Ministro Avigdor Lieberman.
Sr. Presidente de la Asamblea,
Desde mis palabras iniciales, pretendo destacar que, en contradicción con la imagen que, en muchas ocasiones, muestran los medios internacionales, el espectro político en Israel no se divide entre los que quieren los que se oponen a la paz. Todos queremos la paz y la diferencia se centra en la pregunta sobre cómo actuar tras el objetivo de alcanzar la paz; sobre cómo llegar a la situación de seguridad y estabilidad en nuestra región. Por tanto la pregunta que se nos presenta es: ¿Por qué, durante los diecisiete años que transcurrieron desde que firmamos los Acuerdos de Oslo, no llegamos a un acuerdo integral que diera por finalizado el conflicto y la concesión, mutua, sobre futuras nuevas demandas? A pesar de los esfuerzos, por parte de excelentes personas y, a pesar de las mejores intenciones de personalidades como Itzhak Rabin, Shimon Peres, Biniamin Netanyhau, Ehud Barak, Ariel Sharon y Ehud Olmert; a pesar de los encuentros- cumbre celebrados en Camp David (entre Ehud Barak y Yasser Arafat con presencia del Presidente de Estados Unidos de entonces, Bill Clinton) y a pesar de la Cumbre de Anápolis (con presencia de Ehud Olmert y Mahmmud Abbas) aún estamos ante un pozo ciego.
De hecho, y en contrario a la idea generalizada que, el conflicto israelí-palestino es el que ocupa el foco de la inestabilidad en Medio Oriente, o que – ese conflicto- constituye el motivo de muchos otros en ésta parte del mundo, la realidad es diferente. Más del 90% de los enfrentamientos armados y las guerras en Medio Oriente, como sus víctimas desde la Segunda Guerra Mundial no es resultado del conflicto entre Israel y los palestinos y no tienen ninguna relación con el Estado de Israel sino que surgieron a partir de los conflictos entre musulmanes o en los países árabes entre sí.
Sin embargo, más allá de la verdad empírica, está la verdad histórica: transcurrieron casi 4000 años de presencia del pueblo judío en la Tierra de Israel y del desarrollo de sus tesoros morales y espirituales que aportaron al florecimiento de Occidente.
Para finalizar mis palabras, deseo recordar a todos los presentes en la sala, que la cita que decora la Explanada de Naciones Unidas fuera de éste edificio, fue dicha en Jerusalén hace 3000 años, por nuestro Profeta Isaías. De las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas".
Inspirados en la profunda sabiduría escondida en esas palabras, oremos porque el camino, que conduce a la paz verdadera, según la visión del Profeta Isaías, oriente a los dos pueblos, hacia el establecimiento de dos estados nacionales que vivan uno junto al otro, en paz y seguridad.
Muchas gracias.
Fuente: Ministerio de Relaciones Exteriores 29-9-10