En 2004 y a cambio del plan del entonces primer ministro (israelí) Ariel Sharón de retirarse de la Franja de Gaza, el presidente de los Estados Unidos, George Bush, escribió una carta diciendo que sería “poco realista” esperar una retirada completa de Israel a las líneas del Armisticio de 1949 -las líneas de 1967- en cualquier acuerdo futuro entre Israel y los palestinos y que una solución justa y equitativa al tema de los refugiados palestinos sería su absorción en un futuro Estado palestino, en lugar de en Israel.
Lo que llevó al primer ministro Netanyahu a emitir una respuesta sorprendentemente dura al discurso del presidente Barack Obama en la noche del jueves fue la sensación de que Obama había esencialmente tirado esa carta por la ventana.
Hubo tres elementos en el discurso de Obama -un discurso que no estuvo exento de algunos “endulzantes” para Israel- que particularmente irritaron y sorprendieron a Netanyahu.
El primero tuvo que ver con el uso por parte del presidente, por primera vez, de las líneas de 1967 como una base para un acuerdo, al decir en su discurso que “creemos que las fronteras de Israel y Palestina deberían basarse en las líneas de 1967, con intercambios de común acuerdo, de modo que se establezcan fronteras seguras y reconocidas para ambos Estados”.
El uso de las líneas de 1967 como punto de partida y el decir que tierra del interior de Israel tendrá que ser intercambiada nunca antes habían integrado la política de los Estados Unidos.
En 2009, en una declaración cuidadosamente redactada, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, dijo lo siguiente: “Creemos que a través de negociaciones de buena fe las partes pueden ponerse de acuerdo en una fórmula que ponga fin al conflicto y reconcilie el objetivo palestino de un Estado independiente y viable basado en las líneas de 1967, con intercambios acordados, y la meta israelí de un Estado judío con fronteras seguras y reconocidas que se vean reflejadas en acontecimientos posteriores y cumplan con los requisitos israelíes de seguridad”.
Lo que Obama hizo en su discurso fue convertir los objetivos palestinos de un “Estado viable basada en las líneas de 1967, con intercambios acordados” en la meta estadounidense.
Si bien las líneas de 1967 podrían haber sido un punto de partida implícito en la carta de Bush, no había indicio alguno de una necesidad de que Israel indemnizara completamente a los palestinos por todo el territorio tomado en la Guerra de los Seis Días. De hecho, Bush escribió que Israel debe tener “fronteras seguras y reconocidas” surgidas de negociaciones sobre la base de las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU. Es conocido que la resolución 242 llama a una retirada israelí de los territorios capturados durante la guerra, pero no de todos los territorios.
En la visión de Netanyahu, Obama está trazando un nuevo y peligroso territorio, algo que no puede ser ignorado o encubierto. O como dijo cuando su avión estaba a punto de aterrizar en Washington esta mañana, unas horas antes de su prevista reunión con el Presidente, “algunas cosas no pueden barrerse bajo la alfombra”.
La segunda cuestión que perturbó a Netanyahu fue el tema de los refugiados.
Mientras que, en su carta, Bush decía claramente que los refugiados palestinos deberían regresar a un Estado palestino, Obama no hizo mención a esta postura y, en cambio, dijo en realidad que el tema de los refugiados tendría que ser negociado en el futuro. Desde el punto de vista israelí, Obama simplemente ignoró la política estadounidense articulada por Bush sobre los refugiados.
Con “refugiados” palestinos asaltando la valla fronteriza en el norte, exigiendo el “derecho al retorno”, la preocupación en la Oficina del Primer Ministro (OPM) es que el hecho que Obama no adoptara una postura firme sobre la cuestión sólo refuerce la creencia palestina en que realimente hay algo de qué hablar sobre esta cuestión. “Es una incomprensión básica de la realidad”, dijo una fuente de la OPM.
Y lo tercero que molestó a Netanyahu tuvo que ver con Hamas. Si bien Obama dijo que la reconciliación entre Hamas y Fatah planteaba “preguntas profundas y legítimas para Israel”, ésa no fue una declaración suficientemente fuerte para Netanyahu. La OPM vio a Obama “endeble” con Hamas, y como mínimo quería escucharlo reiterar las tres condiciones del Cuarteto para aceptar a Hamas como parte de un gobierno de unidad de la Autoridad Palestina (AP): renunciar al terrorismo, reconocer a Israel y aceptar los acuerdos previos.
Al no mencionar estas condiciones y no rechazar clara e inequívocamente la participación de Hamas en un gobierno de la AP, Obama envió -al menos en la visión de Netanyahu- el mensaje exactamente equivocado.
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