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«La mitad del mercado laboral se compone de puestos marginales»

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"Lidiar con la crisis es nuestra marca de origen." Daniel Pomerantz, director ejecutivo de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), se refiere al servicio de empleo que la institución ofrece a toda la sociedad y que desde 2002 hasta 2010 logró que 11.538 personas se insertaran en el mercado de trabajo.
Creado en 1974 como una bolsa de trabajo para la comunidad judía, el servicio se amplió tras el atentado contra la sede de la mutual, en 1994. "Marcó la vocación de abrir el servicio a toda la sociedad", dice Pomerantz sobre la brutal agresión que terminó con la vida de 85 personas y de la que el 18 de este mes se cumplirán 17 años. "El servicio estaba orientado a la comunidad judía, a socios y a la población más cercana a la institución, pero cambiamos ese criterio en agradecimiento a las muestras de apoyo y acompañamiento de la sociedad", agrega.
En 2001, la AMIA le pidió al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) participar del diseño y la financiación del programa para expandirlo y profesionalizarlo. "Nos pidieron que firmáramos el convenio en la sede del banco, en Washington. Eso fue un mes después del 11 de septiembre y dos meses antes del pico de la crisis argentina." Su base de postulantes tiene información de 600.000 personas y 12.000 empresas. La red está compuesta por 11 oficinas en todo el país y antes de fin de año se sumará una más. Se prevé que este año ayudará a entre 1000 y 1200 personas a encontrar trabajo y alrededor de 10.000 asistirán a los cursos de orientación ocupacional y de capacitación.

-Recientemente obtuvieron una certificación de calidad. ¿En qué consiste?

-Hace cinco años la AMIA empezó a buscar una mejora en sus procesos y criterios sobre prestaciones para mejorar la eficacia de sus acciones. Incorporamos las bases del Premio Nacional a la Calidad como forma de ejercicio de nuestra gestión y nos planteamos lograr la certificación ISO 9001 2008. Ya la habíamos obtenido para uno de nuestros procesos, servicios rituales, hace cuatro años y en 2011 hemos certificado todo el proceso de intermediación laboral y de orientación y capacitación.

-¿Qué modificaciones hicieron para obtenerla?

-Básicamente se trató de formalizar procesos y de revisar y modificar algunas prácticas. Mejoramos la vinculación con los beneficiarios, empresas y postulantes, al generar criterios para recolectar información e indicadores numéricos para hacer el seguimiento de nuestras acciones.

-La red se basa en un modelo autosustentable. ¿Se logra con venta de servicios a empresas?

-Los servicios para quienes buscan empleo o hacer un curso son gratuitos. Las empresas pueden optar por uno gratuito u otro, con más acompañamiento, que tiene costo y permite mantener el servicio de empleo en funcionamiento. Cada vez más las pymes entienden la importancia de tener un proceso adecuado y efectivo de inserción laboral y optan por un servicio con acompañamiento profesional adecuado. Queremos ser la mejor consultora de recursos humanos para la empresa y la mejor organización social para el postulante.

-¿Qué perfil tienen los candidatos que se acercan?

-Nos fuimos especializando en mandos medios, puestos administrativos y operarios. Es decir, perfiles que están de la mitad de la nómina para abajo en el nivel de responsabilidad. El sentido es proveer las posiciones más requeridas por las pymes, que son el empleador hacia el cual orientamos nuestro esfuerzo.

-¿Qué consejo le puede dar a quien busca trabajo?

-La principal forma de encontrarlo es mediante el acceso a redes sociales, y no me refiero sólo a Facebook, sino al capital social. Cuantas más vinculaciones con organizaciones de la sociedad civil, empresas y personas de su contexto tenga un individuo y más tiempo pase indagando en bases de datos y oportunidades de su contexto, más fácil será la inserción laboral.

-¿Qué ideas o normas propondría para mejorar la creación y calidad del empleo?

-El tema más acuciante del mercado laboral es hacerlo cada vez más normado, que los empleados estén registrados y puedan acceder a beneficios como jubilación, obra social y cobertura de salario cuando se está enfermo. Diversos informes señalan que la mitad del mercado laboral es de puestos marginales y autoempleo con baja calidad y remuneración. El tema va por ese lado.

-¿Operan con posiciones temporales?

-No, pero si algún empleador necesita una posición por unos meses y plantea un contrato a plazo fijo, será una cuestión entre el postulante y la empresa. No intermediamos procesos masivos de empleo temporario.

-¿Continúa activo el programa de empleo subsidiado para empresas?

-Sí. Surgió en el pico de la crisis, en 2003. Participan postulantes con condiciones de inserción laboral y que, al mismo tiempo, forman parte de la base de beneficiarios de programas sociales de la AMIA o de alguna otra organización comunitaria con la que compartimos información. Entre 2003 y 2004 obtuvimos financiamiento de donantes para crear un fondo y subsidiarle a la empresa una parte del salario de ese empleado durante seis meses. Así se logran varios efectos positivos: movilizamos la solidaridad, que un hogar tenga un flujo de ingresos, y que se pueda salir de situaciones de pobreza mediante un empleo que se mantiene en el tiempo. Hoy, si bien el programa no tiene el tamaño y volumen de aquellos años, sigue siendo un componente dentro de un sistema que busca generar una salida de la pobreza mediante la obtención de un empleo.

-¿Cuántas personas están bajo este programa hoy?

-Hace tres años hubo un cambio. Nos dimos cuenta de que el programa y la situación de la economía fueron haciendo que candidatos al mismo pudieran obtener empleo por diversas fuentes. Quedó un grupo con el que era necesario trabajar con más acompañamiento personal para ver qué estaba sucediendo con esas personas, por qué no podían lograr un empleo, qué necesitaban fortalecer, darles capacitación, o mejorar condiciones vinculadas con su marco familiar. Hoy hay 400 personas en el programa.

Daniel Pomerantz
Profesión: contador público
Edad: 48 años
Origen: argentino
Es ávido lector de libros de historia, sobre todo de la medieval. Tiene un posgrado en Administración de Empresas en Crisis y una maestría en Políticas Sociales. Desde 2002 es director ejecutivo de AMIA.

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