A 70 años de su asesinato en Treblinka y a horas de Iom HaShoá, el Departamento de Cultura de la AMIA llevó a cabo un homenaje a Janusz Korczak z”l en la sala de sesiones de la entidad, como apertura de un ciclo de tributos a destacadas personalidades judías.
Después de la bienvenida del presidente de la institución, Guillermo Borger (en la foto, flanqueado por Reposo y Sileoni), el secretario del área, Pablo Goldman, explicó la relevancia y los motivos de haber elegido al protagonista del inicio de tales actividades recordatorias.
A su turno, el embajador de Polonia, Jacek Bazanski, informó que su gobierno decidió que 2012 sea el “Año Janusz Korczak” para que sea un espacio de debate y reflexión sobre los derechos del niño, que el diplomático no duda “que logrará ser de carácter universal”.
“En 2012 recordamos el 70 aniversario de la muerte de Korczak en el campo de exterminio alemán nazi de Treblinka; también celebramos el centenario de la fundación del orfanato Krochmalna en Varsovia, donde ‘el viejo doctor’ -como solían llamarlo los niños- pudo realizar su labor pedagógica basada en los derechos del niño”, señaló.
“La obra de Henryk Goldszmit, su verdadero nombre y apellido, es un patrimonio cultural nacional y universal” porque “Korczak fue una persona polifacética, experimentador de la acción y el pensamiento, que rompía los esquemas comunes y se dio a conocer hace cien años como un luchador por los derechos del niño en todas las esferas de su actividad: como escritor, entendía la importancia de un modo particular de comunicación con el niño; además, fue un pionero creando un periódico infantil y desarrollando un programa radial para niños”, prosiguió Bazanski.
Para el embajador polaco, “lo que hace de Korczak un personaje heroico es su firme postura, siempre en consonancia con el pensamiento y la acción: ‘el viejo doctor’ se dedicó hasta el final a los niños, rechazando la posibilidad de salvarse, y murió en el campo de exterminio nazi alemán junto a sus protegidos y el personal del orfanato”.
“El ‘Año Korczak’ es una ocasión para recordar a este importante personaje y volver a estudiar sus obras, así como reflexionar sobre los derechos humanos del niño desde el diálogo intercultural e intergeneracional”, concluyó.
Por su parte, el embajador de Israel, Daniel Gazit, recordó que luego de leer todos los libros de ficción de Janusz Korczak comenzó a buscar quién era y descubrió que fue una víctima de la Shoá.
“Los conocimientos son buenos, crecemos y dejamos de ser niños”, sostuvo, aunque conjeturó que “Janusz Korczak z”l nunca dejó de ser niño” porque fue un “médico, autor, educador que entendió perfectamente el alma de los niños y les dio todo su amor a los niños, los hombres y las mujeres y lo expresó con los chicos”.
El diplomático resaltó la idea korczakiana de que “los chicos tenían que vivir en democracia, que los orfanatos, las escuelas tenían que ser democráticas y darles la posibilidad a los chicos de que pudieran manejar sus cosas con su dirigencia”.
“Sus valores, sus libros de educación, sus ideas son una luz para todos nosotros hasta hoy”, continuó, antes de destacar que “él terminó su vida diciéndoles a los chicos, el 5 de agosto de 1942: ‘vamos de paseo’”.
“La vida es un paseo, tenemos que pasarla todos juntos con ese amor y esa fe”, finalizó Gazit.
En tanto, el profesor Manuel Tenenbaum consideró que, si se analiza el accionar y la obra llevada a cabo por Janusz Korczak, éste es uno de los 36 justos no individualizados que -según la tradición judía- sostienen la existencia del mundo.
Luego, el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, manifestó que “hoy, en la educación se habla mucho de la confianza en los alumnos, que es imposible anunciar el futuro si el educador no lo ve, que es imposible transmitir una pasión si el maestro no la tiene, que un educador siempre busca, y eso es lo que hacía Korczak”.
“Un buen educador no equivoca la fuente de su autoridad, que no deviene de ser docente, maestro o director, sino -y esto también es bueno decirlo de Janusz Korczak- de un testimonio concreto y diario de trabajo, de entrega, de respeto al otro; de primero cumplir lo que se les va a pedir cumplir a los chicos”, describió.
