Katzenztein nació en Tel Aviv y vivió diez años en los Estados Unidos; representó a Israel en la última Bienal de Venecia con la misma obra que se exhibe hoy en el principal museo de arte porteño. «Yo soy mi propio modelo porque es el que mejor conozco, mi intención es abrir el camino al conocimiento de uno mismo y de los demás, pero no de modo racional, sino emocional», dice el artista, que llegó a la Argentina invitado por la embajada de Israel.
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Sin grandes obras ni efectos espectaculares, la II Bienal Internacional de Buenos Aires ofrece un panorama del arte actual, que otorga protagonismo a los lenguajes audiovisuales.
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En tiempos de presupuesto cero han sido las embajadas de 24 países las patrocinadoras de la II Bienal. La Universidad de Palermo brindó apoyo logístico y la empresa Volskwagen ofreció la comida inaugural para los invitados especiales en el museo. Críticos, artistas, coleccionistas, empresarios y embajadores compartieron un exquisito menú precedido por bocaditos de caviar de dos colores.
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La Nacion
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