El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ofreció ayer, jueves, una recepción en la Casa Blanca con motivo de Jánuca (en la foto con su esposa, Michelle, y el candelabro alusivo, la januquiá) 12 días antes porque estará de vacaciones cuando comience la festividad.
“Nos estamos adelantando un poco”, aunque “a mi modo de ver, estamos extendiendo el espíritu de la fiesta, pero debemos tener cuidado de que vuestros hijos no empiecen a pensar que Jánuca dura 20 noches en lugar de ocho” porque “ello causará algunos problemas”, bromeó ante la atenta mirada del embajador de Israel en ese país, Michael Oren, la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg y numerosos rabinos y líderes comunitarios.
La historia de Jánuca debería servir como un ejemplo de la existencia de “milagros en nuestras propias vidas” y de la necesidad de “honrar los sacrificios que nuestros ancestros hicieron para que podamos estar aquí hoy”, propuso Obama.
“Es una historia atemporal”, que “durante 2.000 años les ha dado esperanza a los judíos, dondequiera que estén luchando, y hoy nos recuerda que los milagros vienen en todas las formas y tamaños porque para la mayoría de la gente, el milagro de Jánuca habría parecido nada más que una simple llama, pero los creyentes en el Templo sabían que era algo más, algo especial”, prosiguió.
La próxima festividad es “un tiempo para estar agradecidos por nuestra amistad, tanto entre nosotros como entre nuestras naciones, y esto incluye, por supuesto, nuestro apoyo y compromiso inquebrantables con la seguridad de la nación de Israel”, agregó el presidente de los Estados Unidos.
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