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Existe una gran pregunta para los judíos observantes: ¿Cómo se puede seguir creyendo en un Dios misericordioso tras sufrir el peor genocidio de la historia?
Mientras el mundo marca el Día Internacional de Recordación del Holocausto, un grupo haredi recuerda en Israel a las víctimas con la oración, el estudio de las Sagradass Escrituras y una profunda convicción en el gran plan que está más allá de la comprensión terrenal.
Muchos sobrevivientes notables, entre ellos el famoso premio Nobel Elie Wiesel, han cuestionado dónde estaba Dios durante el Holocausto. Pero los sobrevivientes ultra-ortodoxos de la comunidad dicen que sintieron una presencia divina incluso en los peores lugares imaginables.
Después de años de silencio, un pequeño grupo de piadosos ancianos sobrevivientes han comenzado a reunirse en un grupo de apoyo semanal en un centro para personas mayores en el barrio ultra-ortodoxo de Mea Shearim, en Jerusalem, compartiendo sus pensamientos sobre cómo reconciliarse con un Dios que permitió la destrucción de sus hogares, sus familias y 6 millones de personas.
"Nos quedamos con vida. Sobrevivimos. ¿Cómo pudo haber sucedido sin el Todopoderoso?", dijo Alex Seidenfeld, una sobreviviente de 82 años de edad, de Hungría, quien dijo haber visto "milagros" desplegados a diario en los campos de concentración nazi. "El Todopoderoso sabe lo que está haciendo. Él tiene un plan que a veces no lo entiendo”, destacó.
El grupo de apoyo ultra-ortodoxo es el primero de su tipo, y los miembros dicen que el silencio público de su comunidad sobre el Holocausto ha sido mal interpretado. A los ojos de la mayoría de los israelíes seculares, los ultra-ortodoxos tienen, como mucho, un enfoque arrogante sobre el Holocausto.
Cuando Israel lleva a cabo su propia conmemoración del Holocausto en cada primavera, los ultra-ortodoxos no participan. Hacen caso omiso de la sirena de aire de dos minutos que lleva al país a un punto muerto, calificándolo como un ritual extranjero no apto para los judíos. Además evitan las canciones sombrías y los discursos de las ceremonias oficiales, y rechazan el espíritu de Israel de un estado sionista surgiendo de las cenizas del Holocausto.
Esto ha alimentado la ira hacia los ultra-ortodoxos israelíes de la corriente principal, que resienten a la comunidad cerrada por evitar el servicio militar, imponer restricciones religiosas a otros y recoger subsidios del gobierno para estudiar en los seminarios en lugar de entrar en la fuerza de trabajo.
Sin embargo, la comunidad ultra-ortodoxa fue quizá la que tuvo el golpe más duro que cualquier otra en la Segunda Guerra Mundial. Fácilmente identificables por sus largas barbas, tirabuzones y traje negro característico, fueron atacados primero. Casi todos sus seminarios fueron destruidos, sus líderes rabínicos asesinados y su comunidad destruida casi en su totalidad.