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El enviado especial de Medio Oriente de Washington viajó a la región hoy en una misión de emergencia para evitar que las charlas de paz colapsen pocas semanas después de que hayan empezado.
La decisión de Israel de reiniciar las construcciones de los asentamientos de Cisjordania luego de que haya expirado la moratoria de diez meses el domingo a la media noche, provocó amenazas palestinas de salir de las conversaciones. También causó nuevas fricciones entre Israel y EE.UU., que dijo que estaba decepcionado con los israelíes por rehusarse a suspender las edificaciones.
El lunes a la noche Washington despachó al enviado especial de Medio Oriente, George Mitchell, a la región para intentar unir los huecos que no se cerraron entre los palestinos, Israel y los oficiales americanos en las reuniones de la semana pasada.
El líder de
El vocero del departamento de estado, P. J. Crowley, felicitó a Abbas por no salirse inmediatamente de las charlas y retó a Israel por resistir las presiones internacionales de suspender el comienzo de las construcciones en Cisjordiania, territorio que los palestinos reclaman como parte de su futuro estado.
“Estamos desilusionados pero nos mantenemos enfocados en nuestro objetivo de largo plazo y estaremos hablando a las partes sobre las implicaciones de la decisión de Israel”, expresó Crowley ayer, y agregó que Mitchell deberá “decidir con las partes cómo se seguirá de ahora en adelante”.
Inmediatamente luego de que expiraron las restricciones, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, apeló a Abbas a que continuara negociando. Netanyahu había dicho que estaría preparado para limitar las nuevas construcciones, pero se rehusó a suspenderlas completamente.
El primer ministro, que aceptó bajo presión imponer la moratoria a fines de noviembre, le dijo a EE.UU. que no puede extenderla porque sus compañeros del gobierno se oponen a dicho movimiento.
El enviado especial de Medio Oriente de Washington viajó a la región hoy en una misión de emergencia para evitar que las charlas de paz colapsen pocas semanas después de que hayan empezado.
La decisión de Israel de reiniciar las construcciones de los asentamientos de Cisjordania luego de que haya expirado la moratoria de diez meses el domingo a la media noche, provocó amenazas palestinas de salir de las conversaciones. También causó nuevas fricciones entre Israel y EE.UU., que dijo que estaba decepcionado con los israelíes por rehusarse a suspender las edificaciones.
El lunes a la noche Washington despachó al enviado especial de Medio Oriente, George Mitchell, a la región para intentar unir los huecos que no se cerraron entre los palestinos, Israel y los oficiales americanos en las reuniones de la semana pasada.
El líder de la Autoridad Palestina , Mahmoud Abbas, le dio a la mediación de EE.UU. más tiempo para trabajar cuando anunció el lunes que no decidiría abandonar el diálogo sin antes consultarlo con los oficiales árabes en el Cairo la semana que viene. Un oficial de la Liga Árabe dijo que los ministros del exterior árabes esperaban apoyar cualquier posición que Abbas tomara.
El vocero del departamento de estado, P. J. Crowley, felicitó a Abbas por no salirse inmediatamente de las charlas y retó a Israel por resistir las presiones internacionales de suspender el comienzo de las construcciones en Cisjordiania, territorio que los palestinos reclaman como parte de su futuro estado.
“Estamos desilusionados pero nos mantenemos enfocados en nuestro objetivo de largo plazo y estaremos hablando a las partes sobre las implicaciones de la decisión de Israel”, expresó Crowley ayer, y agregó que Mitchell deberá “decidir con las partes cómo se seguirá de ahora en adelante”.
Inmediatamente luego de que expiraron las restricciones, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, apeló a Abbas a que continuara negociando. Netanyahu había dicho que estaría preparado para limitar las nuevas construcciones, pero se rehusó a suspenderlas completamente.
El primer ministro, que aceptó bajo presión imponer la moratoria a fines de noviembre, le dijo a EE.UU. que no puede extenderla porque sus compañeros del gobierno se oponen a dicho movimiento.