En el campus de la Universidad Beida, ubicada en Beijing-China, varios estudiantes cursan en hebreo, como extensión del departamento de idioma y cultura. Incluso Sula, el moré (profesor), les puso a cada uno un nombre en hebreo. Por ejemplo, Bao Minmin también se llama Maia, Yang Jinjian es Yazmín, Go es también Uri, Fan Shiao es Shachar y Jiao Wi es Stav. En el laboratorio practican la pronunciación de las palabras en hebreo que les suenan a veces como chino. Ya son cinco las clases que se graduaron.
«Las personas en China saben poco sobre sociedad israelí. Todo lo que se publica aquí tiene que ver con los problemas con los palestinos», asegura Maayan Ma Quinjo, un alumno. Shir Ma Shiao-Yan, que se graduó recientemente, ahora es empleado para la agencia de noticias oficial del estado de Xinhua (China), afirma que «tengo esperanza que la agencia me designa para ser su corresponsal en Israel, se que puedo ayudar para construir una mejor relación entre Israel y China». Maia Bao Minmin, por su parte, fue elegido para ser el primer estudiante en hacer un grado de maestría en el programa hebreo y pasará gran parte de su curso en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Es difícil ser aceptado como estudiante en la universidad Beida. Un semestre consiste en 18 semanas del estudio y dos semanas de exámenes. La mayoría de los 120 mil estudiantes vienen de ciudades externas a Beijing, de las dinastías de Ming y de Kong y viven en el campus.
A pesar de los lazos cercanos con los estudiantes, el cuerpo diplomático de la Embajada de Israel tienen dificultades de seguir el rumbo de los 30 graduados en lengua hebrea de la universidad Beidad. Algunos de ellos todavía no han elegido una profesión en conexión con sus estudios; otros se han empleado como traductores y trabajan en firmas comerciales. «Todo el tiempo intentamos contactarlos, pero sólo encontramos una pared de silencio. Pensamos que fueron contratados para trabajar en una de las agencias del Gobierno de China», explica un miembro de la Embajada de Israel.
Fuente: Haaretz
Traducción: Romina Gluck
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