechas”.
“El mundo, así como lo conocemos, está cumpliendo esta semana 67 años. No es el mismo mundo que habría sido si el nazismo hubiera triunfado. No es difícil saber adónde hubiera llevado a la humanidad la ideología nazi: el racismo, el asesinato por motivos raciales, el triunfo del totalitarismo, la ausencia de la libertad de expresión, la libertad de elegir dónde o cómo uno vive, quién es, la esclavización de gran parte del mundo. Es inimaginable lo que hubiera pasado. Este mundo de hoy, con todas sus fallas, con todo lo que todavía está mal, con todas las asignaturas pendientes que tiene, las injusticias y todo lo que sigue pasando, es infinitamente mejor de lo que sería si el nazismo hubiera triunfado. A uno no le entra en la imaginación cómo habría seguido. Creo que no habría nacido: nací en el ’45, en Polonia. Creo que muchos de los que están acá no habrían nacido. No existirían los judíos en el mundo. No existiría alguna de las instituciones judías de acá, de allá, de acullá. ¿Cuántas cosas más no existirían, que uno da por cierto, que uno da por hecho, que uno cree que están ahí, pero no es así? Tenemos que trabajar y luchar para seguir manteniéndolas y que continúen. Éste es el sentido de este acto: continuar con esto, con memoria, con el trabajo cotidiano”, reflexionó, antes de desear un “¡Feliz cumpleaños, mundo!”.
El último orador fue Günter Kniess, quien agradeció el hecho de ser el primer embajador de la República Federal de Alemania en hablar al conmemorarse la derrota de nazismo.
“Confieso que cuando recibí la invitación sentí un cierto temor de hablar ante ustedes. Cuando empecé a reflexionar sobre mis palabras a decir en esta noche me vinieron a la mente dos preguntas que me acompañaron y me inquietaron desde mi juventud. La primera: ¿cómo fue posible y pudo pasar esto en mi país? La cultura alemana, enriquecida por muchos judíos, está por un lado. En contraste, el régimen nazi atroz que desató esta guerra devastadora, que costó la muerte de muchísimos millones de personas; entre ellas, miembros de la comunidad judía y de otras”, expresó.
Después de mencionar diversas acciones llevadas a cabo por el nazismo, el diplomático afirmó que ellas representaban la “negación del otro en su calidad de ser humano”.
Kniess contó que pertenece a la generación de posguerra -nació en 1951- y que en los ’60 se enteró de las atrocidades cometidas por el nazismo.
“Miraba a mi alrededor y a la generación anterior y me preguntaba qué actitud y que rol habían tenido y qué habría hecho yo en su lugar”, recordó.
Luego de admitir que hubo excepciones, personas valientes que resistieron, aunque la mayoría no lo hizo, expresó que “esta historia nunca más debe repetirse, y de ahí la obligación de cada uno de involucrarse y actuar para evitar que seres humanos sean heridos -incluso, asesinados- a causa de su religión, de su origen o de su aspecto; y éste es el espíritu del primero y más importante artículo de nuestra Constitución en Alemania, que dice que ‘la dignidad humana es intangible’”.
“La advertencia -hoy, como ayer y mañana- es estar consciente, estar enterado, con los ojos abiertos, los sentidos filosos y los instintos despiertos para ver, para reconocer y para combatir el extremismo, la violencia, el antisemitismo y la discriminación. Y ahí radica, a mi parecer, también la importancia de la conmemoración de esta noche”, concluyó.
El acto culmino con la entonación del Himno de los Partisanos, en ídish.
EACh-CGG

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