“Korczak se preguntaba quién aprende de quién a escribir: los niños campesinos aprenden de nosotros, los maestros, o nosotros también aprendemos de los niños campesinos, y eso -les puedo asegurar- es pedagogía del siglo XXI, es lo que hoy se discute en las escuelas”, reconoció Sileoni.
El ministro de Educación agregó que “Korczak pensaba que había que incluir a la familia en el sistema educativo”, algo que “todavía nos cuesta”.
“Me parece que lo más impactante de la personalidad de Janusz Korczak es que dice que un buen docente elige dónde estar, elige la decencia, elige la libertad, elige educar en contra del autoritarismo, elige educar contra las dictaduras y no equivoca su lugar”, continuó.
“El martirologio de Janusz Korczak es una lección para todos los días: él dio la más importante de las lecciones, que no es sólo entregar la vida, sino que es además entregar la muerte, y recuerdo que 200 niños se aferraban a su maestro y mentor, a su padre y hermano Janusz Korczak, que los protegería”, memoró Sileoni, quien resaltó que “Korczak marchaba con la frente en alto, sosteniendo la mano de uno de sus niños”, mientras los otros, “meticulosa y prolijamente vestidos, seguían a las enfermeras hacia la muerte”.
Para el ministro, “un buen educador celebra siempre la vida: hay que trabajar con los alumnos trasmitiéndoles la idea de que la vida es deseable, que hay que defenderla, inclusive hasta la muerte”.
A continuación, el síndico general de la Nación, Daniel Reposo, sostuvo que “recordar a uno de los mártires del Holocausto, donde hubo personas que generaron algo que trascendió, que es luchar por la vida”.
“Felicito la valentía de los sobrevivientes -aquí presentes- porque es muy difícil haber podido superar todo lo que vivieron y seguir apostando por la vida con el coraje y la valentía que lo han hecho, y está en cada una de las generaciones que los van a suceder el trabajar por un futuro mejor”, añadió.
“Esto tiene que estar internalizado desde muy chicos en cada uno de los seres humanos, para que hechos aberrantes nunca más sucedan”, finalizó.
El acto, conducido por el secretario general de la AMIA, Julio Schlosser, culminó con la proyección de diversas secuencias del filme sobre la vida de Janusz Korczak del realizador Andrej Wajda.
Janusz Korczak era el seudónimo que utilizaba Henryk Goldszmit, un médico, periodista, reconocido pedagogo y escritor de literatura infantil polaco, nacido en Varsovia el 22 de julio de 1878 y asesinado por los nazis en el campo de exterminio de Treblinka el 5 de agosto de 1942.
Graduado en 1904, en su ciudad natal, comenzó a trabajar como pediatra y al iniciarse la guerra ruso-japonesa (1905-1906) sirvió como médico de campaña.
Concluida la contienda volvió a la práctica de la medicina y se hizo cargo del orfanato de la calle Krochmalna, y a partir de 1911 fue nombrado director de Dom Sierot, un asilo para niños judíos huérfanos.
Korczak participó de la Primera Guerra Mundial como médico militar, para luego regresar a su cargo y fundar otro orfanato, llamado Nasz dom (Nuestro hogar).
Su carrera literaria comenzó mientras cursaba sus estudios universitarios, al escribir artículos periodísticos y, años después, libros infantiles de ficción y pedagógicos destinados a la educación de la niñez.
Entre ellos se destacan “Los niños de las calles” (1901), “Niños en el cuarto de dibujo” (1906), “Si volviera a ser niño” (1925) y los importantes ensayos pedagógicos “Momentos educativos” (1919), “Cómo hay que amar a un niño” (1919) y “El respeto por los derechos del niño” (1929), donde valoraba la consideración por la personalidad de cada chico.
Mientras se lo reconocía mundialmente como pedagogo, durante la tercera década del siglo XX, Korczak era atacado por el antisemitismo polaco, lo cual lo llevó a renunciar al cargo que tenía en un orfanato no judío.
En 1940, al ser ocupada Polonia por los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial, fue obligado a trasladar a los casi 200 niños judíos huérfanos que vivían en la institución que dirigía al gueto de Varsovia.
Dos años después, los nazis decidieron enviarlos al campo de extermino de Treblinka y le ofrecieron a Korczak quedarse, pero éste se negó a abandonarlos.
Según un testigo, Janusz Korczak fue enviado a la cámara de gas el 5 de agosto de 1942.
522