La exposición «Sexo forzado en los campos de concentración nazi», inaugurada hoy en Neuengamme (junto a Hamburgo), pone de relieve la existencia de burdeles en esos campos, donde presas ejercieron de prostitutas para prisioneros «privilegiados».
La muestra, instalada en el antiguo campo de confinamiento de
dicha localidad, presenta un aspecto hasta ahora poco investigado,
como fue este sistema de primas ideado por los nazis para los presos
a los que consideraban se les debía recompensar.
De acuerdo con un estudio reciente de Christa Paul, autora del
libro «Zwangsprostitution. Staatlich errichtete Bordelle im
Nationalsozialismus» -«Prostitución forzada. Burdeles estatales en
el nacionalsocialismo»- esta práctica de inició en 1942.
El objetivo era tratar de aumentar la productividad de los
trabajadores forzados de la industria armamentística e impedir la
extensión de la homosexualidad en los campos nazis.
Se calcula que este tipo de burdeles funcionó en Auschwitz,
Dachau, Mittelbau-Dora, Sachsenchausen y el propio Neuengamme y que,
según otro historiador, Robert Sommer, unas 220 mujeres fueron
forzadas a ejercer la prostitución en esos sitios.
La muestra presenta entrevistas con testigos de los hechos,
fotografías, documentos de los nazis y grabaciones que atestiguan lo
ocurrido.
De acuerdo con este material, las mujeres a las que se forzaba a
prostituirse eran alemanas no judías, reclusas por delitos comunes,
a las que se reclutaba en el campo de confinamiento femenino de
Ravensbrück y que debían prestarse a actos sexuales hasta seis veces
al día.
Los presos «privilegiados» a los que se recompensaba con estos
servicios eran arios, en su mayoría destinados a trabajar para la
industria armamentística colaboradora del Tercer Reich. EFE
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