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Opinión. El debate israelí sobre Irán toma un nuevo giro

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 La política sobre Irán del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha estado últimamente bajo intensas críticas, principalmente del ex jefe de la Mossad (agencia de inteligencia de Israel) Meir Dagan y el ex jefe de la agencia de inteligencia doméstica Shabak, Yuval Diskin. La intensidad de estos ataques sin precedentes no pueden ser ignorados. Pero la gran pregunta que debería ser preguntada es: ¿Por qué están haciendo esto?

A pesar de que Dagan y Diskin no elaboraron sobre este punto es poco probable que hayan creado tal escándalo si creyeran que las posibilidades de que Netanyahu y el ministro de defensa israelí, Ehud Barak, atacaran a Irán fuesen cero. De hecho, que hayan sido tan expresivos en su oposición a dicho golpe es un signo claro de que la posibilidad de un ataque unilateral israelí contra Irán no puede ser completamente descartado.
Este espectro de acción militar se vislumbra a pesar de las advertencias del ex jefe de inteligencia israelí, Shlomo Gazti, de que dicho ataque podría acelerar el programa nuclear iraní, así también como dañar las relaciones con Estados Unidos. Lo que parece preocupar particularmente a Diskin es lo que ha sido descrito como la “creencia mesiánica” de Netanayhu y Barak. Esta es una crítica picante en el judaísmo de individuos que se ven a si mismos como los salvadores de Israel y su pueblo.
Si Diskin siente realmente que Netanyahu y Barak podrían basar su decisión de atacar a Irán en la creencia de que están rescatando al pueblo israelí, en vez de llegar a la decisión en frío, con inteligencia dura, entonces los ciudadanos de Israel tienen mucho para preocuparse. Juzgando la reacción de Diskin y el apoyo que recibió de Dagan, esto podría ser el caso y explicaría porqué han decidido oponer las políticas del gobierno israelí verbalmente, en vez de esperar.
La última disputa pública se hizo en un momento en el que el debate en Israel sobre cómo manejar a Irán se está envenenando con ataques personales. Cuando Dagan criticó la estrategia del gobierno con respecto a Irán, por ejemplo, fue acusado de “sabotear contra las instituciones democráticas de Israel”. Ocurrió algo similar con Diskin, su visión fue vista como una búsqueda de venganza debido a que no obtuvo el puesto como jefe de la Mossad.
Pero las declaraciones de Netanyhu en el Día de Recordación del Holocausto, en el que dijo que “aquellos que no tengan en cuenta las amenaza de Irán y digan que son exageradas o una postura libre no han aprendido nada del Holocausto”, llevaron el debate publico sobre Irán a un nuevo frente. Al enmarcar sus argumentos contra Irán en el Holocausto, Netanyahu está sugiriendo efectivamente que los oponentes de su política están dispuestos a permitir que los judíos se enfrenten al genocidio una vez más.
El uso del Holocausto es inapropiado y contraproducente en una democracia como Israel. Las cicatrices emocionales de la tragedia no deberían ser usadas como un modo de dirigirse a la conducta futura del régimen de Medio Oriente en el 2012, una que se ha enfrentado a oponentes diferentes, y mucho más poderosos, que Hitler. En vez de mirar atrás siete décadas, el gobierno de Netanyahu debería mirar a Irán posicionado en el 2012 – un país que por todas sus fallas no es ni poderoso ni genocida como el régimen nazi de los años ’30 y ’40.
 

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